Arabia Saudí, donde se encuentran La Meca y Medina, los dos lugares más sagrados para los musulmanes -que estarán conectados por el AVE a La Meca-, libra con Irán una batalla por el control geopolítico del Golfo Pérsico, y por extensión de Oriente Próximo. A su vez, Arabia Saudí intenta afianzar sus fronteras y su unidad. Un flanco débil son las provincias de Jizan, Asir y Najran, limítrofes con Yemen, en manos saudíes desde 1900 y que ahora se acercan a Yemen.

Fruto de la unificación en 1990 de Yemen del Norte y Yemen del Sur, el actual Yemen es escenario de conflictos tribales y sectarios, aderezados por la injerencia de potencias como Arabia Saudí, Gran Bretaña, EEUU, o Egipto. Desde que comenzó la guerra civil en 2014 en Yemen, el país más pobre del mundo árabe donde muchos de sus 26 millones de habitantes malviven con dos dólares al día, han muerto más de 6.000 personas, la mayor parte civiles. Más de dos millones y medio de yemeníes son ahora desplazados. En los últimos años Yemen ha sido escenario de numerosos enfrentamientos armados entre los hutíes del norte (chiíes de la minoría zaydi) y el Gobierno de Saná, respaldado por los saudíes, a lo que hay que sumar la revuelta separatista en el sur, constantes ataques de Al Qaeda, y la represión de las protestas prodemocráticas durante la llamada Primavera Árabe.

Arabia Saudí trata de afianzar sus fronteras y su unidad y uno de sus flancos débiles son las provincias de Jizan, Asir y Najran, limítrofes con Yemen.

La milicia hutí o huzí es el grupo político y militar mejor organizado del norte del país. Los hutíes controlan un extenso territorio entre la provincia de Saada (su feudo principal, en la frontera con Arabia Saudí) y la capital, Saná. De hecho, el Gobierno yemení (al que, además de Arabia Saudí apoyan también Estados Unidos y las monarquías suníes del Golfo) ha interceptado barcos cargados de armas iraníes cuyo supuesto destino eran los rebeldes hutíes.

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Los saudíes temen que los hutíes acaben creando un mini Estado títere del Irán chií en el norte de Yemen, junto a su frontera. En marzo de 2015, tras la toma de los hutíes de Taiz y Moka, y la huida del entonces presidente Hadi del país, una coalición guíada por Arabia Saudí lanzó operaciones militares aéreas para restaurar a Hadi. EEUU apoyó esta operación. Arabia Saudí volvía al teatro de operaciones de Oriente Próximo aliada con EEUU. El último intento por alcanzar la paz, a principios de agosto, acabó en fracaso. La escalada de violencia hace prácticamente imposible el trabajo de las ONG. Médicos del Mundo acaba de anunciar su retirada.

Y todo esto le cuesta mucho dinero a Riad. Un impacto que conocen bien los contratistas españoles que trabajan en llevar la alta velocidad al desierto.