La Real Academia de las Ciencias de Suecia ha anunciado este lunes el nombre de los agraciados con el Premio Nobel de Economía 2016 y, como cada año, muchos se han preguntado, incapaces de hacer un juicio de valor sobre algo tan complejo como “eso de la economía”, hasta qué punto es merecido.

Los que han amanecido este año con la noticia de su galardón han sido los economistas Oliver Hart, británico y profesor de la Universidad de Harvard, y Bengt Holmström, finlandés y docente en el Massachusetts Institute of Technology. La academia ha premiado sus aportaciones a la Teoría de los Contratos. A las pocas horas, el estadounidense Paul Krugman, que obtuvo la misma distinción en 2008, escribía en Twitter al conocer la noticia: “¿No tenían el premio ya?”. Al parecer, merecerlo, lo merecen.

¿Pero de qué teoría hablamos? El contenido de los estudios de estos dos economistas habla de algo tan cercano a todos los que, sin conocerla, viven la economía, como son los contratos.

Desde un punto de vista global, se puede definir como un entramado de reglas teóricas a tener en cuenta a la hora de establecer contratos públicos y privados para lograr que sean óptimos. Y no solo hablamos de contratos mercantiles, sino todos aquellos que, a veces sin saberlo, nos rodean, como pueden ser los que sellamos con nuestras empresas, con la administración o incluso con nuestra pareja en forma de matrimonio.

Así, la teoría aborda que todo contrato debe tener en cuenta los riesgos y los incentivos que implica para las partes con el objetivo de lograr que su efecto sea el mejor posible para ambas.
Partiendo de que el trabajo de estos economistas es arduo y amplio, se pueden extraer cinco grandes teorías merecedoras de un Premio Nobel:

La remuneración de los directivos debe vincularse a los resultados de la empresa

La vinculación de los salarios y bonus de los directivos a su rendimiento y a los resultados de las empresas es algo que no suena a nuevo. Sin embargo, son los galardonados quienes lo plantearon en busca del equilibrio entre estos directivos y los accionistas. En este tipo de contrato, el bien de unos también debe satisfacer el interés de los otros.

Los salarios deben ser fijos cuando no se puede monitorizar los resultados

Por otro lado, estos trabajos evidencian que el salario variable en función de los resultados es algo que puede funcionar en aquellas actividades en las que la labor de cada empleado se puede medir fácilmente. Pero no en otras. Así, los autores recomiendan a los empresarios que, en caso de las tareas individuales no puedan ser monitorizadas, eviten los salarios variables.

Deducciones o copagos en los servicios

Si hablamos de riesgos e incentivos, uno de los campos más habituales es el de los seguros. En este caso, los economistas abordan las deducciones y los copagos y plantean que si en un contrato con una aseguradora el cliente siempre recibiera íntegro el valor del bien en cuestión no habría ningún incentivo para salvaguardarlo. ¿Quién estaría pendiente de que no le robaran el coche si no tuviera problema en recuperar todo su coste?

¿Hay que privatizar actividades públicas?

Depende. Los estudios incluidos en las Teoría de los Contratos repasan las situaciones en las que es preciso que un servicio público cuente con la colaboración privada o no. No obstante, señalan que la iniciativa privada suele tener fuertes incentivos para buscar la eficiencia y reducir los costes.

Todos los contratos son incompletos

Las teorías que han merecido este año el Premio Nobel de Economía determinan que todo contrato es incompleto porque no puede contemplar todas las variables que están en juego. Por eso, señalan que es conveniente que quede claro en quién reside el control sobre lo firmado y cuál de las partes tiene en última instancia el poder de decisión en caso de desacuerdo.