Los temores al colapso de China, el hundimiento del petróleo y las materias primas, la votación a favor del Brexit, los problemas de la banca italiana y las desventuras del banco alemán Deutsche Bank, la inesperada victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, la segunda subida de los tipos de interés en la mayor economía del mundo en una década...

2016 ha arrojado tantos episodios de tensión en los mercados financieros, que observar que el Ibex lo cierra con un recorte de apenas el 2% supone casi un motivo de celebración. El índice de referencia de la bolsa española despidió este viernes el año en una jornada apática, casi tediosa, que contrasta de forma muy significativa con las tormentosas jornadas con las que abrió el ejercicio.

El Ibex pone el punto final al año en los 9.352 puntos, confirmando así su segundo ejercicio consecutivo a la baja -en 2015 restó un 7,15%-. Pero muy lejos han quedado los momentos de máxima tensión, como los registrados a finales del pasado junio, cuando los miedos al Brexit arrastraron al índice español a los 7.645 puntos, su nivel más bajo en tres años. Por entonces, el índice acumulaba unas caídas anuales cercanas al 20%; desde entonces, ha firmado una escalada del 22,3%.

De hecho, en diciembre el Ibex se ha anotado una ganancia superior al 7,6%, lo que representa su mejor saldo en el último mes del año en dos décadas.

Los protagonistas

En este movimiento pendular, ha tenido un protagonismo fundamental la banca, el sector con más peso en el índice español. Durante gran parte del año, las entidades han estado padeciendo los estragos ocasionados por un difícil entorno operativo, en el que los tipos de interés en mínimos históricos dificultaban de forma llamativa su capacidad para generar beneficios. La exposición a economías emergentes en dificultades, como Brasil, la presencia en Reino Unido, afectada por las incertidumbres del Brexit, o los problemas particulares de Popular, que tuvo que ejecutar una millonaria ampliación de capital, han sido algunas de las principales rémoras que han penalizado al sector en bolsa.

Sin embargo, en los últimos meses los bancos españoles, en paralelo al resto del sector en Europa, han registrado una notable mejora que les permite presentar al cierre del ejercicio una imagen mucho más afable. Incluso, entidades como Bankinter y Santander salvan el ejercicio con ganancias superiores al 13%. En el lado opuesto, Popular se deja dos tercios de su valor por el impacto de su ampliación de capital y por las dudas que genera su elevada carga de activos improductivos.

Fuera de la banca, los grandes protagonistas del año en el mercado han sido las compañías acereras, que han logrado zafarse de los pesares de los últimos años, espoleados por la recuperación de los precios de las materias primas y las distintas medidas en Europa y Estados Unidos para frenar la competencia de los productores chinos. Arcelor se ha disparado en el ejercicio un 132% y Acerinox, un 40%. Repsol también se ha beneficiado de la recuperación del petróleo y gana cerca del 40%.

Más llamativas han sido algunas ganancias registradas por pequeños valores en el Indice General, como Dogi, Tecnocom o Grupo San José, que cierran el año con subidas en el entorno del 365% y el 245%.

Las bolsas internacionales

Pero lo cierto es que más allá de excepciones particulares, el rendimiento de la bolsa española ha sido muy decepcionante, también en términos relativos. Sólo el índice italiano Ftse Mib ha registrado un peor desempeño, al dejarse un 10%, arrastrado por el hundimiento de su banca. En cambio, el Dax alemán y el Cac 40 francés han registrado ganancias en el entorno del 7% y el 4,8%, respectivamente, gracias al tirón de sus compañías industriales exportadoras, que han aprovechado la caída del euro a mínimos de 13 años.

Mejor aún le ha ido al Ftse 100 británico, que sorteando todos los miedos generados por el Brexit, cierra el año en zona de máximos históricos, tras anotarse un 14,4%. Los sectores minero y petrolero, favorecidos por el auge de las materias primas, han sido claves en este buen desempeño, con Anglo American sumando cerca de un 300% y Glencore, algo más del 200%.

Al otro lado del Atlántico, Wall Street ha vuelto a destacarse como el más seguro de los grandes mercados. Los principales índices de la bolsa de Nueva York han logrado sobreponerse al descalabro de las energéticas, los temores a una recesión en Estados Unidos, las vacilaciones de la Fed a la hora de subir los tipos y la agitación internacional y han acabado el año perforando sus máximos históricos, prolongando una escalada que se prolonga ya por siete ejercicios.

Incluso, lejos de amilanarse por las incertidumbres que plantea la presidencia de Trump, la bolsa estadounidense ha encontrado en el resultado electoral un nuevo aliciente, confiado en que sus planes de estímulo fiscal se traduzcan en una mejora de los resultados empresariales.

De este modo, el Dow Jones cierra el año a las puertas de los 20.000 puntos por primera vez en su historia, tras sumar cerca de un 14%, liderado por compañías energéticas y financieras. El S&P 500 se anota alrededor del 10% y el Nasdaq Composite algo más del 7,5%.