Coca-Cola, Pepsi o RedBull son sólo algunas de las empresas que se preparan para un 2017 turbulento. El Ejecutivo anunció hace unas semanas el aumento de los impuestos a las bebidas azucaradas, aunque no ha especificado todavía cómo va a articular este nuevo tributo. De momento, el sector mantiene una actitud de alerta y ya planea una estrategia común para hacer frente a un impuesto que, según critican, tiene únicamente un "afán recaudatorio".

La tasa, que viene avalada por un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría aplicarse directamente por el contenido de azúcar existente en cada 100 mililitros de bebida o mediante un IVA especial común para este tipo de refrescos, como hacen otros países de la UE. "Sabemos que aplicar impuestos a las bebidas azucaradas es una medida muy efectiva para reducir su consumo, lo que contribuye a la reducción de la obesidad y a prevenir la diabetes", aseguró la OMS en octubre, justo en el Día Mundial contra la obesidad.

Se elija la opción que se elija, las empresas afectadas saben que esta decisión va a suponer tanto un daño económico como de reputación. "Claramente se trata de una medida con afán recaudatorio", sostienen en una de las grandes compañías del sector. Aunque ninguna ha querido posicionarse por separado, la Asociación de Bebidas Refrescantes en España (Anfabra) no tardó en enviar un comunicado mostrando su "absoluta disconformidad".

"El sector se enteró a través de los medios, sin diálogo previo. Además, desde hace mucho tiempo se viene impulsando la reducción del contenido de azúcar, disminuyéndolo en un 23% en los últimos 10 años", afirmaban. Para ellos, esta medida perjudicaría la recuperación del consumo y afectaría, sobre todo, a las clases con menos recursos. "Estos impuestos no son eficaces para resolver problemas de salud, ni para cambiar hábitos de consumo", añadían.

La industria critica que este impuesto haya nacido como una fórmula extra para cumplir con los objetivos de déficit marcados por Bruselas y no con el propósito de resolver problemas como la obesidad, la diabetes o la caries. Eficaz o no, lo cierto es que España se suma a una larga lista de países que ya han aplicado tributos similares para luchar contra la excesiva carga de azúcares en la dieta de sus ciudadanos.

México, el caso más llamativo

Uno de los casos más llamativos ha sido el mexicano. El presidente del Gobierno, Enrique Peña Nieto, impuso en octubre de 2013 una tasa del 10% a las bebidas azucaradas como parapeto para mejorar la salud pública. Su caso era límite. Los habitantes de México son los que más refrescos consumen de todos los latinos. Según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la ingesta de este tipo de bebidas alcanza los 163 litros por año y persona. Además, el 70% de los niños en comunidades rurales desayunan refrescos y casi un 80% de los mexicanos adultos padecen sobrepeso.

Tras analizar estos datos, consideraron que imponer una tasa mayor a este tipo de productos provocaría una disminución del consumo y, como consecuencia, de la ingesta calórica de los mexicanos. Según las empresas mexicanas, "los consumidores no han disminuido su compra, sólo se les ha hecho más pobres", pero un estudio recogido en la publicación BMJ dice lo contrario: "Se redujeron en un 6% las compras mensuales de las bebidas gravadas y aumentó la compra de refrescos no afectados por el impuesto en un 4%".

Francia, menos consumo

Otro de los países que optó por esta medida fue Francia. El impacto de este impuesto repercutió directamente en la lata de Coca-Cola, que incrementó su precio en un 9% y disminuyó su consumo. La única que aguantó el tirón fue la Zero que incrementó en un 3,9% sus ventas mientras que la Light bajó en un 12,7% y la normal, en un 1,4%, según un estudio de Mintel recogido en Le Figaro. Fue en 2015 cuando ocurrió un hito en el país. El presidente de Danone, Cecile Belot-Zind, aseguró que era "el primer año en el que los franceses han gastado más dinero en comprar agua embotellada que cola".

Aunque esta disminución del consumo de refrescos no estaría provocada exclusivamente por el aumento de la tasa. Según el mismo medio, los franceses llevan varios años cambiando sus hábitos de consumo hacia alimentos más saludables.

Pérdida de empleos en Dinamarca

Dinamarca fue el primer país en implementar esta medida y lo hizo a lo grande. En 2011, aumentó los impuestos sobre todos los alimentos cuyo contenido en grasas saturadas superase el 2,3%. Aunque en este país la tasa de obesidad se encuentra por debajo de la media europea, consideraron que esta medida les ayudaría a mejorar la esperanza de vida en aproximadamente tres años en sólo una década.

El impuesto era totalmente revolucionario y provocó que los daneses fueran a hacer la compra a países limítrofes como Alemania. El Ejecutivo del país la retiró en 2013, ya que el consumo de estos alimentos no había bajado pero sí los empleos en las empresas.

Reino Unido, más deporte escolar

El último en incorporarse al sugar free ha sido Reino Unido. Los compañías de refrescos inglesas tendrán que pagar más impuestos a partir de abril de 2018. La medida se aplicará a todas aquellas bebidas que contengan más de cinco gramos por cada 100 mililitros y se calcula que podrán obtener hasta 661 millones de euros. El Ejecutivo prevé así duplicar el presupuesto que se dedica al deporte en escuelas de primaria.