El alquiler turístico se ha convertido en un auténtico fenómeno en España. Al calor del éxito de plataformas online como Airbnb, HomeAway o Wimdu, los turistas extranjeros y nacionales han encontrado en los pisos turísticos una forma más barata de alojarse en sus viajes. Y los dueños de viviendas se han topado con una forma de rentabilizarlas, obteniendo ingresos mucho mayores que los que sacarían con el alquiler a largo plazo.

La vivienda de uso turístico ya cuenta con 1,76 millones de plazas, tras una fuerte alza del 75% el año pasado

El éxito de demanda –y más ahora que España marca año tras año máximos históricos en llegadas de turistas internacionales y se ha recuperado la demanda del viajero nacional- está llevando a una desorbitada proliferación de la oferta. Tanto que, frente al estancamiento casi total en que se mantiene el tamaño de la oferta de alojamiento turístico reglado (hoteles, apartamentos, campings y casas rurales), la expansión de la oferta de pisos turísticos está viviendo un auténtico boom.

El crecimiento es tan acelerado que los pisos turísticos concentran ya un tercio de toda la oferta alojativa de España. ¡Un tercio! El número de plazas en viviendas de uso turístico se disparó un 74,8% el año pasado, hasta alcanzar un total de 1,76 millones, según los datos que Exceltur –el lobby de las grandes empresas turísticas que operan en España- ha recabado en las ocho principales plataformas online de alquiler colaborativo. Esto es, Airbnb -el gigante del sector -y otros siete de sus rivales con mayor predicamento entre el público que viaja por España.

Por el contrario, la oferta de alojamiento reglado se ha estancado, y el año pasado sólo creció un 1,6%, hasta alcanzar los 3,3 millones de plazas tras varios años de parón aún más evidente, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En este grupo no están incluidas tan sólo las plazas hoteleras, también las de apartamentos turísticos, campings y casas rurales, que cada vez ven cómo se quedan con menos cuota del negocio del alojamiento turístico en el país.

Corsé normativo desigual

El crecimiento del alojamiento reglado prácticamente se ha estancado en los últimos años por la combinación de dos factores. Uno, como herencia de la sobreinversión que registró durante la burbuja inmobiliaria previa a la crisis, que hizo que la planta hotelera creciera fuertemente en algunos destinos, fundamentalmente de costa.

Y dos, por el corsé normativo impuesto por las administraciones a modo de moratorias hoteleras, con el objetivo para evitar la saturación del sector y evitar problemas de sobredimensionamiento de la población en temporada alta y su impacto en los servicios públicos y el medio ambiente.

Los intentos de las comunidades autónomas y de ayuntamientos para poner freno a la proliferación de pisos turísticos no están dando sus frutos de momento. La obligación de que las viviendas estén inscritas en un registro oficial (como en Cataluña), la prohibición de que se dé uso turístico a pisos en edificios multifamiliares (como en Baleares) u otras medidas para controlar el crecimiento de la planta alojativa no están dando resultados. Los límites existen también en el alquiler turístico, pero en la práctica no se respetan.