Por si alguien lo dudaba, las redes sociales han vuelto a demostrar el enorme poder que tienen. Esta vez le ha tocado sufrirlo en sus propias carnes a Uber, la empresa no cotizada con mayor valoración del mundo.

Los 66.000 millones de dólares, más de 61.000 millones de euros, de valoración de la compañía le están sirviendo de bien poco ante la campaña de boicot a su aplicación que se ha montado en Twitter en los últimos días. Bajo la etiqueta #DeleteUber los usuarios pedían que se eliminara la app de los teléfonos por la postura inicial de Uber ante las políticas migratorias de Donald Trump. Según un estudio elaborado por Keyhole, el hashtag lo han visto más de 27 millones de usuarios.

La polémica se inició cuando la asociación de taxistas de Nueva York organizó un paro de una hora en su actividad en el aeropuerto John F. Kennedy, el principal de la ciudad estadounidense. De esta manera los famosos yellow cab protestaban por el veto a la entrada en el país de inmigrantes procedentes de países musulmanes como Irak o Siria.

Durante estos 60 minutos de huelga los precios en Uber se dispararon, algo que no gustó a los usuarios. El twitter oficial de la firma de San Francisco anunció 34 minutos después del comienzo de la huelga que suspendía la subida de las tarifas, pero ya era tarde.

A eso hay que sumarle que el CEO de la empresa, Travis Kalanick, forma parte del consejo asesor de Donald Trump, si bien hay otros líderes de la industria a los que no se les ha montado un boicot similar por forma parte de ese selecto grupo.

Viendo el rumbo que estaba tomando la etiqueta en las redes sociales, Uber no tardó en anunciar la creación de un fondo de 3.000 millones de dólares, unos 2.700 millones de euros, para proveer de ayuda legal a sus conductores que se vean afectados por las decisiones migratorias de Trump.

Es un nuevo golpe a la imagen del mayor unicornio -empresa de capital privado valorada en más de 1.000 millones- del mundo. Durante los ataques terroristas de París, a finales de 2015, corrió un rumor de que Uber había subido sus tarifas un 400%, si bien luego se comprobó que era falso. Aun así, que los usuarios se creyeran algo así demuestra que algo falla en el márketing de la todopoderosa plataforma.

Lyft aprovecha el golpe

Este daño a la imagen de Uber lo ha aprovechado a la perfección su mayor rival en Estados Unidos: Lyft. Fundada por John Zimmer y Logan Green, y también con sede en San Francisco, Lyft tiene una cuota de mercado de alrededor del 20% en suelo estadounidense, donde vive siempre a la sombra de su competidor.

Gracias a la campaña que montó Twitter, el pasado domingo Lyft superó a Uber en descargas por primera vez en su historia. Según un estudio de la firma de análisis de datos App Anie, la aplicación de Lyft en iOS se descargó el doble de veces que en un día normal.

La app comenzó el fin de semana en la posición número 39 de la Apple Store, pero para el lunes ya estaba en el número 7. Sólo unas horas después se aupaba al quinto lugar sólo superada por las imbatibles Snapchat, Instagram, Facebook y YouTube.

Lyft está valorada en cerca de 5.500 millones de dólares, más de 5.100 millones de euros, si bien es difícil de calcular de forma exacta ya que también es una empresa de capital privado. Según los datos de CB Insights, ha conseguido casi 2.000 millones de dólares, más de 1.800 millones de euros, en financiación, con grandes nombres como General Motors entre su panel de inversores.

Las políticas de márketing, y sobre todo el trato a sus empleados, son campos que distinguen a ambos actores del transporte colaborativo. Si hacemos caso a las encuestas, los conductores de Lyft son más felices porque ganan más dinero por hora conduciendo. Además, la compañía ha donado un millón de dólares a la American Civil Liberties Union, una de las organizaciones que luchan por los derechos civiles y que está muy activa con protestas contra la política migratoria de Trump.