El ministro de Economía, Luis de Guindos, se saltó el pasado martes el guión que llevaba preparado a la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados para sincerarse con la cámara: “Me preocupa la subida de los tipos de interés”. La aseveración parece exagerada si se tiene en cuenta que precisamente los bajos tipos de interés llevan siendo uno de los vientos de cola de la economía española desde que se inició la recuperación económica en 2013 y, al mismo tiempo, uno de los lastres del negocio bancario.

Sin embargo, el año 2017 es el del cambio de escenario de la política monetaria, y el Gobierno sabe que ello puede tener unas implicaciones muy peligrosas para una economía como la española que aún arrastra desequilibrios que, si bien no tan evidentes como el paro, aún están ahí.

Los datos del mercado son muy elocuentes. Tras años de descensos casi ininterrumpidos, los costes de la deuda han emprendido en los últimos meses una tendencia alcista que amenaza con revertir buena parte de los ahorros obtenidos en los últimos tiempos. El interés del bono español a 10 años alcanzaba este lunes sus niveles más elevados en un año, al rozar el 1,8%. Hace tan sólo cuatro meses, esta referencia cotizaba en mínimos históricos, a tasas inferiores al, 0,9%, casi un 90% por debajo que a día de hoy.

El año 2017 es el del cambio de escenario de la política monetaria

Este movimiento responde a una tendencia general en el mercado de deuda, una vez que los inversores empiezan a asumir que las tasas de inflación a nivel global han iniciado una carrera al alza que desaconseja la inversión en bonos a los bajos tipos actuales.

El escenario se complica, además, por la creciente expectativa de que los bancos centrales y, más en concreto, el Banco Central Europeo (BCE) se aproximan al inicio de la retirada de las extraordinarias políticas de estímulo que han tomado en los últimos años y que han sido fundamentales en la rebaja de los costes de la deuda.

“La inflación en la eurozona ha terminado el año en el entorno del 1,13%, aunque la dinámica reciente parece indicar que podría subir en el medio plazo por encima de esos niveles y algunas voces más conservadoras en Alemania propugnan una reducción en los estímulos monetarios por parte del BCE”, señala Manuel Villalba, director de Renta Fija de GVC Gaesco Beka.

De hecho, aunque está previsto que el programa de compra de deudas del BCE (QE) permanezca sin cambios hasta el cierre de 2017, firmas como Société Générale o la agencia S&P han planteado recientemente la posibilidad de que el banco central empiece a reducirlo ya durante la segunda mitad de este año.

Los expertos auguran que el bono podría superar el 2% este año

“Los tipos subirán si el crecimiento aumenta y la inflación se mantiene y sobre todo si el BCE empieza a soltar al mercado la inmensa deuda que ha estado comprando en estos dos últimos años”, comenta Gonzalo Ramírez Celaya, director de Renta Fija y Estructurados de Tressis.

En este entorno, GVC Gaesco Beka pronostica que la rentabilidad del bono español podría superar el 2%, al igual que Deutsche Bank Wealth Management, donde esperan que se sitúe en el 2,2%, en línea con las previsiones del director de Previsión y Coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), Raymond Torres . Por su parte, en AFI también auguran un repunte, aunque algo más modesto, hasta el entorno del 1,9%.

En este contexto, no es de extrañar que Guindos mostrara su inquietud por lo que pueda pasar si todo este proceso se lleva a cabo de una manera más abrupta de los esperado. “Si se deterioran estas condiciones, el impacto será rápido y negativo en el crecimiento y la creación de empleo”, precisó en la cámara baja.

La primera preocupación, la deuda pública

“La primera preocupación del Ministerio de Economía”, como también llegó a decir el titular del ramo, es la existencia de una abultada bolsa de deuda pública que ronda el equivalente al 100% del PIB. España está inmersa en una carrera contrarreloj para reducir esta ratio al 60% del PIB en 2020, algo que se antoja prácticamente imposible y que amenaza con sanciones a España.

Pero este escenario se volvería aún más adverso con una subida de tipos, ya que no permitiría alcanzar los niveles de ahorro en intereses de la deuda emitida de los últimos años.

España tiene que hacer frente en 2017 a aproximadamente 350.000 millones de euros de emisión bruta, entre deuda pública y privada. Según Torres, por cada punto porcentual de subida en los tipos de interés la deuda pública se puede disparar en 10.000 millones de euros. Esta situación hace a España especialmente sensible ante cualquier posible shock que conduzca a un aumento de tipos.

Torres aclara que, aunque, con todo, un incremento de los tipos de interés no se traduciría inmediatamente en un incremento de la deuda, puesto que conviviría durante un tiempo con vencimientos de emisiones que se han beneficiado de las bajas rentabilidades e incluso de tipos negativos durante los últimos años. Sin embargo, señala que el ahorro en intereses que se ha sucedido en los últimos años se podría ver empañado.

En este sentido, la estrategia de emisiones del Tesoro Público pasa en 2017 por alargar los plazos de la deuda que se emita para que el alza de los tipos se amortigüe y no afecte en el corto plazo.

En opinión de los analistas de HSBC, si se mantienen al alza los costes de la deuda soberana, esto “podría erosionar el espacio fiscal creado por el plan de compra de bonos del BCE (QE), motor esencial del crecimiento y también hacer más difícil para los países periféricos, y también para Francia, reducir sus ratios de deuda sobre el PIB”.

El Estado debe seguir sosteniendo a las CCAA

Otra implicación en términos de deuda tiene relación con la precaria situación que aún atraviesan las cuentas de las comunidades autónomas. El Gobierno está comprometido con el apoyo a las regiones y, para ello, el Tesoro ha incluido en su programa de emisiones para este año la dotación necesaria para cubrir las disposiciones del Fondo de Financiación de comunidades autónomas y del de las locales.

Hay mucho en juego, un reciente informe de S&P indica que la mayor parte de las regiones españolas que cubre el Estado (nueve) tendría un ráting considerado bono basura si no contara con el respaldo financiero del Gobierno.

El crecimiento, el empleo y el gasto social

Otra de las aristas de una posible subida de los tipos de interés tiene que ver, vía deuda pública, con las políticas sociales. Se trata de un nexo que ha puesto en evidencia el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, durante sus últimas comparecencias parlamentarias.

Pero no es el único. Un reciente informe del Círculo de Empresarios concreta que es necesario reducir la ratio de deuda pública sobre el PIB –contra lo que jugaría un incremento de tipos—para poder absorber el incremento del gasto público social que vendrá de la mano del envejecimiento de la población.

Y en última derivada, la preocupación del Gobierno tiene que ver con ese viento de cola que ha sido la financiación barata en los últimos años. Más allá de los problemas de fondo de la economía, lo cierto es que si las empresas españolas se encuentran con menores facilidades para financiarse, sus márgenes se reducirán, se podrían frenar los ritmos de inversión y el último perjudicado sería el empleo.