Los discursos del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, tras las reuniones de política monetaria de la institución, suelen mostrar un patrón muy claro, con un lenguaje muy cuidado y, por lo general, poco lugar para las sorpresas.

Por eso, en los mercados se suele examinar con atención cada matiz, cada leve variación que pueda indicar alguna pista sobre los futuros movimientos de la institución. Este jueves, el propio Draghi fue el encargado de subrayar a analistas e inversores el elemento en que debían reparar.

El presidente del banco central remarcó que en su comunicado había desaparecido la mención, recurrente en los últimos años, a la disposición de la institución a utilizar todos los instrumentos disponibles para alcanzar su mandato.

Para añadir más luz sobre esto, Draghi aclaró que en la hoja de ruta de la institución no figura ningún plan para recortar más los tipos de interés, que cumplen este marzo un año en niveles del 0%, ni la posibilidad de extender el actual plan de subastas de liquidez en condiciones muy ventajosas para la banca (TLTRO II), que concluye este mes.

El BCE cree que no hay necesidad de nuevos recortes de tipos o de extender las subastas de liquidez a la banca

Un mensaje que llega justo en el momento en que el banco central se dispone a reducir su programa de compras de deuda (QE) hasta los 60.000 millones de euros al mes (frente a los 80.000 millones actuales) a partir del próximo abril.

La razón por la que el BCE empieza a guardarse algunas de las principales armas con las que ha combatido en los últimos tiempos la debilidad económica en la eurozona es, en palabras de Draghi, que la institución "ya no tiene sensación de urgencia" respecto a la necesidad de tomar medidas adicionales.

Y es que, como el banquero italiano ya señaló en su anterior comparecencia, los riesgos de deflación que han sobrevolado durante varios trimestres la región "han desaparecido en gran medida".

Todo esto en un escenario de progresiva mejora de la confianza hacia la economía europea, plasmado en una mejora de las previsiones del BCE, que espera que se expanda un 1,8% este año y un 1,7% el próximo, en ambos casos una décima más de lo proyectado el pasado diciembre.

Para los mercados, este movimiento estratégico por parte del banco central es indicativo de que la retirada ha comenzado, aunque se prevea que esta vaya a resultar gradual. Indicativo de esto fue el repunte del euro, que recuperó el nivel de los 1,06 dólares, así como la subida de rentabilidad de los bonos soberanos europeos, con los títulos germanos a 10 años superando el 0,4% de rentabilidad por primera vez en un mes.

La necesidad de más estímulos

Con todo, Draghi se esforzó en poner coto a cualquier preocupación sobre un próximo fin del QE, porque aunque los riesgos en torno a la economía hayan menguado en los últimos meses, aún siguen apuntando a la baja. En especial, explicó, el repunte reciente de las tasas de inflación se debe, en gran medida, a la evolución de los precios de la energía y los alimentos, mientras que la inflación subyacente se mantiene débil.

Teniendo en cuenta esto, Draghi considera que no es momento aún para "cantar victoria en el lado de la inflación". De hecho, la institución ha elevado hasta el 1,7% sus perspectivas de inflación para 2017 (frente al 1,3% previo), pero deja sin cambios las proyecciones a más largo plazo, por lo que en 2019 aún espera que no se alcance la meta del BCE de situar el índice de precios ligeramente por debajo del 2%.

Por lo tanto, "un grado muy sustancial de política monetaria acomodaticia para asegurar un retorno sostenido de la inflación" a los niveles deseados sigue siendo necesaria.

La institución sigue manteniendo la promesas de mantener el QE sin cambios hasta final de año o más allá

Esto significa, según volvió a indicar la institución, que el programa QE continuará, a partir de abril, "a un ritmo de 60.000 millones de euros mensuales hasta el final de diciembre de 2017 o hasta una fecha posterior si fuera necesario", sin descartar ampliarlo en caso de deterioro de las condiciones. Al mismo tiempo, los tipos de interés se mantendrán "en los niveles actuales, o en niveles inferiores, durante un período prolongado que superará con creces el horizonte de sus compras netas de activos".

Promesas encaminadas a limitar la preocupación por el hecho de que Draghi empiece a planificar las herramientas del entramado diseñado en los últimos años para revitalizar la eurozona.

Un entramado que sigue siendo esencial, según volvió a reconocer, para mantener vigente una recuperación que aún necesita de reformas políticas para ganar solidez. Por eso, el banquero italiano sabe que debe medir al milímetro cualquier cambio en su estrategia. Y encargarse de que cada movimiento sea visto del modo adecuado por los mercados.