Santander, CaixaBank y Bankia se juegan 1.480 millones de euros en avales y préstamos de la compañía de ingeniería Isolux, en proceso de reestructuración y con los días contados hacia un concurso de acreedores, si no es capaz de llegar a un acuerdo con la banca acreedora.

El banco que preside Ana Botín cuenta con una exposición a Isolux de 560 millones de euros entre avales y préstamos, seguido por CaixaBank, que tiene en el aire otros 550 millones, y Bankia, que se juega en esta operación 370 millones, según confirman a El Independiente fuentes conocedoras. Tras éstos, Popular, Sabadell, Natixis, Société Générale y Deutsche Bank tienen comprometidas cifras menos significativas.

Santander tiene 560 millones en avales y préstamos; CaixaBank, 550 millones, y Bankia, 370 más

Para evitar el colapso, Nemesio Fernández Cuesta, presidente de Isolux, negocia in extremis una inyección de liquidez de entre 300 y 400 millones de euros. Caixabank y Bankia sí han aceptado aportar su parte correspondiente, pero Santander no está por la labor.

Fuentes próximas a las negociaciones aseguran que Santander, a día de hoy, no quiere financiar directamente al grupo, pero sí estaría dispuesto a respaldar proyectos concretos.

"Todas las entidades expuestas están haciendo sus números y analizando qué avales y qué proyectos merece la pena salvar. Se trata de ganar tiempo para minimizar el daño que sufran los proveedores, accionistas y empleados. La compañía ha de seguir con su proceso de desinversiones, terminando proyectos que están avanzados y soltando lastre para reducir su estructura. Aun así, su viabilidad es cuestionable. Es probable que esté abocada a la liquidación y, cuanto más pequeña sea menos ruido hará su caída", explican fuentes conocedoras.

En este momento crítico, la compañía se ha visto obligada a aplazar hasta el viernes 31 de marzo la formulación de sus cuentas de 2016, cuya presentación estaba inicialmente prevista para el martes.

El consejo del grupo controlado por una veintena del bancos -CaixaBank tiene un 14,36%; Santander tenía un 9,58% que vendió en octubre a Goldman Sachs; Bankia, un 6,54% y Sabadell, un 4,19%- ha solicitado más tiempo para analizar en “profundidad” los resultados de la empresa, dada la “extrema complejidad” que presentan como consecuencia del proceso de rescate y reestructuración que abordó el pasado año.

En julio de 2016 logró un acuerdo para reestructurar 2.100 millones de euros de deuda

Este proceso, además de implicar una capitalización del grueso de la deuda con la que la banca tomó el control del capital del grupo, incluyó una reestructuración de este pasivo y su homologación judicial, operaciones corporativas, un cambio en el método de contabilidad de las concesiones y ajustes y saneamientos en los activos.

Una de las operaciones que mayor dificultad arroja a la formulación de las cuentas es la disolución a comienzos del pasado ejercicio de Isolux Infrastructure, la filial de concesiones que el grupo compartía con el fondo canadiense PSP.

En virtud de esta segregación, Isolux se quedó con las líneas de transmisión eléctrica y la filial fotovoltaica T-Solar, mientras que el fondo mantuvo las autopistas de peaje.

No obstante, en el caso de la constructora, a lo complicado de la separación, se suma el hecho de que los activos forman parte del programa de desinversiones que puso en marcha en el marco de su rescate.

Ello implica su reclasificación como activos par la venta, una operación que, según avanza la empresa en un comunicado, “ha supuesto la revisión de los valores contables y, en consecuencia, la contabilización de pérdidas”.

Isolux trabaja en el cierre de sus cuentas del pasado año mientras en paralelo negocia una nueva inyección de capital con sus bancos acreedores y accionistas con el fin de financiar su actividad.

El grupo abre así una nueva negociación con la banca cuando no hace apenas un año, en julio de 2016, logró un acuerdo para reestructurar sus 2.100 millones de euros de deuda y garantizar su viabilidad.

En virtud del pacto, una veintena de bancos, liderados por Santander, Bankia y CaixaBank, se convirtieron en socios de control del grupo, que además lanzó un plan de desiversiones y diseñó una nueva estrategia para centrarse en sus negocios y mercados tradicionales.

En las últimas cuentas presentadas, las de cierre de la primera mitad de 2016, Isolux arrojó una pérdida neta de 270,5 millones de euros que multiplicó por dieciséis las de un año antes, si bien aún no incluían los efectos del rescate.