España se ha engalanado un año más para festejar la Semana Santa a golpe de tamborrada y paso firme de costalero. El fervor se mezcla con unos turistas que prometen otro año récord a hoteles y comercios. Mucho tiene que ver la recuperación económica. Pero, entre rezos y bonanza, las cuentas de la Iglesia Católica parecen ver la escena desde el balcón.

Los datos provisionales  de recaudación de la Iglesia a través de la asignación de una parte del IRPF que los ciudadanos ceden voluntariamente en sus declaraciones de la Renta se encuentra prácticamente estancada desde que se inició la crisis, pese a la recuperación económica iniciada a finales de 2013.

Sin embargo, la asignación paralela que se realiza para fines sociales a través de organizaciones sin ánimo de lucro (ONG) y la Cooperación al Desarrollo ha crecido en este mismo periodo más de un 50%, de acuerdo con los datos que maneja el Gobierno.

Cada año, los contribuyentes tienen la opción de marcar la casilla de la Iglesia para destinar el 0,7% de la cuota íntegra del IRPF para sostener económicamente a la Iglesia Católica. Esta asignación es independiente de la que se realiza, por el mismo importe, a las actividades de interés general consideradas de interés social, siendo ambas compatibles entre sí. En caso de no marcar alguna de las casillas correspondientes a estas opciones, esta parte se imputan a los Presupuestos Generales del Estado con destino a fines generales.

Esto es así desde que en los Presupuestos de 2007 se modificó el sistema de asignación tributaria a la Iglesia, de forma dejó de recibir cantidades con cargos a los Presupuestos, sino que son los ciudadanos que lo deseen los que pueden aportar para sostener a la institución.

Como indica la propia CEE, este hecho es de una gran importancia puesto que, de este modo, “el sostenimiento de la Iglesia depende exclusivamente de las aportaciones de los fieles a través de las distintas formas establecidas para ello (IRPF, donativos, etc.)”.

La recaudación de la Iglesia no remonta

El año que entró en vigor este nuevos sistema, las aportaciones a la Iglesia se dispararon un 39%, desde los 173,7 millones de euros a los 241,32 millones de euros. Algo similar ocurrió con las aportaciones para fines sociales, que pasaron de 167,8 millones de euros, a los 245,4 millones, un 46,2%.

Aquel año 2007 fue el último en el que la asignación a la Iglesia fue superior a la aportada a las ONG. Además, esta diferencia se ha ido ampliando año a año, durante la crisis, sin que haya dejado de menguar cuando ha llegado la recuperación. De hecho, la recaudación tributaria de la Iglesia se ha mantenido estable durante estos años.

Los datos provisionales de 2015 indican que, aunque el número de contribuyentes que marcaron la casilla de la Iglesia aumentó ligeramente frente a 2014, hasta los 7,3 millones -el 34,9% del total-, la asignación económica descendió un 0,4%, con 249,1 millones de euros.

Esta cifra total es un 3,2% superior a la recaudación de la Iglesia en 2007 e inferior a la mayor cifra de ingresos alcanzada durante la crisis, que fue de 252,6 millones de euros, en 2008. En paralelo, la asignación a fines sociales no ha dejado de crecer durante los años de la crisis, excepto en el año 2010. Solo desde 2012, a las puertas del inicio de la recuperación, estas aportaciones han crecido un 7,6%.

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Los Manchegos, los que más aportan a la Iglesia

Los datos aportados por la CEE también permiten trazar un mapa con las comunidades autónomas en las que más contribuyentes aportan proporcionalmente a mantener a la Iglesia. Los más solidarios con la institución son los ciudadanos de Castilla-La Mancha, donde un 49% de las declaraciones se remiten con la casilla correspondiente marcada. Les siguen de cerca Extremadura (46,8%), La Rioja (46,3%), Murcia (46%) y Andalucía (41,9%).

En el lado opuesto, una comunidad autónoma llama la atención sobre el resto. Menos del 20% de los contribuyentes en Cataluña pinchan la casilla de la Iglesia. El resto de las regiones se acercan, por lo menos, a un porcentaje del 30%.