Dicen los locales que son las huellas de Dios y los occidentales que son círculos hechos por hadas. Miles de redondeles de arena sobre campos verdes aparecen en vastas extensiones de África, desde Angola hasta el norte de Sudáfrica tras la época de lluvias. Los científicos llevan décadas en busca de una explicación. Una investigación ha concluido que son lugares donde dos especies que compiten por el agua han encontrado el equilibrio: las termitas y el césped.

Hasta ahora dos eran las hipótesis dominantes sobre el origen de estas extrañas estructuras, que miden entre 2 y 35 metros de diámetro y que aparecen y desaparecen cada varios años. Los pequeños se dibujan cada 24 años y los grandes cada 75 años. Una de las teorías apuntaba a las termitas. Estos insectos se comerían las raíces de la vegetación que comienza a crecer tras las primeras lluvias impidiendo que las hierbas prosperaran. Dibujarían círculos para crear en el subsuelo balsas de humedad que les permitirían vivir durante la estación seca.

La otra teoría apunta a las mismas plantas. En los paisajes áridos y semiáridos la vegetación se suele distribuir en parches alternados con zonas de suelo desnudo. En las zonas sin vegetación el agua de la lluvia no se infiltra y se genera una escorrentía superficial que, cuando encuentra una zona con plantas, se introduce en el suelo. Esta forma de distribución favorece la aparición de más plantas mediante un fenómeno de retroalimentación positiva. Cuanto mayor número de plantas más cunde el agua porque se evapora menos desde el suelo y esto favorece la aparición de más vegetación. Los círculos de las hadas serían parches con una curiosa forma.

La matemática Corina Tarnita, de la Universidad de Princeton, propone una mezcla de los dos fenómenos en un estudio que publica la revista Nature. Ha estudiado los círculos del desierto de Namibia. Ella y su equipo han integrado las dos perspectivas en modelos de simulación, que han validado después con datos en el terreno de cuatro continentes. Han reconciliado las dos propuestas y concluido que son las propias plantas combinadas con la presencia de las termitas lo que da lugar al insólito patrón de círculos.

Este fenómeno natural despierta tanta fascinación que se pueden adoptar. La reserva natural Namibrand ofrece esa posibilidad y destina el dinero a actividades para la conservación del medioambiente. Al lado de cada círculo adoptado ponen una cartel y envían fotos cada año a los simbólicos dueños.