Seguridad, seguridad y seguridad. Es la obsesión que comparten todos los actores implicados en el desarrollo del coche conectado. Nadie quiere ser el primero que vea su nombre asociado a un accidente provocado por una brecha en la seguridad de uno de estos vehículos.

Ya ha pasado, no sería nada nuevo. El primer ataque informático a un coche conectado ocurrió en el año 2015, y desde entonces se han multiplicado a la vez que lo ha hecho el número de ellos que hay en las calles. Era cuestión de tiempo.

Las previsiones dicen que, sólo en el año 2017, Windows recibirá 448 millones de incidencias relacionadas con la seguridad, mientras que Android tendrá que afrontar hasta 22 millones de ataques. ¿Por qué no iba a pasarle a los coches conectados?

Ya le está ocurriendo a las casas conectadas. La primera en sufrir un ciberataque está en Finlandia. Los hackers fueron directamente a por la función encargada de mantener la calefacción en marcha, tumbaron su algoritmo y los ocupantes se quedaron sin climatización; en Finlandia.

No es de extrañar, sabiendo eso, que los implicados en el desarrollo del coche conectado tengan una obsesión por la seguridad. “Es un gran desafío”, ha asegurado el CEO de Kaspersky, Eugene Kaspersky, que dirige una de las mayores empresas de ciberseguridad del mundo.

“Es un factor decisivo, y necesitamos mejorar en plataformas, software, y arquitectura para conseguir, no ya la seguridad, sino la inmunidad”, ha explicado, alertando a la vez de los “grandes riesgos que tienen tanto el transporte público como el privado”.

Grandes avances

En cualquier caso, los coches autónomos sin conductor han dado grandes pasos adelante. Ya hay 12 circulando en Pittsburgh, en la costa este de Estados Unidos, y esta semana ha aterrizado otra docena de ellos en Phoenix, en el estado de Arizona. Todos ellos llevan integrada la tecnología de Otto, propiedad de Uber. “La gente incluso se hace selfies cuando está dentro”, ha afirmado el fundador de Otto, Anthony Levandowski. “La respuesta de la gente está siendo fantástica, incluso llevamos a una señora de 94 años a la que le encantó el viaje”, ha dicho.

Pese a ello, Levandowski echa el freno a la difusión masiva de este tipo de vehículos. “Hay que trabajar mucho, sobre todo con las ciudades, para que entiendan lo que significa una tecnología así. Hace falta una regulación, pero no hay que apresurarse con ella”, ha afirmado.

La docena de coches, que lleva un tiempo circulando por la ciudad del estado de Pennsylvania, no ha tenido ningún accidente, aunque Levandowski sí que ha reconocido que algunos coches sí se han chocado con ellos.

Estos vehículos visten una tecnología laser en el techo que tiene una visión de 360 grados e identifica y reconoce todo lo que está alrededor. Gracias a eso, junto a un sistema de luces, puede identificar a otros vehículos, a los peatones e incluso los semáforos en los que detenerse. Con otro sistema lumínico se enseña al coche qué superficies son circulables y cuales son zonas prohibidas porque las ocupan los peatones.

Por supuesto, la seguridad es otra de las obsesiones de Otto. “Tienen que ser seguros. Por supuesto, tenemos cosas que cambiar para mejorar en este sentido, porque es algo que nos preocupa. Dentro de la industria tenemos que colaborar”, ha señalado el CEO. El desarrollo de la tecnología 5G será la que lleve de la mano a estos vehículos. “Tienen que hablarse entre ellos, los coches serán los dispositivos más grandes conectados en movimiento”, según Levandowski.

Coches conectados en los circuitos

Las carreras de coches están diseñadas para que los fabricantes lleven al límite las nuevas tecnologías que, meses o años después, llevarán incorporadas los vehículos que tenemos los conductores terrenales.

Alejandro Agag, el impulsor de la Fórmula E, quiere utilizar esta competición para completar ese proceso una vez más. Agag, que es el CEO de la empresa que posee los derechos de estas carreras, quiere utilizar la influencia de esa competición entre vehículos 100% eléctricos para que “en unos años” todos los coches de la tierra sean limpios y sostenibles.

Hace tiempo que Agag estaba alejado de los focos, sobre todo después de pasar mucho tiempo en primera línea mediática debido a su matrimonio con Ana Aznar, la hija del ex presidente del Gobierno José María Aznar. Agag mantuvo, durante mucho tiempo, una fuerte conexión con el, hasta hace unos meses, capo de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, pero ya hace tiempo que sus caminos habían tomado diferentes rumbos.

“La fórmula E es una visión del futuro. Las carreras presentan el marco ideal para poner todas las tecnologías al límite y luego implementarlas en la calle”, ha dicho. Con esa premisa, los ingenieros de Roborace han creado uno de los prototipos más impresionantes que se han visto. Está diseñado por Denis Swerdlor y sus muchachos, que han creado el primer vehículo de carreras sin conductor y 100% eléctrico.

Alcanza los 320 kilómetros por hora y cuenta con seis cámaras en los extremos. Su nivel de inteligencia artificial es tal que es capaz de procesar hasta 24 trillones de operaciones, con un peso de 975 kilogramos. Ya ha sido probado, y continuará haciendo apariciones en las citas que quedan en la Fórmula E.

Sólo hay que acercarse a los circuitos para verlo circular con éxito y completar vuelta tras vuelta. En el futuro, quién sabe si no tendremos que ser fans de un coche y no de un piloto.

Telefónica y Vodafone conducen el coche del futuro

Los operadoras de telecomunicaciones también quieren entrar en el negocio del coche del futuro. Telefónica y Ericsson han hecho una primera demostración pública de la conducción de un automóvil en remoto a través de una red de internet móvil 5G. La quinta generación de internet inalámbrica permite mayor fiabilidad, alta capacidad en la transmisión de datos y también una mucho menor latencia (el tiempo que tardan en transmitirse eso datos).

No han sido las únicas compañías que han querido mostrar sus avances en este campo. Vodafone ha mostrado en el circuito de Montmeló su nueva tecnología C-V2X, que sirve para conectar al vehículo a cualquier dispositivo. El coche se puede conectar a otros automóviles (lo que puede avisar de accidentes o de atascos), con peatones (evitando atropellos) o con cualquier infraestructura.