Están en todo el mundo y pasan desapercibidos. Los reovirus causan infecciones leves que a veces ni siquiera producen síntomas. Un equipo de científicos señala a estos ubicuos y discretos microorganismos como los desencadentes ocultos de una de las enfermedades más populares de los últimos tiempos: la celiaquía o intolerancia al gluten.

La razón por la que debuta esta dolencia del sistema inmunitario aún es un misterio de la medicina. Esta investigación, recién publicada en Science, arroja luz sobre el asunto. “El estudio muestra que un virus aunque no produzca síntomas clínicos puede estar haciendo algo malo en el sistema inmunitario y sentar las bases de un desorden autoinmune, y en este caso particular, la enfermedad celiaca”, explica la autora, Bana Jabri, médico de la Universidad de Chicago.

La especialista y su equipo han realizado la investigación con ratones. Cuando expusieron a los roedores a un reovirus que suele afectar a los humanos su sistema inmunológico se puso en marcha para protegerlos y tiempo después perdieron la tolerancia al gluten. El estudio también muestra el mecanismo que condujo a este fenómeno. Además comprobaron que algunos celiacos tienen niveles más altos de anticuerpos contra los reovirus.

La vacunación contra estos virus podría prevenir en el futuro algunas alergias alimentarias

“Los resultados son de gran interés ya que pueden explicar el aumento de la prevalencia de las alergias alimentarias y los desórdenes autoinmunes”, valoran Elena F. Verdú y Alberto Caminero, médicos de la Universidad de McMaster, en un artículo de opinión en la misma revista que publica la investigación. En España el 1% de la población es celiaca y en los últimos años se ha observado un aumento de personas no celiacas sensibles al gluten. Son alrededor de un 7% de la población.

La investigación abre las puertas a que en el futuro se implanten nuevas estrategias para prevenir las enfermedades autoinmunes y alergias alimentarias, como la vacunación frente a virus que hasta ahora eran considerados clínicamente irrelevantes.

“Para que una persona sea celiaca tiene que tener predisposición genética y poseer una inmunidad específica, pero aún no conocemos el gatillo que dispara la enfermedad”, explica a El Independiente Fernando Gomollón, gastroenterólogo de la Universidad de Zaragoza. Solo el 3% de las personas con predisposición genética desarrollan la patología. Entre ellas, hay algunos que la desarrollan cuando son niños y otros de adultos.

El músculo de la harina

El gluten es apodado como el músculo de la harina porque está formado por proteínas. Se encuentra en la semilla de muchos cereales, como el trigo, la cebada o el centeno. La masa del pan es elástica y es esponjosa tras el horneado gracias al gluten. Por esta propiedad se usa también para hacer algunas salsas o para dar consistencia a algunos medicamentos.

El sistema inmunitario de los celiacos ataca al gluten y provoca la inflamación del intestino. Con el tiempo aparecen lesiones en este órgano. Los signos habituales son mala absorción de los nutrientes, distensión y dolor abdominal, diarrea y otros síntomas ajenos al sistema digestivo, como erupciones, dolores articulares o dolor de cabeza. El diagnóstico definitivo se logra con una biopsia intestinal.

Desde los años 80 del siglo pasado, una de las teorías más barajadas por los científicos señala una infección como desencadenante de la respuesta inflamatoria patogénica propia de la celiaquía.  Además, existe una correlación epidemiológica entre el debut de la celiaquía en la infancia y las infecciones virales. El estudio recién publicado acota la búsqueda y pone el foco sobre los reovirus tan comunes en el mundo entero. Suelen producir infecciones respiratorias y gastrointestinales sobre todo a niños. Gran parte de las diarreas típicas de los bebés se deben a alguno de estos microorganismos.