El último informe de Onusida, la agencia de las Naciones Unidas para el sida, cifra en 36,7 millones el número de personas que a día de hoy viven con VIH alrededor del mundo. Sólo el año pasado, 1,1 millones de personas murieron por enfermedades relacionadas con el sida. Cierto es que 18,2 millones de personas ya tienen acceso a tratamiento antirretroviral, más que nunca en la historia, pero… ¿Cómo vamos a alcanzar el fin del sida como pandemia en 2030 si cerca de 20 millones de personas en todo el mundo carecen de tratamiento?

Tal fin no es una utopía. Todo lo contrario: es una realidad que los mayores organismos de salud como la OMS u Onusida han anunciado como factible. Pero no de cualquier modo. Son necesarias políticas adecuadas, que respeten los derechos humanos y los intereses de las poblaciones más afectadas por las pandemias, y financiación. Y el mundo, actualmente, está fallando en ambas.

Los recursos destinados a la lucha contra el sida han bajado del máximo de 19,6 mil millones de dólares en 2013 a los 19 mil millones en 2015, pese a que los cálculos de la OMS u Onusida estiman que las inversiones deberían aumentar hasta alcanzar los 26.2 mil millones en 2020, año de mayor inversión, para bajar hasta los 22,3 mil millones en 2030. Cuando parece claro que la respuesta al sida necesita una escalada parece que la financiación de los países donantes más importantes se estanca o reduce.

A día de hoy, 36,7 millones de personas viven con VIH alrededor del mundo

España, por ejemplo, lleva años sin participar en la lucha global contra esta enfermedad. Antes de 2011 llegó a ser uno de los mayores donantes del Fondo Mundial de lucha contra sida, tuberculosis y malaria, un organismo internacional que, desde su fundación en 2002, ha salvado más de 20 millones de vidas a través de sus programas y que, hoy en día, ofrece tratamiento para sida a casi la mitad de todas las personas que tienen acceso a éste. Y, sin embargo, este país lleva más de cinco años sin donar ni un solo céntimo al Fondo.

Tras muchos años de lucha, parece que las cosas pueden cambiar. Hace apenas una semana la totalidad de los grupos parlamentarios han aprobado una Proposición No de Ley (PNL), presentada por el PSOE, en la que se exigía al Gobierno volver a ser un donante del Fondo Mundial para los próximos tres años, empezando por 30 millones de euros en 2017 y donando otros 70 en los dos años siguientes. Una cifra, 100 millones, que por parte de diferentes grupos y organizaciones, como Salud por Derecho, es un buen comienzo para empezar a ser parte del fin de esta pandemia.

Poblaciones clave en países de ingresos medios

Uno de los grandes problemas en la lucha contra el sida es el de la pérdida de financiación en los países que pasan de ser de ingresos bajos a ingresos medios, según la clasificación del Banco Mundial. Al obtener su nuevo rango, estos países, que cuentan con el 60% de todas las personas viviendo con VIH, son abandonados por los mecanismos de financiación internacional como Pepfar o el Fondo Mundial de lucha contra sida, tuberculosis y malaria, que priorizan a los países de rentas bajas, y deben responder con sus propios recursos a la totalidad de las pandemias que les afectan.

Las regiones de Europa del Este y Asia Central son las más castigadas

El drama castiga de manera exagerada a regiones de Europa del Este y Asia Central, que han visto un aumento en la prevalencia de sida entre su población más vulnerable, y amenaza con minar los avances en América Latina. Las personas que se inyectan drogas, hombres que tienen sexo con hombres, trabajadoras sexuales, población transexual o presos son los más afectados por estas políticas, ya que su atención depende casi exclusivamente de las organizaciones sociales (que se quedan sin financiación y cierran sus servicios) y pasan a depender de los programas nacionales de sus países. Países que, muchas veces, tienen políticas aún muy discriminatorias contra estas poblaciones estigmatizadas que quedan, por lo tanto, en el olvido.

El Fondo Mundial y el resto de organismos deben cambiar esta política de financiación tan irresponsable, y los gobiernos de todo el mundo, también España, deben financiar la respuesta bilateral para apoyar a las organizaciones que trabajan con las poblaciones clave.

El ITF, una herramienta de financiación justa

El Impuesto sobre las Transacciones Financieras (ITF) es un pequeño impuesto que 10 países europeos, España incluida, negocian actualmente y del que se espera un acuerdo en el Ecofin (la reunión de Ministros de Finanzas europeos) del 6 de diciembre. Este impuesto (que no se aplica a la ciudadanía, sólo a entidades financieras y a algunas de sus transacciones más especulativas) tiene un potencial recaudador de 22 mil millones de euros, según cálculos de la propia Comisión Europea; 3.000 sólo en España. Y es, sin duda, una gran oportunidad para recaudar fondos en Europa que puedan responder a emergencias globales actuales como el cambio climático, la pobreza y las grandes pandemias como la del VIH/sida.

Sólo con el 30% de esa recaudación se podría financiar el fin del sida para el año 2030, como afirma el informe “ITF en Europa: una manera de acabar con el sida” promovido por varias organizaciones, entre ellas Salud por Derecho. “Las negociaciones de los Ministros de Finanzas de las próximas semanas deberían versar sobre la destinación de los fondos obtenidos con el impuesto, para convertir el ITF en una herramienta de lucha contra la pobreza y justicia social”, aclara Vanessa López. “Además, durante el Día Mundial del Sida en diciembre de 2014, Mariano Rajoy ya mostró su apoyo a Francia por la destinación del ITF al desarrollo global y a lucha contra el cambio climático. Y el Ministro de Desarrollo alemán, Gerd Müller, se ha mostrado también a favor de esta medida. No hay excusa”.


* Pablo Trillo, de la ONG Salud Por Derecho