Todos los indicios nos llevan a pesar que hoy el Banco Central Europeo (BCE) anunciará una prolongación del programa de compra de deuda pública y corporativa (Quantitative easing, QE), que tiene prevista su finalización en marzo del 2017.

En concreto, dicho programa podría extenderse otros seis meses más y, durante este tiempo, el BCE podría anunciar la reducción del importe de las compras mensuales, más conocido en la jerga financiera como tapering.

Consecuentemente, como así afirmó Mario Draghi en su última comparecencia en el mes de octubre, es muy poco probable que la autoridad monetaria europea lleve a cabo un final abrupto del QE. ¿Por qué? Porque una parada en seco de dicho programa podría suponer un shock negativo sobre los mercados renta fija corporativa y de deuda soberana.

En cambio, previsiblemente se podría anunciar algún ajuste técnico en el QE, como es el incremento de las compras de deuda italiana, tras la victoria del “No” en el referéndum de Italia.

De hecho, en las semanas previas al referéndum italiano, la prima de riesgo de este país experimentó una tendencia creciente, llegando a alcanzar a finales de noviembre los 187 puntos básicos, actualmente se sitúa en los 164. La justificación de este cambio en la tendencia se fundamenta básicamente en que los mercados han descontado los previsibles refuerzos que el BCE puede anunciar sobre la deuda pública italiana.

Un posible refuerzo que no únicamente ha beneficiado a la economía italiana, sino que también ha tenido un impacto positivo sobre la prima de riesgo de otros países periféricos del continente europeo como España. De hecho, nuestro riesgo país también ha pasado de alcanzar la cota de los 138 puntos básicos en el mes de noviembre, a situarse hoy en el entorno de los 120.

Pero volviendo a la cuestión que nos concierne, resulta poco probable que Draghi anuncie hoy una modificación de los tipos de interés de facilidad marginal de crédito y de facilidad de depósito, que actualmente se sitúan en el 0,25% y en el -0,4%, respectivamente.

Al menos si nos guiamos por las propias afirmaciones que el presidente de la institución realizó tras la última reunión del BCE: “los bajos tipos de interés funcionan”. Al mismo tiempo, Draghi resaltó el compromiso de la autoridad monetaria por preservar un grado de expansión monetaria sustancial, necesario para asegurar una convergencia sostenida de la inflación a niveles cercanos, pero por debajo del 2%.

Las previsiones de inflación según Eurostat para el conjunto del 2016 se sitúan en el 0,2%, muy por debajo del objetivo del 2%, mientras que para el conjunto del 2017 y 2018, las previsiones sobre inflación se sitúan en el 1,2% y 1,8%, respectivamente.

En parte, estos pronósticos se apoyan básicamente en la evolución positiva que puede experimentar el precio del barril de Brent en los próximos meses, con un precio entorno a los 50 dólares, muy por encima del mínimo histórico alcanzado durante 2016 (30 dólares).

A la vez se espera que el dólar cobre fuerza con la segunda subida de tipos de interés que previsiblemente llevará a cabo la Reserva Federal el próximo 16 de diciembre y la prometida política fiscal expansiva prometida por Trump. A esto hay que añadir que, según el último informe de la Comisión Europea, el conjunto de la Zona Euro crecerá en2017 un 1,5%.

No obstante, ante este cuadro macroeconómico bastante positivo, el BCE no se puede permitir bajar la guardia. No tiene pinta que 2017 vaya a ser un año especialmente tranquilo, ante la incertidumbre que se avecina cuando, en el próximo mes de marzo, el Reino Unido lleve a cabo la negociación de las condiciones para efectuar su salida efectiva de la Unión Europea, a lo que se sumará las dudas que generarán a lo largo de todo el año los procesos electorales en las grandes economías de la Unión: Alemania y Francia, a los que se sumará los más que posibles comicios anticipados en Italia, tras el fracaso de Renzi en el referéndum del pasado domingo.

Mario Draghi y sus decisiones marcarán el camino a la economía comunitaria en los próximos meses. Se avecinan curvas para los mercados así que en sus manos está que la locomotora europea no se desvíe del camino marcado.


Carlos Salvador es profesor del área de Economía e Historia de CUNEF