Esta es la primera Conferencia de Presidentes, de las seis que se han celebrado desde 2004, que puede considerarse inicialmente como un éxito. En primer lugar por el formato, que ha huido de aquella fórmula retórica y prosopopéyica en la que la convocatoria se agotaba en los monólogos sucesivos de cada uno de los presidentes de las comunidades autónomas. Esta vez no ha sido así porque se han hecho trabajos previos, la agenda estaba elaborada con el propósito de obtener resultados y de prolongar el estudio para acabar logrando la solución de la mayor parte de los temas abordados, que han sido muchos y muy importantes.

Y lo que es más relevante: a tenor de las intervenciones de los distintos presidentes, es evidente que el clima político que ha dominado la reunión estuvo presidido por una clara voluntad de colaboración y, en la medida de lo posible, de acuerdos. Y esto es lo nuevo y lo esperanzador porque la mayor parte de los intervinientes ha coincidido en saludar un nuevo tiempo en el entendimiento entre las comunidades autónomas y la apertura de un espacio de diálogo en el que poner en común los problemas, las necesidades y las preocupaciones de las comunidades junto con el Gobierno. Este logro constituye en sí mismo un éxito que hay que saludar y al que debemos desear una larga vida.

No estamos acostumbrados a asistir a este clima en las relaciones entre autonomías y entre autonomías y Gobierno

No estamos acostumbrados a asistir a este clima en las relaciones entre autonomías y entre autonomías y Gobierno, y por eso hay que celebrarlo muy especialmente. En este mismo sentido parece que se ha abierto paso entre los presentes la conveniencia de hacer del Senado una auténtica cámara de representación territorial, lo cual requeriría una reforma de la Constitución. Pero no deja de ser reseñable el acuerdo mayoritario, aunque no unánime, sobre una modificación constitucional con la que se abordaría con eficacia el funcionamiento de esta España de las autonomías que ha crecido a trompicones y no está suficientemente lubricado.

Luego viene la larga lista de asuntos que se han abordado, el más peliagudo de los cuales es la cuestión estrella de esta Conferencia: el nuevo modelo de financiación autonómica. No se han abordado propuestas concretas pero sí ha quedado claro que antes de que acabe el año la nueva financiación tiene que estar ya cerrada y dispuesta para aplicarse. Otra cosa que va a encontrar  dificultades pero a la que habrá que buscar una solución que acepten todos, es la llamada corresponsabilidad fiscal. Es decir, la armonización del rango de tasas que cada gobierno autonómico impone en los tramos tributarios que son de su exclusiva competencia. Y ahí hay diferencias tremendas que son denunciadas por los gobiernos que soportan impuestos más altos y que ven cómo parte de su población se empadrona en otra comunidad para eludir el pago de unos impuestos que en su nuevo destino son mucho más bajos o sencillamente inexistentes. Madrid, por ejemplo, donde el impuesto de sucesiones es el 1%, se defiende y argumenta que, a pesar de todo, es la comunidad que aporta ella sola casi el 80% del fondo de solidaridad interterritorial y, sin embargo, la presidenta prefiere que las cosas sigan así en la comunidad madrileña.

Si los independentistas del Gobierno catalán persisten en su actitud abstencionista estarán llevando a Cataluña al suicidio

Se ha abordado otro asunto que es de la máxima trascendencia para el futuro de nuestro país y que necesariamente tiene que ser estudiado entre todos: la cuestión demográfica. Además de que el país está envejeciendo, la despoblación se distribuye de manera muy desigual en el territorio y los problemas que ambas circunstancias generan inciden ya e incidirán más en un futuro inmediato en el crecimiento económico, en la batalla contra el desempleo y en las necesidades de atención social. Y ahí entra la discusión sobre la extensión y la financiación equilibrada de la ley de Dependencia que soportan en su mayor parte las administraciones autonómicas cuando no era eso lo pactado.

En definitiva, una reunión fructífera, útil y prometedora en la que el diálogo y la voluntad de acuerdos se ha impuesto claramente sobre la tentación de primar las discrepancias. Cataluña no ha enviado representante. El País Vasco tampoco, pero esto último no tiene tanta importancia por el especial régimen económico de esa comunidad. Pero si los independentistas del Gobierno catalán persisten en su actitud abstencionista estarán llevando a Cataluña al suicidio. Esa es su exclusiva responsabilidad.