La sola posibilidad de que el incombustible Javier Arenas abandone su puesto en la segunda línea del PP merece un comentario. Arenas es el único superviviente que aún queda en un puesto de dirección del antiguo Partido Popular y su hipotética salida dejaría a Mariano Rajoy como único ejemplar de aquel PP de los días ya olvidados en los que Aznar era el jefe indiscutido y el líder victorioso. Fue ministro de  Trabajo durante el primer Gobierno del PP y de nuevo ministro, esta vez de Administraciones Públicas y más tarde vicepresidente segundo y ministro de la Presidencia en el segundo Gobierno de Aznar.

Su dedicación genuina, su pasión inicial y su frustración incurable ha sido Andalucía

Pero su dedicación genuina, su pasión inicial y su frustración incurable ha sido Andalucía, a cuya presidencia ha aspirado una y otra vez pero jamás ha logrado. Su última oportunidad le llegó en las elecciones autonómicas de marzo de 2012 y a punto estuvo de alcanzar su objetivo: el PP había ganado las elecciones generales de 2011 con mayoría absoluta y había llegado el momento de arrebatarle al PSOE el bastión que seguía en su poder desde 1982.

De hecho, todas los sondeos electorales le otorgaban una victoria muy holgada de 57 escaños, dos por encima de la mayoría absoluta, pero el entonces presidente de la Junta de Andalucía decidió no hacer coincidir las elecciones andaluzas con las generales, como había venido siendo habitual. Griñán esperaba que las primeras decisiones en materia económica del recién llegado Gobierno de Mariano Rajoy restaran apoyos electorales al PP andaluz porque el panorama económico al que se tenía que enfrentar le obligaría a adoptar decisiones muy impopulares. Y así fue: el nuevo Gobierno intentó no dañar con sus medidas al candidato Arenas, que acariciaba ya con la punta de los dedos la presidencia de la Junta de Andalucía. Pero fue imposible evitarlo y, 10 días después de las elecciones generales, la vicepresidenta del gobierno y los ministros económicos comparecían en rueda de prensa para anunciar la segunda mayor subida de impuestos de la historia reciente de España. Y también el mayor recorte de gasto público de la democracia en una sola tacada.

Los efectos sobre las aspiraciones del PP andaluz y de Javier Arenas en particular fueron desastrosos:  el PSOE perdió su habitual mayoría absoluta, pero el líder andaluz del PP no llegó a alcanzarla. Obtuvo 5o escaños y el socialista Griñán 47, pero la notable subida de Izquierda Unida, que dobla su anterior representación y logra 12 escaños, permite al PSOE pactar con esta formación y conservar el poder. Era la cuarta vez que Javier Arenas optaba a la presidencia de la Junta y fue la última vez que lo hizo. A partir  de entonces abandonó la dedicación a su tierra y se volcó en el partido, en el que ya había ocupado la secretaría general desde 1999 hasta 2003.

Su relación directa con Rajoy le otorga ahora mismo su mayor, en realidad su única, fortaleza

Amigo personal del presidente del Gobierno y su asesor en múltiples asuntos problemáticos a los que el PP se ha enfrentado en los últimos años, su relación directa con Mariano Rajoy le proporciona ahora mismo su mayor, en realidad su única, fortaleza. Pero es una fortaleza grande aunque tan dependiente del único criterio de su protector que bastaría un silencio de éste ante cualquier sugerencia de prescindir de Javier Arenas con el fin de proporcionar al partido que salga del Congreso de febrero un perfil más moderno y rejuvenecido, para que su suerte cambiara radicalmente de signo.

Y ésa es la incógnita ahora mismo. Pero no hay que olvidar que el político andaluz tiene hilo directo con el presidente y que a éste no le gusta nada prescindir de quienes son sus amigos. Aunque más veces de las que él hubiera querido se haya visto obligado a dejarlos caer. Habrá que esperar.