Muchas personas de bien se definen feministas pero sienten la necesidad de matizar que no tienen nada contra los hombres. Que es tan obvio como explicar que por rechazar el racismo no estás contra los blancos. O que gustarte el fútbol, no te convierte en hooligan.

¿Por qué considerarse feminista todavía necesita aclaraciones? El feminismo, que no es otra cosa que la defensa de igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, ha tenido mala prensa desde que nació. Y sería ingenuo pensar que es fruto de la casualidad.

Durante gran parte del siglo XX, estar en contra del voto femenino o de que una mujer trabajase fuera de casa ni siquiera se consideraba machismo, era, simplemente, pensar como Dios manda. Y lo entiendo, a nadie le agrada de partida ver amenazados unos privilegios con los que ha nacido.

Pero cuando las ideas en defensa de la igualdad lograron, al menos en la teoría, estar fuera de discusión, aún era posible desprestigiar a quienes se empeñaban en llevarlo también a la práctica. Que si las feministas son unos chicazos, que si unas histéricas, que a quién se le ocurre llevar los sobacos sin depilar.

No se puede estar solo un poco a favor de la igualdad como no se puede estar solo un poco embarazada

La palabra que representa la liberación de la mujer se ha ridiculizado sistemáticamente como mecanismo de defensa del statu quo. Y todavía mucha gente dice que no es machista ni feminista porque nunca le han explicado que necesariamente  se tiene que ser una de las dos cosas. No se puede estar solo un poco a favor de la igualdad como no se puede estar solo un poco embarazada.

Cuando yo era pequeña, en el cole nunca se estudiaba a las mujeres en Historia. Y mucho menos a las que habían trabajado por la igualdad de derechos. Como si el feminismo hubiera sido necesario en el pasado, pero se hubiera convertido en un anacronismo. Como si mágicamente estuviera todo resuelto y las feministas que aún quedaban dando la lata no se hubieran enterado.

La ficción tampoco ayudaba demasiado. La primera vez que de niña vi un personaje que reivindicaba el derecho al voto de las mujeres fue en Mary Poppins. ¿Recuerdan la excéntrica madre que dejaba desatendidos a sus hijos hasta el punto de tener que confiárselos a una extraña que baja volando en un paraguas? Ésa es la primera imagen de una sufragista que tuvimos los niños de varias generaciones. Un secundario cómico.

Normal que resulten cansinas las feministas, van ganando derechos y no se conforman nunca

En 1964, cuando se estrena esta mítica comedia musical ambientada en el Londres de principios del XX, el feminismo de la época ya no estaba luchando por el voto femenino (que en Inglaterra se autorizó en 1918 y en España en 1933), sino por la libertad sexual y los derechos laborales de las mujeres. Normal que resulten tan cansinas las feministas, por más que ganan derechos no se conforman nunca. ¿Qué será lo próximo? ¿Querer cobrar lo mismo?

Lo que sí que seguía muy vigente en los 60 era el cliché de la madre desnortada que se pasa el día en manifestaciones y deja a sus hijos desatendidos. Afortunadamente, en la película están a salvo con la intrépida Mary Poppins, uno de los personajes femeninos más libres de la factoría Disney que para variar es, además, inteligente. O, mejor dicho, audaz, que como decía Carmen Martín Gaite era la única forma de inteligencia que durante siglos la literatura se permitió atribuir a las mujeres.

"Ser hombre en Inglaterra bella cosa es", cantaba el padre de las criaturas del film a las seis y tres en punto. "El hombre aquí lo es todo... Gran señor de mi casa, el jefe, el rey. A los vasallos, mujeres y niños trato de forma cortés".  El señor Banks, que no comulgaba con las ideas políticas de su esposa, le dejaba rienda suelta siempre que al llegar a casa tuviera preparadas sus zapatillas y su Jerez a la hora de darle el beso de buenas noches a los niños. Muy liberal.

Pero tampoco vayamos a echarle toda la culpa a Mary Poppins de que hayamos crecido con una imagen caricaturizada del feminismo. No tenía por qué ser aquella sufragista alocada y despreocupada el referente que calara en nuestro inconsciente infantil. Sería como reprocharle a Disney la quiebra de Lehman Brothers porque en otra escena de la película el banco en el que trabaja el padre colapsa cuando su hijo se empeña en sacar dos peniques.

No es más que una fábula. Seguro que hubo otros muchos otros referentes de mujeres heroicas que han luchado por la igualdad en las películas que veíamos de pequeños. El caso es que ahora no se me ocurren.

Al que añada un pero después de definirse feminista le voy a mandar a la RAE

No olvidemos que lo verdaderamente importante no es la ficción, sino lo que hicieron tantas mujeres de carne y hueso en la defensa de los derechos del 50% de la humanidad. ¿Cuántas de ellas, por cierto, aparecían en los libros de Historia? ¿Y en los telediarios?

En todas las ideologías hay sectores extremos. Sin embargo, no se suele definir con lo que hacen éstos al conjunto del grupo. Sólo cuando hay un claro interés en deslegitimarlo.

Al que añada un pero después de definirse feminista le voy a mandar a la RAE, que lo define como "la ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres". Si hasta lo ha entendido la institución que todavía asocia a las mujeres con el sexo débil en su diccionario (porque una cosa es recoger los conceptos y otra aplicárselos), ya no hay peros que valgan.