A los sindicatos les asiste en este 1 de Mayo la razón en parte pero es evidente que cada día tienen menos fuerza para hacerla valer aunque todavía gozan de la presencia suficiente como para que sus reclamaciones sean atendidas en las mesas de negociaciones que tienen abiertas con la patronal.

Vayamos por partes. Les asiste la razón cuando reclaman un acuerdo rápido al menos en la mesa de negociación de los salarios que lleva meses abierta sin que todavía se haya llegado a un pacto satisfactorio. Si la economía española ha vuelto a porcentajes de crecimiento de antes de la crisis y el crecimiento del beneficio empresarial está por encima de los índices medios de la Unión Europea, es evidente para cualquiera que mientras la economía se ha recuperado, esa recuperación no se ha trasladado en la misma medida a los salarios de los  trabajadores. Dicen bien quienes dicen que todos entramos en su día en la crisis pero que no hemos salido todos  de la misma manera. Por lo tanto, a los sindicatos les asiste toda la razón cuando reclaman que la evidente mejora de la economía se traduzca en una redistribución de la riqueza más justa. Y, una vez pasado el 1 de Mayo, hay que dar por hecho que la mesa de negociación con la patronal se cerrará con un acuerdo más pronto que tarde.

No es una afirmación hija del optimismo antropológico de José Luis Rodríguez Zapatero, sino la constatación de que en negociaciones parlamentarias el Partido Socialista pactó en diciembre pasado con el Gobierno una subida del 8% del Salario Mínimo Interprofesional dentro de las negociaciones sobe el techo de gasto que también permitieron un acuerdo. Es decir, que habrá acuerdo porque hay voluntad política de que lo haya y que los sindicatos podrán exhibir ese logro para demostrar que están aquí para algo.

Si hace 10 años los sindicatos y su labor estaban valorados con un 4,5 sobre 10 ahora esa valoración no llega al 2,6"

Eso les ayudará a mejorar una reputación que ahora mismo está por los suelos, a la altura de la consideración que la opinión pública tiene de los partidos políticos según datos publicados por el CIS.  Si hace 10 años los sindicatos y su labor estaban valorados con un 4,5 sobre 10 ahora esa valoración no llega al 2,6. Y en esa caída ha tenido mucho más que ver el descrédito en el que han caído por los casos de corrupción en que se han visto implicados en los últimos años que por el hecho de que la reforma laboral fomentara la descentralización de la negociación salarial dando prioridad a los convenios de empresa frente a los de sector, limitara a un año la extensión automática de los convenios vencidos frente a la duración indefinida anterior y redujera los obstáculos para la flexibilidad interna, incluyendo las modificaciones unilaterales en las condiciones de trabajo.

No, eso puede haber contribuido a debilitar su peso en la vida laboral española pero lo que ha hundido su antiguo prestigio es que tanto CCOO como UGT han sido responsables de numerosas irregularidades y escándalos en los últimos años. Sólo tenemos que recordar el caso de las tarjetas black de Caja Madrid, los ERE fraudulentos en Andalucía, los cursillos de formación o la estafa del líder de UGT en Asturias, José Ángel Fernández Villa, que se acogió a la amnistía fiscal para regularizar su fortuna de origen fraudulento.

Por eso sucede que las protestas sobre los escándalos de corrupción en el seno del partido en el Gobierno que hoy se hacían en la manifestación sindical suenen literalmente a broma. No están CCOO, y sobre todo UGT, en condiciones de levantar demasiado la voz como si el asunto no les hubiera tocado de lleno también a los sindicatos. Por eso sucede también que a las manifestaciones del 1 de Mayo, a las que ambas organizaciones se esforzaron en convocar a los millones de trabajadores que están esperando ahora la firma de sus convenios colectivos, no hayan acudido más que una pocas decenas de miles en toda España.

Es muy improbable que se pudiera cumplir la amenaza expresada por ambos líderes sindicales a los empresarios según la cual van a sufrir "un calvario"

En Madrid, por ejemplo, y aunque las cifras de participación estimadas son muy dispares, se mueven en parámetros muy, pero que muy modestos: la Policía estima que ha acudido 8.000 personas; la delegación del Gobierno sube hasta 12.000 y los sindicatos convocantes se estiran hasta las 50.000. Muy poca respuesta en el mejor de los casos a una llamada "a salir a la calle" porque se argumentaba desde el frente sindical que ya "no hay excusas". No las habrá, pero el respaldo a su llamamiento ha sido casi nulo, lo cual debería llevarles a una profunda reflexión y a un cambio de estrategia.

Todo ello permite pensar que es muy improbable que se pudiera cumplir la amenaza expresada durante la manifestación por ambos líderes sindicales a los empresarios según la cual van a sufrir "un calvario" si no aceptan pronto en la mesa de negociación una subida salarial. Primero, porque ese acuerdo se va a producir con casi total seguridad y, segundo, porque si las dos principales centrales decidieran echar un pulso, pero un pulso serio, al Gobierno y a la patronal, es más que probable que fracasaran en el intento.

Por lo tanto, el balance de este Primero de Mayo para los sindicatos ha sido más bien pobre. La prueba es que Ignacio Fernández Toxo y Pepe Álvarez han tenido que compartir protagonismo en los medios de comunicación con el sempiterno Pablo Iglesias, que se ha colado entre ellos y sus reivindicaciones y se ha dedicado a vender su moción de censura a quien quisiera escucharle. Pero eso no quita que les asista la razón en materia de reclamación salarial y de mejor y mayor redistribución de los recursos en políticas sociales.

Y, eso sí, tampoco quita para que no tengan nada que hacer en lo que se refiere a la exigencia de derogación de la reforma laboral del PP de 2012 porque una medida de ese calibre no aumentaría, como ellos dicen, la calidad del empleo sino, al contrario, incrementaría exponencialmente los índices de paro. Eso ya lo hemos visto y, a la luz de la respuesta de los trabajadores al llamamiento sindical de hoy, se ve que la mayoría preferimos que, en todo caso, se mejore una fórmula que ha permitido que España ya haya recuperado 1,5 millones de empleos, la mitad del trabajo destruido durante la crisis, hasta superar los 18,4 millones de ocupados en el primer trimestre de 2017, según la última encuesta de la EPA. Deberían tomar nota del resultado casi fallido de su llamamiento general a manifestarse en este Día del Trabajo.