Es por todos conocido la popular advertencia que se deriva con aquello de que hasta el cuarenta de mayo no es aconsejable deprenderse del sayo. Del sayo protector ante las veleidades de la primavera. Con independencia de lo acotado en el tiempo de la admonición refranera, la alerta es una cualidad que produce frutos positivos en cualquier época del año. En el ámbito financiero es indudable que si queremos arribar a buen puerto deberá formar parte de nuestra tripulación como imprescindible compañera de viaje. Más aún a estas alturas del ejercicio bursátil anual, pues pasado el famoso cuarenta de mayo, el verano está a la vuelta de la esquina y la subida de la temperatura que reflejan los termómetros no sólo produce un descenso en el volumen de ropa, sino también en la permanente y obligada atención sobre nuestros ahorros y sobre los planes y objetivos trazados a principio de año para las carteras de inversión.

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