ETA sigue activa. Ya no mata, ya no extorsiona pero está ahí. Y así acumula cinco años vigilando. Analiza cada paso, cada actuación que se produce en torno a su organización y a sus miembros actuando con promesas vagas, compromisos indefinidos y denuncias gruesas contra quienes siguen su rastro para hacerla desaparecer. El último y más relevante de los golpes recibidos por la banda terrorista ya tiene respuesta.

Lo ha hecho este viernes a través del diario Gara en forma de un comunicado en el que además de cuestionar la operación policial conjunta entre las Fuerzas de Seguridad españolas y francesas del pasado día 12 en Oise, al norte de París, y en el que se desmanteló un zulo con un importante arsenal de armas, reitera su compromiso de dar nuevos pasos. “Nuevos compromisos, tienen la palabra de ETA”, concluye. Compromisos, que una vez más, ni concreta ni fija plazos para su cumplimiento. Y así acumula ya un lustro de promesas y compromisos sin cumplir desde que el 20 de octubre de 2011 la banda anunciase el cese de su actividad armada y el anuncio de su deseo de desarmarse y disolverse.

Aún no ha sido así. Ahora la organización terrorista reacciona al que ha sido el golpe más duro de las fuerzas antiterroristas de los últimos años, el desmantelamiento de un zulo en el que se encontraba el que se cree que es el grueso de su arsenal y con el que ETA aspiraba a negociar. El comunicado hecho público hoy está fechado el pasado día 18, es decir, seis días después de la operación. La banda intenta restar importancia a la acción policial y señala que todo lo que ha rodeado esta intervención es “propaganda”, ya que en realidad, apunta, el zulo era más bien “una trampa” preparada contra ETA y que sospechaba que estaba siendo vigilado, por lo que “hace mucho que nadie de nuestras organización ha acudido a ese lugar”, apunta.

ETA cuestiona que el hallazgo del zulo se produjera el día de la Hispanidad y coincidiendo con el quinto aniversario del fin de la violencia

ETA llega a cuestionar que el hallazgo se produjera el día de la Hispanidad y coincidiendo con el quinto aniversario de los acuerdos de Aiete, donde se fijó un calendario y marco para su desarme mediante la verificación internacional. ETA afirma que las armas encontradas -145 pistolas, dos fusiles y munición- quedaron fuera del proceso de desarme pero que tenía previsto dar “una salida adecuada a esos depósitos”. Considera que se habría actuado para profundizar, dice ETA, “en el esquema de vencedores y vencidos” y lanza un mensaje para evitar tentaciones de buscar lo que la banda terrorista considera “soluciones razonables”.

Reacción poco habitual

Que ETA reaccione de este modo a una operación policial no es habitual. El quinto aniversario de su cese de la violencia y la demora y el hastío en la sociedad vasca ante el proceso de desarme y disolución podrían haber precipitado el movimiento de ETA para justificarse y reiterar sus compromisos y adquirir “otros nuevos”, que no precisa. El anuncio incluye una apuesta por resucitar la vía de los verificadores internacionales, que desde ámbitos nacionalistas, en especial de la izquierda abertzale siempre se ha defendido y en el contexto de “Euskal Herria”. Más aún, el texto está escrito sólo cuatro días antes de que el llamado Foro Social de Aiete se reuniera en San Sebastián, con la presencia del mediador sudafricano, Brian Currin, así como representantes de los principales partidos y sindicatos nacionalistas –y la ausencia de PSE y PP- y en la que se reiteró la apuesta por dar una salida al proceso de desarme y disolución de ETA.

La credibilidad de ETA hace tiempo que quedó dañada. Más aún la “palabra de ETA” que ahora esgrime en su último comunicado para reforzar su compromiso. Las reiteradas manos tendidas desoídas han desplazado su situación entre las prioridades y preocupaciones de la sociedad vasca y de las instituciones. Sólo en el quinto aniversario de su cese de actividad han reflotado las apuestas por desarmarse a través de verificadores y mediadores internacionales o ante el Gobierno vasco, como ha reiterado el Ejecutivo de Urkullu resucitando una vieja propuesta lanzada hace años. Incluso el Ministerio de Interior, en boca de su ministro en funciones, Jorge Fernández Díaz ha vuelto a tender la mano a ETA al ofrecer el fin de la dispersión de sus presos a cambio de su disolución.

La organización cuenta con apenas una decena de militantes activos tras haber sido arrestados 141 en los últimos cinco años

La organización atraviesa un período de extrema debilidad, con apenas una decena de militantes activos tras haber sido arrestados 141 en los últimos cinco años y sin un gran arsenal de armas con el que negociar. Una fragilidad que ahora se cree que gestiona Mikel Irastorza, como líder de ETA de emergencia tras la detención de Iratxe Sorzabal y David Pla, dos de los portavoces del comunicado de desarme del 20 de octubre de 2011. En este contexto, ETA ha sido relegada a un problema menor y que preocupa más a su mundo y su entorno de presos –cerca de 350 en las cárceles españolas y francesas-, cada vez menos controlados por la organización, y un centenar de huidos de la justicia, que al resto de la sociedad. Una sociedad, la vasca, más centrada ahora en reparar heridas, reforzar la convivencia e iniciar una nueva etapa en paz.