Albert Rivera ha impuesto el cambio ideológico en la ponencia de ideario que Ciudadanos (C’s) debe aprobar en su próximo congreso. Es un giro que supone olvidar la apuesta por la socialdemocracia que en los orígenes de C’s aspiraba a compartir espacio con el liberalismo progresista, para abrazar ya definitivamente el liberalismo puro que de hecho se ha impuesto en su programa desde la llegada al partido de Luis Garicano.

El portavoz en el Congreso, Juan Carlos Girauta, fue el encargado de defender ese cambio en el Consejo General del partido reunido en Barcelona frente la enmienda a la totalidad presentada por el diputado en el Parlamento catalán Sergio Sanz, secundado por Paloma Jiménez de Parga. Más allá del debate ideológico, el enfrentamiento ha permitido escenificar el divorcio entre la ejecutiva del partido, integrada por la guardia de corps de Rivera y las nuevas incorporaciones, y los miembros del partido en Cataluña.

El Consejo General Ciudadano era la última opción de esos miembros -el último espacio donde la vieja guardia catalana puede plantar cara la ejecutiva nacional- para frenar el giro del partido, pero la dirección se ha impuesto finalmente gracias a 23 votos en contra de la enmienda, frente a los 20 a favor y los dos en blanco.

La nueva estrategia definida en la ponencia oficial busca un espacio en el centro derecha español que no concuerda con lo que representaba  Ciudadanos para quienes lo hicieron crecer en el cinturón rojo de Barcelona: la promesa de frenar al nacionalismo sin complejos desde la socialdemocracia. Es decir, restando votos al PSC, ya que el PP siempre ha sido un partido minoritario en Cataluña.

Huérfanos en Cataluña

Desde esos orígenes, los cuadros del partido ven con preocupación la identificación cada vez mayor con el espacio ideológico del PP. Y recuerdan que si Ciudadanos quiere crecer, es más probable que lo haga a costa de un PSOE en horas bajas que de un PP que sigue en el Gobierno y ganando elecciones generales. Pero esa tesis no es compartida en absoluto por la Ejecutiva liderada por Rivera, con hombres como Girauta, José Manuel Villegas o Luis Garicano e integrada por representantes del partido en toda España.

Más allá del debate ideológico, muchos de esos miembros catalanes aseguran sentirse huérfanos -en palabras de un asistente a la reunión- desde que Rivera ha aterrizado en el Congreso de los Diputados. Creen que los dirigentes del partido “han abandonado Cataluña” y recuerdan que en esta comunidad se sigue viviendo una situación política muy compleja, en la que el partido es blanco de ataques como los sufridos en la sede de L' Hospitalet, con siete en los últimos meses.

Esa impresión no hizo más que ratificarse este sábado cuando Rivera abandonó el Consejo General una vez aprobadas las ponencias, sin quedarse a la segunda parte de la reunión. Y tras aprobarse el traslado de la sede central del partido desde Barcelona a Madrid. Adiós al ideal de una formación nacida desde Cataluña con el objetivo de influir en toda España.

Comité Permanente a dedo

Una vez superado el trámite del Consejo General parece difícil que a Rivera se le vayan a escapar las riendas del partido con la ponencia de estatutos aprobada este sábado. Una ponencia que establece, entre otras cosas, la votación en primarias del líder del partido antes del congreso y la creación de un Comité Permanente de quince miembros de designación directa del presidente elegido en primarias. Es decir, Rivera podrá oficializar esa guardia de corps con la que de hecho ya dirige el partido, al margen de la Ejecutiva que salga del próximo congreso.