“Choque de legitimidades”, “foco de problemas”, “extrema complejidad”… La dirección del PP habla y no para sobre las dificultades del voto directo y universal de la militancia para elegir a su jefe de filas. Por ello, el departamento del vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez-Maíllo, ha diseñado un sistema híbrido de primarias, entre la militancia y los compromisarios, que medio satisface a los partidarios del principio “un militante un voto” y a los que preferían dejar las cosas como están. Entre estos últimos está el mismísimo Mariano Rajoy, aunque son conscientes de que había que lanzar alguna señal de “modernidad”.

Para hacer primarias hay que "purgar" el censo de militantes y el PP lleva lustros sin hacerlo

No obstante, junto a los argumentos antes esgrimidos sobre las dificultades objetivas que el sistema de primarias ha traído a partidos como el PSOE -a punto del estallido por un Pedro Sánchez que apelaba a las bases frente a un aparato al negaba cualquier autoridad- existen razones más prosaicas pero, no por ello, menos importantes.

¿Qué teme el PP de las primarias? ¿Por qué no dar voto a esos más de 860.000 militantes que aseguran tener?

Primero. Porque esa enorme cifra de afiliados, lejana, muy lejana, de la que admiten otros partidos poderosos como la UDC alemana, que estima su militancia en 435.000, necesita una puesta al día inmediata. Si convocas a todos tus militantes, lo primero que tienes que hacer es purgar el censo, y hasta ahora la mayoría de las organizaciones territoriales no han estado muy dispuestas a ello.

Cuando tu representación en el congreso nacional depende en un 75% del número de señores y señoras con carné del partido y un 25 de los resultados de las últimas generales, nadie tira piedras contra su propio tejado. No se sabe cuántos están realmente al día de pago de sus cuotas ni los que dejaron de militar en el PP , han fallecido o los nombres están duplicados. Es verdad que el partido de la gaviota es una de las formaciones políticas más potentes de Europa, pero la diferencia es tanta con respecto al resto, que no deja de ser una cifra sospechosamente grande.

Además, mientras en el PP la militancia no ha hecho más que subir como la espuma, ganando o perdiendo las elecciones, en época de crisis o de rosas, en la CDU se encendieron todas las alarmas este mes de diciembre al detectar que en diez años han perdido casi 130.000 afiliados, y eso que en Alemania viven 82 millones de personas y en España 46.

La representación en el congreso nacional depende en un 75% del número de afiliados y un 25 de los resultados de las generales

Y así, en lugar de exhibir músculo convocando a más de 800.000 militantes, con un líder sin contestación interna, Génova ha soslayado el asunto con una maniobra muy hábil que será de aplicación a partir del congreso nacional de febrero. Los afiliados que quieran votar en la “preselección” de aspirantes al liderazgo del partido, bien sea a nivel nacional, regional o provincial, tendrán que inscribirse como “electores”. De este modo la participación no se medirá en función de toda la militancia sino, tan solo, de los que hayan manifestado vía telefónica, por correo y hasta por WhatsApp que quieren participar en esa primera vuelta en caso de que haya más de un candidato.

Arreglado el primer problema. Bastará con comprobar que están al corriente de pago de sus cuotas para que formen parte del proceso sin necesidad de que las respectivas direcciones del partido se adentren en las procelosas aguas de confirmar si expiden tantos carnés de partido como dicen.

Génova no quiere que los titulares del día después a la elección de su líder sea que "han pinchado" por escasa movilización

Segundo. Es de suponer que los que se tomen la molestia de inscribirse como electores materializarán ese voto, de modo que se garantizan una participación casi plena en esa primera vuelta. De este modo, evitan el temor, verbalizado por un alto dirigente “genovés”, de que el titular del día siguiente “sea que hemos pinchado, que ha votado solo el 10% de la militancia y eso en el mejor de los casos", porque ya les gustaría movilizar a 86.000 de sus afiliados. Hasta en Podemos, que votaron casi 100.000 personas para ver cómo votan en Vistalegre II, quedó el raro regusto de que apenas lo había hecho un 23% de los inscritos en la formación morada (436.452). Y eso ellos, que tienen a los suyos más o menos motivados.

Nada que ver con esas votaciones a la búlgara donde el candidato cosecha el 98% de los apoyos de los compromisarios entre grandes ovaciones. Además, si participa el 10% de la militancia y lo hace entre dos o más candidatos, "la legitimidad del ganador se mide en un porcentaje muy exiguo", avisan en Génova.

Casi la mitad de los electores del PP no utiliza internet, lo que dificulta apelar a las bases a través de voto telemático

Para muestra, varios botones. A pesar de existir 1.200 asambleas convocadas para que los militantes del PP eligieran a sus compromisarios en el XVIII congreso nacional, sólo se votó en 208. En el resto, no hubo lugar porque el número de delegados asignados era el mismo que el de aspirantes a acudir a la cita congresual. 14.348 militantes populares acudieron a las urnas con un entusiasmo perfectamente descriptible. En el madrileño distrito de Salamanca lo hicieron 147 afiliados de 5.000, esto es, el 2,9%. No sólo se “pinchó” en el territorio aguirrista de Íñigo Henríquez de Luna, firme defensor de las primarias. 44 personas votaron en Castellón capital de entre 2.000 afiliados, un 2,2.

46,4% de votantes

Y del voto telemático, ni hablemos. La vía digital por la que facilitar la participación de los militantes, y, sobre todo, cuando son tantos, está llena de obstáculos. El CIS esconde a veces pequeñas perlas que pasan desapercibidas pero dicen mucho de la España en que vivimos. En el barómetro postelectoral correspondiente a julio de este año se interrogaba a los encuestados respecto a si habían utilizado internet en los últimos tres meses bien a través de ordenador personal o portátil, tablet o teléfono móvil. Nada más ni nada menos que un 46,4% de los que se declaraban votantes del PP no se habían asomado en ese tiempo al mundo digital, lo que les eleva a la categoría de "extraterrestres" con una cierta edad.

Ojo, en el PSOE eran el 41,7 %, mientras que los de Podemos, Ciudadanos o Compromís son mayoritariamente usuarios de las nuevas tecnologías y de las redes sociales. Eso no exime que "problemas técnicos" no especificados retrasen recuentos en los que el sector mayoritario gana por poco más de 2.000 votos, como ocurrió en la última votación "podemita".

Pero en cambio, no cabe duda que los 2.565 delegados que irán al congreso, más los que son natos, votarán, como un solo hombre, la candidatura de Rajoy.