Oriol Junqueras da por superada la interlocución con la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría tras el diálogo de sordos que ayer protagonizaron ambos vicepresidentes en Barcelona a cuenta del referéndum sobre la independencia, y ha señalado hoy a un futuro encuentro entre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el de la Generalitat, Carles Puigdemont, como el escenario en el que debe resolverse el desencuentro entre ambos gobiernos.

En declaraciones a Catalunya Ràdio, Junqueras ha asegurado que la Operación Diálogo de Santamaría queda congelada hasta que se produzca ese encuentro y ha añadido, para regocijo de la audiencia que la negativa del gobierno a convocar un referéndum responde a que "no quiere perder".

Junqueras ha confirmado así ante los micrófonos de la radio pública catalana que ayer ambos vicepresidentes escenificaron algo más que un desencuentro. Mostraron claramente las estrategias divergentes de ambos ejecutivos. El Gobierno quiere desarmar la imagen de inmovilismo que ha trasladado durante los últimos cuatro años y que se le cuestiona en diversos ámbitos, esa que según muchos ha ayudado al crecimiento del independentismo en Cataluña.

A la Generalitat no le conviene el diálogo

A la Generalitat, por contra, lo que más le conviene es la imagen de un gobierno impertérrito que sólo maniobra en los tribunales, sobre todo de cara al electorado de izquierda -ese que se identifica con los Comunes de Ada Colau y Podemos- al que intenta atraer al bando independentista. Por eso Soraya y su equipo se deshacen en gestos conciliadores mientras los independentistas suben peldaños en la escala de la provocación.

La reunión de ayer es un claro ejemplo de esa situación. La vicepresidenta intenta dar respuesta a la invitación publicada y por escrito que Junqueras cursó el pasado noviembre, acudiendo a la sede de la Consellería de Economía en vez de recibirlo en la Delegación del Gobierno o en Moncloa, y pide un encuentro discreto que habitualmente son los más productivos.  Junqueras -que era el primer interesado en una reunión discreta- ve como desde el Govern se filtra la cita y reacciona anunciando que pondrá el referéndum sobre la mesa de negociación, garante del desencuentro.

A Junqueras le convenía romper con la imagen del hombre que se entiende con el Gobierno que empieza a extenderse

Se puede aducir que quizá a Junqueras le convenía romper con la imagen del hombre que se entiende con el Gobierno que empieza a extenderse también en los medios catalanes, frente al resistencialismo exhibido por Carles Puigdemont que tan buenos réditos le está dando a tenor de los últimos sondeos. Pero ese modo de manejar la puesta en escena tras los encuentros entre Gobierno y Generalitat no es nuevo. Que se lo pregunten al ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, quien la semana pasada vivió en primera persona cómo se cocinan las comparecencias en estos casos: sin banderas, para no colocar la enseña nacional junto a la senyera, y flanqueado por dos consejeros, Josep Rull y Meritxell Borrás , que convirtieron la rueda de prensa en un calvario para el ministro.

Referéndum antes de comprometerse

Por su parte, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha señalado hoy que para comprometerse con la celebración del referéndum quiere garantías de que este "será efectivo". "Nosotros siempre hemos estado a fondo y hasta el final con el referéndum", ha añadido sobre la relación de Cataluña con España, antes de asegurar que su formación "ha contribuido activamente para que el apoyo en España creciera. Colau se ha sumado además a las voces que reclaman a Puigdemont que asista a la Conferencia de Presidentes.