Hasta en tres idiomas han defendido Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Raül Romeva que Cataluña celebrará un referéndum para la independencia. Un referéndum al que Europa, ha señalado insistentemente el presidente catalán, no puede dar la espalda. Lo cierto, sin embargo, es que eso es precisamente lo que han hecho este martes las instituciones comunitarias. Ni un representante oficial de la Unión Europea (UE), de la Comisión Europea o del propio Europarlamento ha recibido a Puigdemont antes o durante su conferencia en una sala de audiencias de la Cámara.

Entre las más de trescientas personas que han ocupado la sala, escasa presencia de europarlamentarios -entre ellos los convocantes y el catalán Ernest Urtasun (Podemos)- y ausencia absoluta de representantes del cuerpo diplomático, convocados a la misma hora por el presidente de la Cámara, Antonio Tajani. La campaña publicitaria en prensa internacional, por la que la Generalitat ha pagado 127.000 euros, no ha dado los frutos esperados.

Obviando estas ausencias, Puigdemont ha insistido en su discurso en que el referéndum independentista que se propone hacer en Cataluña “es problema europeo y Europa no puede permitirse mirar hacia otro lado, Europa tiene que formar parte de la solución, porque forma parte de sus valores y por pragmatismo”.

Persecución judicial

El presidente catalán ha asegurado además que la consulta se celebrará pese a la oposición del Gobierno y ha argumentado que “serán los ciudadanos los que con su participación autorizarán y validarán e referéndum”. Y ha repetido ante el público europeo su indignación por los procesos judiciales contra el ex president Artur Mas y los ex consellers Francesc Homs, Irene Rigau y Joana Ortega. “Más grave aún que la ausencia de diálogo es que la única decisión tomada hasta ahora es la judicialización de la política instrumentalizando parte del poder judicial y el Tribunal Constitucional en un claro atentado contra la separación de poderes y violando cada vez más los estándares democráticos de la UE”.

Imagen de la sala, durante la conferencia de Puigedemont, Junqueras y Romeva.

Imagen de la sala, durante la conferencia de Puigedemont, Junqueras y Romeva. EFE

Puigdemont ha hablado de “persecución a los que no piensan como ellos” al tiempo que defendía la consulta del 9 de noviembre de 2015 como “una jornada ejemplar”. Todo ello después de argumentar que la independencia es la única salida para los catalanes que “no quieren diluirse en una región más de España, perdiendo su identidad” como obliga a su juicio la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut.

Oriol Junqueras, por su parte, ha defendido la celebración del referéndum para que los catalanes puedan salir de un Estado español que ha definido como “económicamente ineficiente, socialmente injusto y con un nivel de democracia insuficiente”. Junqueras ha señalado las debilidades de la economía española, desde el precio de la electricidad al nivel de deuda -aunque sin referirse al FLA, que ha convertido al Estado en principal tenedor de deuda de la Generalitat-.

Frente a este panorama, el vicepresidente catalán ha definido “un objetivo muy simple, más democracia, la posibilidad de que los ciudadanos puedan decidir con su voto su futuro, se hagan responsables de sus decisiones”. Somos tan responsables, ha añadido con ironía -y en castellano, para que llegue el mensaje a quien debe- “que queremos asumir toda la responsabilidad, el mismo nivel de responsabilidad que cualquier otro estado, convencidos de que la democracia es la mejor garantía de políticas económicas eficientes y justicia social”.