El divorcio Gobierno-partido que defendía el crítico madrileño Íñigo Henríquez de Luna se queda en separación amistosa y diferida. El vicesecretario popular de Organización y responsable de la ponencia de Estatutos, Fernando Martínez-Maíllo, ha pactado una enmienda transaccional por la que acepta la separación "gradual" entre lo que son cargos orgánicos del partido de cargos públicos, con las únicas excepciones del jefe del Ejecutivo y los presidentes autonómicos.

El texto, que se incorpora a los Estatutos del PP que se aprobarán mañana durante la primera jornada del XVIII congreso popular, queda de la siguiente manera: "Tenemos un compromiso inquebrantable con la libertad, los derechos individuales y la separación de poderes, así como la existencia de pesos y contrapesos como marco de convivencia y progreso de nuestra sociedad (...) Por ello promoveremos una gradual separación y limitación en la acumulación de cargos institucionales de gobierno y orgánicos del partido".

Varias enmiendas piden que no se acumulen cargos, lo que apunta a la ministra de Defensa, secretaria general y líder del PP de Castilla-La Mancha

De esta manera Génova salva el espinoso debate sobre la acumulación de cargos de María Dolores de Cospedal, que, con toda seguridad, será revalidada secretaria general del partido. A este cargo suma el de ministra de Defensa y presidenta de los populares castellanomanchegos, que la quieren de candidata a la Junta en las elecciones autonómicas de 2019. Con esa "gradual separación" Maíllo intenta desactivar el que podría convertirse mañana en uno de los puntos de interés de un congreso, por lo demás, bastante descafeinado.

No es la de Henríquez de Luna la única enmienda que pide limitar los cargos que puede acumular una sola persona a uno orgánico y otro público, pero sí le da un argumento para que éstas no prosperen durante el debate en plenario de mañana. Por su parte, el díscolo madrileño, mano derecha de Esperanza Aguirre en el Ayuntamiento, ha destacado la "disposición y capacidad de diálogo" de Maíllo, cree que el PP "ha aprendido de los errores del pasado" y si bien defiende que Gobierno y partido son complementarios y deben actuar coordinados, su relación "no puede ser de subordinación ni sometimiento".