El 14,6% de los detenidos en España entre 2013 y 2016 en operaciones contra el terrorismo yihadista eran mujeres, lo que da una idea de la relevancia que está adquiriendo la movilización femenina no sólo como eslabón en la cadena de adoctrinamiento y captación de combatientes sino también como amenaza cada vez más real para la planificación y comisión de atentados.

Carola García-Calvo, investigadora del programa de terrorismo global del Real Instituto Elcano, acaba de publicar el primer análisis en el que se aborda un fenómeno "inexplorado empíricamente" hasta ahora. La especialista considera que aún no se puede trazar el perfil tipo de las mujeres que abrazaron los postulados del Estado Islámico, pero sí se pueden dibujar algunos "rasgos" diferenciadores.

La base del estudio es la información relativa a las 23 mujeres que, tras ser detenidas por la Policía Nacional o la Guardia Civil, fueron puestas a disposición de la Audiencia Nacional por actividades relacionadas con el Estado Islámico. Siendo un universo "todavía pequeño", García-Calvo considera que los datos arrojan ya "evidencia empírica suficiente" y permiten realizar una aproximación a un fenómeno que "no debe pasar inadvertido ni para las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado ni para la sociedad en su conjunto".

El primer estudio sobre la movilización femenina arroja diferencias con los hombres detenidos

El análisis de los casos permite establecer interesantes diferencias respecto al patrón que prevalece en los hombres arrestados por su participación en acciones vinculadas al terrorismo yihadista. Así, la edad media se sitúa en 24 años, siete por debajo de la de los hombres detenidos por la comisión de los mismos delitos (31,3 años). Es más, la horquilla comprendida entre los 19 y los 23 años concentra casi la mitad de las detenciones (el 47,9%) e incluso se registraron dos casos de menores de edad.

El estudio no pasa por alto el estado civil, variable que también arroja "diferencias notables" cuando se establece la comparación por sexos. En este sentido, el 45% de las detenidas eran solteras en el momento en que se produjeron los arrestos -frente al 61,4% de casados registrado entre los hombres detenidos- y el 65% no tenía cargas familiares, a diferencia del sexo opuesto: el 55,6% de los hombres sí tenían hijos.

"Estos resultados, sumados a los relativos a la edad, guardan coherencia con la estrategia de Estado Islámico de captar mujeres cuya identidad está todavía en proceso de formación, lo que las hace especialmente vulnerables a la adopción de esta visión extrema y rigorista del credo islámico. Asimismo, tienen relación con otras cuestiones de carácter utilitario, relacionado con el hecho estratégico de que estas jóvenes en edad fértil se establezcan en el territorio ocupado, contraigan matrimonio allí con un muyahidín y alumbre a la siguiente generación de yihadistas", razona Carlota García-Calvo.

La mitad de las arrestadas se habían radicalizado de forma exclusiva en un entorno 'online'

El perfil de la mujeres detenidas en el país revela también que mayoritariamente tienen nacionalidad española -residentes en España de segunda generación y nacidas fundamentalmente en Melilla y Ceuta-, si bien en un 39,1% de los casos habían nacido en Marruecos. Las féminas también cuentan con mejor formación académica que los varones: no sólo no había ninguna carente de educación reglada, frente al 8,8% de casos contabilizados entre los hombres, sino que incluso un 6,3% tenía estudios superiores.

Especial atención dedica la investigadora al medio que propició los procesos de radicalización. En este sentido, llama la atención sobre el hecho de que internet ha permitido a las mujeres introducirse en entornos que "habían estado vetados" hasta entonces para ellas, lo que les posibilitó el acceso a la propaganda yihadista. El análisis le ha permitido a García-Calvo establecer otra diferencia con los hombres: el 55,5% de las mujeres se radicalizaron exclusivamente en el entorno online, cifra muy superior a la registrada en los hombres: el 30,8%.

A mayor precisión, los procesos de radicalización violenta tuvieron como ámbito las redes sociales (93,3%), seguidas de las aplicaciones de mensajería instantánea en los móviles (80%) y de los foros o blogs (20%). "La enorme penetración de internet y las redes sociales entre los jóvenes occidentales hace que la propaganda les llegue de manera rápida, directa y en la lengua que dominan éstos, respondiendo casi a una campaña de marketing adaptada al mercado. Esto ha podido influir en el hecho de que los procesos de radicalización violenta sean acelerados y concluyan a los pocos meses de haberse iniciado", argumenta.

Contraer matrimonio

El estudio detecta también diferencias entre las motivaciones. Así, el 61,5% de las mujeres detenidas se implicaron en actividades terroristas de naturaleza yihadista "por motivos de carácter emocional o afectivo", como la aspiración de contraer matrimonio con un combatiente en territorio ocupado del que se había enamorado a través de internet o inducidas por sus parejas sentimentales. En los varones, sin embargo, esta motivación representa tan sólo el 11,1%.

Otro aspecto relevante que ofrece el análisis es que casi 8 de cada 10 mujeres tenían voluntad de desplazarse al califato para implicarse en su construcción. "La intención no era tanto hacer una 'yihad en casa' como la de trasladarse al territorio ocupado por Estado Islámico para incorporarse al proyecto de califato en construcción pero sin entrar en combate", apunta García-Calvo, que recuerda cómo las detenidas habían dejado patente su "firme compromiso" con la organización y que habían mostrado públicamente su aceptación de la violencia como "forma de alcanzar un proyecto político".

En opinión de la investigadora, no habría que "menospreciar la potencial amenaza a la seguridad que para países como España pueden suponer las mujeres incorporadas desde Occidente al movimiento yihadista global", lo que conllevaría necesariamente la adopción de medidas para prevenir la radicalización violenta. En este sentido, Carola García-Clavo considera que un "entorno sensible" para actuar serían las prisiones y los centros de menores, "ámbitos hasta ahora ajenos a esta problemática y que ya están albergando a las primeras condenadas en sedes judiciales".