Fue una de las sorpresas en la nueva configuración de Podemos tras Vistalegre II. Pepe Viyuela reviste de normalidad su llegada, casi fortuita, a la vida política. Apoyó a Iñigo Errejón porque confió en la unidad que ofrecía, y pese a ocupar el último puesto de su lista, el sistema abierto de votación dio margen para la sorpresa, convirtiendo al actor en miembro de la dirección del tercer partido del país. No afronta esta etapa desde la militancia, sino desde la libertad. Presume de su independencia política -'nada me ata a Podemos'- y habla con franqueza de una formación que no dudará en dejar en caso de que abandone sus grandes principios.

Viyuela, con varios poemarios a sus espaldas y una extensa trayectoria como humorista, estudió Filosofía y Bellas Artes y tiene un discurso alejado de argumentarios oficiales. Defiende que el teatro también impregna la política y que Podemos no está libre de esa carga. "Si de pronto Pablo Iglesias fuese presidente de Gobierno tendría que cambiar determinadas cosas suyas, y quien piense que no, creo que se equivoca", señala. Apuesta por dar más profundidad al discurso del partido y afinar las formas. "Investirse de ira me parece negativo a la larga. Puede ser atractivo para el titular, pero no va al fondo de la cuestión".

Pregunta- ¿Esperaba llegar a la dirección de Podemos?
Respuesta- No. Bueno, no pertenezco a Podemos realmente, no soy militante. Cuando me llamaron lo que menos pensaba es que podía entrar. No tenía ni idea. Soy simpatizante de Podemos desde el 15-M pero en los momentos previos a Vistalegre II tenía esa sensación de estar medio enfadado, de decir ‘¿por qué se empiezan a producir rencillas?, ¿por qué no prevalece la responsabilidad respecto a todos los que hemos votado a Podemos?, ¿por qué no se escenifica de una manera más correcta, menos encarnizada?’. En ese momento se produce la llamada del sector de Iñigo Errejón para formar parte de la lista de Vistalegre II, me explican que no es una candidatura de ruptura, de enfrentamiento, que no se discutía a Pablo Iglesias como secretario general sino que abogan por otro tipo de organización más abierta. La palabra unidad es la que me hizo decidirme. Tenía dos opciones, decir ‘mirad, estoy decepcionado y no quiero hacer nada’, o implicarme de alguna manera y alzar la voz para buscar lo que después fue un clamor, la petición de unidad. No pensé que iba a acceder al Consejo Ciudadano, me dijeron ‘no te preocupes porque cierras la lista’. Claro, no caí en que eran listas abiertas y que la posibilidad existía (ríe). En Vistalegre II, cuando se hizo público que había salido, me quedé a cuadros pero no podía decir que no, sería una falta de responsabilidad y muy frívolo. A partir de ahí estoy enterándome un poco de qué va la cosa y viendo cómo ayudar.

P.- Entró en Podemos en los momentos más difíciles de la formación, ¿cómo lo vivió?
R.- Me parece que quizá sea el mejor momento para entrar. Despeja cualquier tipo de duda sobre tu interés. A mí Podemos no me interesa por lo que pueda obtener, sino por lo que Podemos pueda aportar a la sociedad, que creo que es mucho. Cuando apareció había gran desencanto y una postura social de brazos caídos, de pensar que no había nada que hacer. El 15M fue un gran balón de oxígeno y de eso surgió Podemos y por eso creo que tiene mucho que hacer. Entro en un momento complicado porque hay una trifulca interna pero no es un momento en que esté todo perdido.

P.- En Vistalegre perdió la candidatura en la que estaba, ¿cómo se ha gestionado la derrota?
R.- Formaba parte de una opción que no fue la más votada, pero no me sentí perdedor, sino que formaba parte de una organización en la que se opinaba y en la que espero que haya diferencias en el futuro porque es lo que da la opción de crecer. Estamos en un momento de mirar hacia delante tras salir de un congreso con unas líneas claras y ahora hay que trabajar. Dentro de la vida orgánica, hay que ir haciéndonos más fuertes, que la gente vaya confiando más en la organización.

En el momento en que sienta que mis opiniones son perseguidas o atacadas, me iría"

P.- ¿Podemos sigue siendo una organización en la que se expresan libremente las diferencias?
R.- Si no, me iría. Nada me ata a Podemos. No tengo más vinculación que la de poder aportar algo. En el momento en que sienta que no se me respeta o que mis opiniones son perseguidas o atacadas, me iría. Formo parte de Podemos porque creo que es un sitio en que se escucha a todo el que piensa, dentro de un determinado marco ideológico. Es algo que quiero mantener muy claro: no soy militante, me siento dentro de la organización con suficiente independencia como para poder decir lo que piense y creo que es lo que se espera de mí.

P.- ¿Además de la vocación de la actuación, tiene ud. vocación política?
R.- No la siento así. Me interesa todo lo que tiene que ver con la política porque no puede ser de otra manera. Desconfío mucho de la gente que dice ‘no me interesa la política’. Todo lo que hacemos desde que nos levantamos es política, pero de ahí a querer convertirme en un gestor de la cosa pública, no. Para eso hace falta tener un mínimo de responsabilidad y cuando te miras al espejo hay que saber adónde puedes llegar. No estoy preparado para eso, ni siquiera por carácter. Mi sitio es otro. En la organización me siento más un hilo conductor que un líder.

P.- ¿Cómo encaja esta nueva responsabilidad en la dirección de Podemos?
R.- Es verdad que tengo que estar más pendiente de leer documentos, asistir a citas, pero se trata de dormir un poco menos. Creo que la gente piensa que mi vida ha cambiado mucho. ‘Ah, se ha metido en política’, y yo tengo la sensación de que siempre he estado metido en política porque siempre he estado queriendo estar enterado de qué pasaba a mi alrededor. Intento ser humilde, centrarme en lo que sé, hablar de la gente que tiene que ver con el mundo de la cultura y aportar en el área de Cultura de Podemos. Formar parte del Consejo Ciudadano Estatal no significa estar ahí 24 horas, entonces no podría, tengo que trabajar, seguir haciendo mis funciones, seguir escribiendo las cosas que antes escribía. Mi vida continúa, un poco más apretada, pero de la misma manera.

P.- ¿Qué le gustaría impulsar desde el área de Cultura?
R.- Me gustaría servir de enlace entre el mundo sindical de la Unión de Actores, también tengo contacto con AISGE (Sociedad de gestión de derechos de imagen) y servir de enlace para todo lo que pueda tener que ver con derechos de imagen, con la propiedad intelectual. Me gustaría que se impulsara de una vez por todas una Ley de Mecenazgo, que ya va haciendo falta.

P.- ¿Es Podemos lo que esperaba?
R.- Yo no sabía qué era Podemos, ahora me doy cuenta de que es una organización muy efervescente y es de las cosas que más me gustan: que aparte de que hay otros como yo más mayores con una trayectoria profesional y vital más larga, me estoy encontrando con gente muy ilusionada y con muchísimo que aportar. Tengo muy claro que son el futuro, son ellos los que van a marcar el paso de España de aquí a unos años. Gente con muchas ganas de aportar a una organización distinta a la que nos han decepcionado en los últimos años, los grandes partidos herederos de la Transición que han cumplido un papel que yo no voy a juzgar, pero que se han apoltronado tanto que necesitaban un revulsivo, y ese es el revulsivo que viene a traer Podemos. Y eso creo que es bueno porque quienes están tomando el relevo son los jóvenes y los más mayores tenemos que dejar paso y aportar con lo que podamos.

Cuando pasas de ser diputado a presidente, hay cosas que cambian, incluso en tu discurso"

P.- ¿La política tiene algo de teatro?
R.- Sí, el teatro está presente en todas las facetas. En política es importante dar una imagen, lo que pasa es que esa imagen tiene que corresponderse con el fondo de lo que eres. No puedes ser un mentiroso, un hipócrita o un farsante, en política hay que tener honestidad sobre todo. Pero sí es cierto de que a la hora de jugar papeles tienes que investirte del personaje que vayas a interpretar. Si de pronto Pablo Iglesias fuese presidente de Gobierno tendría que cambiar determinadas cosas suyas, y quien piense que no, creo que se equivoca. No se puede estar en cualquier sitio de la misma manera que estás en tu casa. Cuando estás ocupando lugares estás interpretando personajes: cuando eres padre no te comportas igual que cuando eres hijo, y sigues siendo la misma persona, pero toca un rol distinto. De la misma manera que si de un día eres diputado raso, y pasas a ser presidente, habrá cosas que cambien, incluso probablemente en tu discurso. No estoy justificando cambios radicales o mentiras, estoy diciendo que hay imposturas y lugares que uno ocupa en la vida que le obligan a cambiar.

P.- En las últimas semanas a Podemos le han llamado la atención en el Congreso por la excesiva escenificación, ¿el teatro ha jugado en su contra?
R.-Habrá que ver con el tiempo, creo que Podemos viene de un sitio distinto al de los demás partidos. Podemos viene sin que nadie le haya dado permiso para venir. Surge a pesar del PSOE, del PP, y a pesar de eso tiene un sitio avalado por cinco millones de votos. Es una nueva forma de hacer que no viene inspirada desde arriba sino desde abajo. A la hora de elaborar discursos hay que encontrar un sitio, hay que ir viendo qué nos identifica y qué, sin llegar hacer excesivo teatro, debe ser una marca. Me gustaría que Podemos se caracterizada por un enriquecimiento del discurso, con mayor profundidad, que se debatiera sin excesiva ira. Que se nos viera tranquilos. Si fuera asesor de imagen pediría menor ira, contundencia, pero un puño de hierro enfundado en guante de seda: seamos suaves pero contundentes. No hace falta mostrar la cara más agresiva del ser humano, la más iracunda. Hay que encontrar ese discurso y creo que es lo que está haciendo Podemos poco a poco. Hasta ahora no ha habido tiempo.

Cuando está claro qué decir, se puede decir perfectamente sin elevar la voz"

P.- ¿Podemos ha pecado de exceso de crispación o vehemencia?
R.-La vehemencia no es mala, la crispación probablemente sí. La vehemencia, estar convencido de lo que uno defiende, le lleva muchas veces a tener un aspecto que parece violento. Sí es algo que se comenta: ‘Pablo Iglesias está muy airado’. Yo creo que hay gente que le gusta eso también, que se rompan tanto formalismo y tanta alfombra y se hable a calzón quitado, con palabras incluso gruesas. A mí no me parece un buen camino porque creo que enturbia, hay que ir más al fondo de los discursos que a la formas. Y cuando alguien tiene claro lo que va a decir, lo puede decir perfectamente sin elevar la voz y probablemente va a resultar más convincente que investirse de ira, que me parece negativo a la larga. Puede ser atractivo para el titular, pero no va al fondo de la cuestión.

P.- ¿Hace falta más humor en la política?
R.-En la política hace falta humor y poesía. Hace falta un discurso más elevado y también esa cintura que propicia el sentido del humor. Cuando hablo de sentido del humor, no sólo de burlarse del adversario político, sino de reírte de ti mismo. Cuando uno comete errores, no esconderlos sino reconocer abiertamente que ha hecho el tonto. Ser capaces de reírse de uno mismo en política es algo que no se practica. En el Consejo Ciudadano propuse algo parecido: en España la bandera de la cultura no la ha abanderado ningún partido político, quizá porque nadie cree en la importancia de la cultura, y me gustaría que fuese Podemos el partido de la cultura, en el que la gente de la cultura se sintiera representado. En ese sentido, el sentido del humor me parece fundamental. Es un síntoma de inteligencia y una herramienta para el debate y el entendimiento. Cuando se debate con sentido del humor es mucho más fácil llegar a acuerdos y, si no se llega, el desencuentro no es tan amargo.

P.- ¿Podemos tampoco ha conseguido enarbolar esa bandera de la cultura?
R.-Es que hay mucho que hacer en ese terreno, pero sí es cierto que hay sensibilidad y por eso me siento agusto. Porque cuando se habla de ello uno siente que se escucha de verdad y no tiene la sensación, como pasa en el PP, de que identifica la cultura con el entretenimiento. La cultura va mucho más allá de eso, es la columna vertebral de una sociedad a partir de la cual se construye todo lo demás. Cultura no es solo cine o teatro, sino investigación científica, arte, que es lo que hace grande a una sociedad. España se identifica con alguien que no ha existido y que sin embargo es un estandarte cultural, como es El Quijote. Eso basta para mostrar de una manera muy sucinta la importancia de la cultura. Somos Goya, somos Velázquez, Picasso, Buñuel, y no creo que sean meros entretenimientos. Somos Severo Ochoa, Ramón y Cajal. La cultura es el alma de una nación. El día que nos demos cuenta de eso no menospreciarán como lo están haciendo desde hace unos años, sobre todo el PP, a la cultura. Podemos sí tiene conciencia de eso y espero que cuando lleguen responsabilidades políticas y de Gobierno no se olviden y sigan tan alerta como ahora me parece que lo están.

Cuando siento que en España no se puede decir lo que se piensa, me dan ganas de irme"

P.- ¿Le ha perjudicado en lo personal su llegada a la política?
R.-No…Eso me parece un problema. El hecho de que alguien tan insignificante como yo dé un paso y se convierta en el foco de atención…Es de las primeras cosas que comenté cuando me llamaron: “Si permitimos que el foco vaya demasiado a mí vamos a estar trivializando el asunto, no convirtamos esto en un plató de televisión”. Sería maravilloso que yo fuera uno entre muchas de las personas conocidas, con cierta popularidad, que dan el paso de significarse políticamente, y no con Podemos, sino con el PP, con Ciudadanos, con el PSOE.  Me parece muy triste ese miedo a significarse por el hecho de que te pueda perjudicar a tu profesión o que la gente vaya a dejar de ir a verte al teatro, que me lo han dicho. Habla de una sociedad poco madura. Es como si tuviéramos que ocultarnos, esto del voto oculto. Dilo tranquilamente, por qué no, no pasa nada. No debería pasar nada. Eso debería haber pasado a la historia. A lo mejor es que venimos de una historia en España donde el franquismo no se ha terminado y tenemos miedo de salir a la calle diciendo que somos de izquierdas o de derechas. Hay que dejar de avergonzarse de la ideología de cada uno y defenderla. Cuando siento que en España no se puede decir lo que se piensa, me dan ganas de irme, lo que pasa es que no lo voy a hacer. Yo quiero vivir en un país donde todo el mundo se pueda afiliar al partido que le dé la gana, es un síntoma de salud democrática. Me parece triste el revuelo excesivo porque yo me haya decantado a dar la cara en Podemos. Y no me hace gracia, no me gusta que haya pasado.

P.- ¿Repetiría?
R.-No estoy arrepentido. Estaría arrepentido si hubiera dicho que no, porque muchas veces se me ha planteado esta cuestión: ¿Estás haciendo todo lo que podrías hacer para cambiar las cosas que estás criticando? Porque si no, a lo mejor no tienes derecho a criticarlo demasiado. Hay que implicarse todo lo que uno pueda. Con el tema de los refugiados, es poco lo que puedo hacer pero intento estar ahí a través de Payasos sin fronteras. No es que con eso lave mi conciencia, sigo estando preocupado y sintiendo que hago poco, pero me siento un poco más autorizado a la hora de hablar de esta cuestión que si simplemente me limitara a observarlo como un espectador. El hecho de viajar a campos de refugiados no me convierte en un héroe ni en un experto en el tema pero sí me da cierta autoridad moral para opinar. Es una forma de invitar a todo el mundo a que se manifieste políticamente incluso si no tienes las ideas claras. Yo tampoco las tengo. El dogma ha hecho mucho daño siempre y quién te dice que mañana o pasado no vaya a cambiar de idea o me vaya a ir, pero hoy por hoy es esta organización en la que confío. Y tendrá muchos defectos, pero cuando te casas con alguien sabes que esa persona no es perfecta pero decides caminar a su lado porque te parece que es la mejor opción en ese momento. Pues esta es la mejor opción en este momento. No estoy arrepentido, y el día que me arrepienta me marcharé.

P.- ¿Qué tal con Pablo Iglesias?
R.-Muy bien. Fue la primera persona que me llamó cuando salí elegido, me sorprendió muchísimo porque curiosamente yo estaba en la lista contraria. Me gustó el gesto y después no he tenido ocasión de hablar con él, pero es una persona en la que confío, es un hombre íntegro y con muchas ganas de hacer cosas. Es un perfil político que no habíamos tenido en España y aporta mucha esperanza y aire fresco al panorama. De momento es mi secretario general y es a quien apoyo.