“Bebía champán porque el cava es de pobres. Y luego cuando estaba en Madrid marcaba más aún el acento catalán”. Quien así actuaba no es otro que Jordi Pujol Ferrusola, primogénito del ex president de la Generalitat descrito por su ex pareja Victoria Álvarez tras destapar los sospechosos manejos de dinero en el entorno de quien durante 23 años lo fue todo en Cataluña.

Compañero de colegio de Felip Puig -ex secretario de Organización de CDC y consejero en los últimos gobiernos de Pujol y los primeros de Mas- y amigo personal de Artur Mas, el mayor de los siete hijos de President nunca entró en política. Optó por gestionar los suculentos contactos que ofrecía el papel de su padre desde la sombra a través de múltiples sociedades, hasta acumular con su familia una fortuna que Interior llegó a estimar en 1.800 millones de euros.

Como explicaba su ex amante tras destaparse el caso de La Camarga, “para los Pujol independencia y dinero es lo mismo. Les interesa mucho la independencia porque pueden llegar a tener más dinero”. Lo decía con conocimiento de causa, después de descubrir que un fin de semana que debía ser de lujo y pasión en Andorra era en realidad una excusa para sacar de España fajos de billetes en el maletero del coche. “Una vez le pedí que me enseñara el fajo y me dejó contarlo. Eran 400.000 euros en billetes de 500 y de 200” explicaría después Álvarez, tras señalar con naturalidad que el dinero ahora ocupa poco.

Para los Pujol independencia y dinero es lo mismo. Les interesa mucho la independencia porque pueden llegar a tener más dinero”

Que actuara como pater familias en la gestión y ampliación del patrimonio familiar no significa que lo hiciera discretamente. Uno de los momentos más jugosos de su comparecencia parlamentaria a raíz de la famosa herencia del abuelo Florenci en Andorra, se produjo cuando junior no tuvo empachos en reconocer su afición a coleccionar coches de lujo.

“Me compré un Lotus L en un estado lamentable, un Mercedes 230, un Porsche que tenía un tipo en una casa antigua junto al circuito del Jarama con matrícula americana y lo matriculé en España, cosa que hizo bajar su valor, un Lamborgini Miura en buen estado, un 600, un Ferrari Testarrosa que estaba desballestado en Cornellà y que no me hacía ilusión, un Jaguar, un Diablo de un señor que estaba 'apretado' y tres motos” detalló ante los atónitos diputados.

De hecho, su comparecencia fue toda una exhibición de Pujol junior en acción. Durante cuatro horas apabulló a los diputados de la comisión de investigación creada tras la confesión de su padre de que había evadido dinero en Andorra. Ni un asomo de culpa, mucho menos de remordimiento.

Comparecencia en el Parlament

Cuando los parlamentarios le acusaban de no tener oficio ni beneficio se dedicó a leer los currículos -más bien livianos- de diversos diputados en varias comisiones para acreditar que no hace falta ser un especialista para llevar a cabo diversas tareas. Cuando le preguntaron por las acusaciones de Victoria Álvarez, entregó una copia de la grabación de La Camarga, asegurando que un anónimo la había entregado en su despacho. Y cuando le echaron en cara su colección de coches de lujo respondió: “Hay gente que se compra una avioneta o un barco, yo compro coches, y además los pongo a mi nombre, no a nombre de una empresa”.

Y no era por falta de firmas candidatas. Desde 1987 ha sido accionista o ha trabajado en empresas como Gesetafers, Terasaka, Intradex Golf, Tipel, Hot Line Computer y Hi-Tech General Consulting. Aunque la joya de la corona, hasta que la justicia saltó sobre el clan, era Ibadesa, una empresa con presencia en cincuenta países a principios de la década. Creada en 1996 junto a Jordi Puig Godes -hermano del ex conseller- e Ignacio López del Hierro, marido de Maria Dolores de Cospedal. Este vendió poco después su participación en la sociedad, pero siguió haciendo negocios con Pujol y Puig a través de su sobrino, que se convirtió en representante de la compañía en Madrid.