En el año 2007 Pedro Sánchez era concejal en la capital y, a propuesta del Ayuntamiento, uno de los 320 miembros de la Asamblea General de Caja Madrid. Susana Díaz empezaba a ganar poder en el partido, era secretaria de organización del PSOE de Sevilla y diputada por esa circunscripción en el Congreso de los Diputados. Patxi López ya ocupaba la secretaría general del PSE, aunque estaba todavía a dos años de alcanzar la lehendakaritza, previo pacto con el Partido Popular de Antonio Basagoiti.

En el año 2007, el rey Juan Carlos le espetó a Hugo Chávez el ya mítico "¿Por qué no te callas?" mientras José Luis Rodríguez Zapatero, entonces presidente del Gobierno, defendía a José María Aznar de los ataques del líder venezolano durante la 27ª Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile. El PIB de España crecía entonces al 3,8% anual, el desempleo estaba en el 8% y la deuda pública apenas superaba el 35,6% del PIB.

Zapatero, en 2007, preparaba la reelección que consiguió en marzo de 2008. 11,2 millones de votos, 169 diputados. El PSOE avanzaba de nuevo hacia las mayorías absolutas de Felipe González y hacía olvidar los pírricos 8 millones de votos que obtuvo Joaquín Almunia en el año 2000. A sus votantes les preocupaba ETA más que el paro. Dieciséis veces más la inmigración que la corrupción.

[infogram id="principales_preocupaciones_del_votante" prefix="g8T" format="interactive" title="Principales preocupaciones del votante"]
Diez años después, esos desvelos se han dado la vuelta al mismo ritmo que la sociedad, pero han cambiado otras cosas en el votante del Partido Socialista. No sólo son menos: también son ostensiblemente más mayores, más católicos, más obreros y más indecisos, según se desprende del análisis de los barómetros del CIS publicados durante la década que hirió de gravedad a la socialdemocracia española.

El PSOE comparte diagnóstico con el PP: se han convertido en los partidos refugio de la tercera edad

En muchos sentidos, pero especialmente en uno, el PSOE comparte diagnóstico con el Partido Popular: se han convertido en los partidos refugio de la tercera edad. La distribución equilibrada que propició la reelección de 2008 no existe una década después y el envejecimiento es obvio si se mira a las gráficas, aunque sea de reojo.

Hace diez años, el grupo de edad de los mayores de 65 años era sólo el tercero más relevante entre el votante socialista. El 19,3% de su masa electoral superaba la edad de jubilación, pero esta franja quedaba por detrás de otras dos, más decisivas si cabe: 25-34 años (20,9%) y 35-44 años (21,1%). Hoy, esos grupos de adultos y adultos jóvenes han abandonado el partido en masa y su peso en las urnas se ha hundido.

[infogram id="la_edad_del_votante" prefix="IEw" format="interactive" title="Edad del votante"]
En el último barómetro publicado en abril, con recuerdo de voto sobre las elecciones de junio de 2016, el grupo de 25-34 ya representa menos del 10% de la base electoral socialista, mientras que el grupo 35-44 también ha caído hasta apenas el 15,5%.

La pirámide de edad se ha invertido, no sólo por culpa del paso del tiempo. En 2017, los mayores de 65 años representan la apabullante mayoría del electorado socialdemócrata (34,9%), por encima de la franja de 45 a 54 años (19,9%) y de la de 55 a 64 (17,9%). La franja 18-24 ya era anecdótica en 2007, cuando representaba a un 4,7% del partido, pero lo es más aún ahora, con sólo un 2,2%.

Esto, que es un mal endémico de las fuerzas tradicionales tras la irrupción de Podemos y Ciudadanos, es especialmente grave para el PSOE, que durante décadas construyó un relato de partido joven que ahora los datos le niegan. En el PP, por ejemplo, los mayores de 65 años representan el 41,2% del voto, por el 37,9% de Convergencia y el 36,4% del PNV. En el partido de Pablo Iglesias, sin embargo, este grupo de edad es el más exiguo, con un peso del 8,5%, por el 12,5% que representa en Ciudadanos.

[infogram id="religion_del_votante" prefix="uDl" format="interactive" title="Religión del votante"]
El envejecimiento y la competencia provocan reacciones en cadena en la composición del electorado socialista. Uno de los más curiosos emerge si se divide a sus votantes en función de sus creencias religiosas. En 2007 esta segmentación incluía a un 76,7% de católicos, un 13,4% de no creyentes, un 6,6% de ateos y un 1,1% de practicantes de otra religión.

El porcentaje de católicos en el PSOE remontó hasta alcanzar el 81,1% del barómetro de abril de 2017, 12 puntos por encima que hace tres años

Esa correlación fue alterándose con el tiempo, exactamente al mismo ritmo al que descendía el global de población que se confesaba católica. Así, las cotas de catolicismo alcanzaron en el PSOE un mínimo histórico en el año 2014 (69,2%), justo antes de la irrupción de Podemos. Tras la entrada en el tablero político de la formación de Pablo Iglesias, los datos demuestran que el sector laico del PSOE abandonó el partido mayoritariamente, mientras que permaneció fiel a las siglas el sector apegado a valores más tradicionales. De esta manera, en apenas dos años, el porcentaje de católicos en el PSOE remontó hasta alcanzar el 81,1% del barómetro de abril de 2017, casi doce puntos por encima que hace tres años, pese a que la tendencia global haya continuado a la baja durante este periodo.

Los efectos siguen en casi todos los casos un esquema lineal. Igual que la irrupción del partido morado hizo al votante socialista porcentualmente más católico, también lo escoró electoralmente hacia la derecha. La abstención ya se fraguaba en 2015. Tras las europeas en las que Podemos concurrió por primera vez a las urnas, los votantes del PSOE que se autoubican en el centro o centro-derecha (5 y 6 ideológico) pasaron de representar el 17% de la masa electoral a suponer el 23,4% actual. Y al revés: aquellos que se situaban en la extrema izquierda (1-2) han bajado alrededor de 3 puntos.

[infogram id="copy_religion_del_votante" prefix="uWi" format="interactive" title="Autoubicación del votante"]
Y es que, la competencia ha sido el principal agitador del votante del PSOE. Aunque no el único. 2015 fue el primer año que se preguntó a los votantes del PSOE si se planteaban votar a Podemos y el 15% respondió que sí. A partir de ahí no sufrió grandes fugas adicionales: en 2016 se le escapó un 1,2% extra y en 2017, según el último barómetro del CIS, un 2,5% adicional. En los dos últimos años, al PSOE le ha robado más votos Ciudadanos que Podemos.

E incluso antes que Pedro Sánchez, tanto Zapatero como Rubalcaba ya sufrieron grandes fluctuaciones en la lealtad al partido, marcadas siempre por la cercanía o lejanía de los comicios. En 2008 y 2011, justo después de citas electorales, la lealtad al partido la estimaba el CIS en torno al 80% y al 75%, respectivamente. En ambas ocasiones, esa cifra iba menguando después hasta alcanzar el 50,2% de 2011 e incluso el 48,2% de 2014.

[infogram id="a_que_partido_votaria" prefix="lSX" format="interactive" title="A qué partido votaría"]
Una fluctuación cíclica que contrasta con los patrones que sí se observan si se atiende a la clase social del elector. Pese a que las bases del partido se han centrado ideológicamente tras el trasvase de votos a Podemos, no se han hecho sin embargo más elitistas. Al contrario. De 2007 a 2017 ha descendido significativamente (-4,6%) el porcentaje de votantes que pertenecen a la clase alta o media-alta y han aumentado progresivamente los que se autodefinen como obreros cualificados y obreros no cualificados.

[infogram id="copy_nivel_de_estudios" prefix="rB5" format="interactive" title="Estatus del votante"]
Esto entronca con un último punto, también relevante y deducible de todo lo anterior: a Podemos y Ciudadanos se han ido los adultos jóvenes y, por tanto, en su mayoría más formados que sus generaciones precedentes. Es por esto que a día de hoy más del 60% de los votantes socialistas reconoce no tener estudios (11,3%) o haber superado sólo la educación obligatoria (49,4%). Es casi un 6% más que hace diez años, y un proceso casi simétrico: los votantes con Formación Profesional o estudios universitarios han descendido en este período en la misma proporción y apenas representan a día de hoy al 30,5% de la base electoral del PSOE, que este domingo elige a un nuevo secretario general.

[infogram id="nivel_de_estudios-4" prefix="lLk" format="interactive" title="Nivel de estudios"]