El XIX fue un siglo rico en cambios políticos y sociales pero, también culturales y, cómo no, de los usos y costumbres. Esta transformación de la moda del siglo XIX fue posible gracias a la burguesía, el grupo social más pujante, que gozaba de un poder económico alto merced a la propiedad de la tierra, y a su dedicación en la industria y en empresas financieras y comerciales.

Cada vez eran más las personas que gozaban de mayor riqueza y disponían de tiempo libre para celebrar bailes y veladas musicales en las suntuosas casas-palacio que aún pueden verse en ciudades como Madrid, Barcelona o Cádiz, o para charlar en cafés sobre política o literatura. Estas diversiones, hasta entonces sólo accesibles a una élite, pasaron a ser habituales en un gran segmento de la población y, claro, tanta soirée requería un vestuario apropiado.

La moda es uno de los fenómenos sociales más interesantes del siglo XIX: triunfan los primeros sastres con firma propia, aparecen las revistas que contribuyen a democratizar la indumentaria y a introducir gustos internacionales (principalmente parisinos) y, damas y caballeros modernos sucumben, por primera vez en la historia, a los cambios de temporada con sus tendencias particulares.

En aquella etapa, el vivir cotidiano estaba unido a la observancia de unas rígidas costumbres establecidas. El estricto protocolo disponía qué había que ponerse en cada actividad: el paseo, el baile, la visita de cortesía… e, incluso, en actos políticos o religiosos.

Ejemplos de vestidos de la moda del siglo XIX

En esta galería de imágenes, se puede ver una serie de ejemplos de la moda del siglo XIX que el Museo del Romanticismo de Madrid expuso desde el martes 25 de octubre de 2016, en la exposición La moda romántica.

La exposición está compuesta por 22 modelos originales, procedentes de la propia institución y del Museo del Traje, además de figurines de la época y fotografías estereoscópicas de comercios y talleres especializados.

En este viaje en el tiempo para conocer la moda del siglo XIX, las prendas seleccionadas parecen cobrar vida situados en los espacios en los que fueron vividos. Fracs, levitas y chalecos masculinos, vestidos femeninos de paseo, goyescos, de baile o de novia e, incluso algunos trajes infantiles conforman La Moda Romántica que, además, analiza cómo evoluciona el estilo entre 1828 y 1868.

Durante esos años, la silueta femenina sufre espectaculares cambios: desde el traje imperio, fruto del furor neoclásico con el que se inicia el siglo hasta las impresionantes y voluminosas faldas ahuecadas con crinolinas de los años 60, pasando por la austeridad del vestir en 1840, o el desarrollo del busto y las prominentes mangas de los años 30. Mientras, el atuendo masculino permanece casi inmutable durante toda la centuria y, el infantil, hasta entonces copia exacta del adulto, comienza a adquirir cierta independencia.

  • La exposición La moda romántica estará instalada, del 25 de octubre de 2016 al 5 de marzo de 2015, en el Museo del Romanticismo (San Mateo, 13. Madrid). La entrada cuesta 3 euros.
  • La institución invita al visitante a viajar en el tiempo analizando, además, cómo evoluciona el estilo y las tendencias entre 1828 y 1868.