Pedro Almodóvar hace de sus protagonistas heroínas poco convencionales. Convierte los clichés en personajes originales y retrata a las mujeres con la fuerza apropiada. Su última película, la vigésima de toda su trayectoria, se desenvuelve en el mismo sistema pero abandona todo lo anterior. Julieta narra la vida de una mujer desde 1985 hasta el 2015, 30 años en los que el tiempo pasa una factura sentimental impagable. Tres décadas en las que el humor al que tiene acostumbrado a su público no tiene cabida.

Emma Suárez y Adriana Ugarte son Julieta. La actual y la de los años ochenta. Ambas son las protagonistas de uno de los dramas más fríos y realistas del cineasta manchego. Un filme que indaga, como es habitual en Almodóvar, en las relaciones familiares, sobre todo las femeninas y que esta basado en tres relatos Destino, Pronto y Silencio del libro Escapada de Alice Munro.

La película cambia de tercio al cambiar de actriz. Mientras que Ugarte se mete en el papel de la Julieta de los ochenta, sin catástrofes irreparables. Es Emma Suárez la que toma las riendas del drama. Xoan, marido de la protagonista, muere dejando a Julieta y Antía, la hija de ambos, y todo se desmorona.

Aunque la crítica ha sido más favorable que dañina, la película no ha conseguido entrar en las nominaciones para los Oscar aunque en los Goya cuenta con siete, entre los que se encuentran Mejor director, Mejor actriz protagonista y Mejor película.

Filmada entre Madrid, Galicia, Andalucía y los Pirineos, Julieta, que se estrenó el 8 de abril de 2016, consiguió recaudar más de 600.000 euros en su primer fin de semana. Tras 11 semanas, sólo en España llegó a los 2.093.180 euros con 329.764 entradas vendidas. Y la cifra da vértigo si nos vamos a las taquillas francesas e italianas, entre las tres la película consiguió 4.159.506 euros y la fueron a ver más de 569.500 espectadores.

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