El pasado sábado falleció uno de los grandes padrinos del rock, Chuck Berry. El legendario intérprete murió en su casa del condado de St. Charles, en el estado de Misuri, a los 90 años de edad. Entre sus composiciones más famosas están Maybellene, tema de 1955, o Johnny B. Goode. 

Su legado es tan extenso que, en los días siguientes a su defunción, las ventas de sus discos se han disparado un 9.600%, gracias sobre todo a las masivas ventas de su The Definitive Collection, un recopilatorio con sus canciones más populares, según la firma de análisis BuzzAngle.

En el día de su muerte se despacharon más de 2.050 discos del artista, una cifra que subió hasta los 3.800 discos al día siguiente de su fallecimiento. En los últimos días de la vida del artista la media de ventas estaba en el entorno de los 39 discos diarios, una cifra considerable teniendo en cuenta que llevaba décadas sin publicar un álbum completo.

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Las cifras de ventas de las canciones sueltas son aún más espectaculares. Mientras la noticia de su deceso se difundía por internet las ventas de sus singles se dispararon un 11.684%, llegando a alcanzar las 16.600 unidades colocadas. Casi el 25% de esas ventas eran de Johnny B. Goode, que además de ser su tema más representativo es también una de las canciones más populares de la historia del rock.

Aún no se conocen los números de las reproducciones en plataformas como Spotify o Apple Music, pero las cifras se habrán disparado. Por comparar, tras la muerte de George Michael, a finales del año 2016, los streams de sus canciones en las plataformas digitales aumentaron un 3.158%.

Berry tuvo una carrera muy prolífica, y fue elegido como el quinto mejor intérprete de todos los tiempos en la clasificación The Inmortals, sólo superado por The Beatles, Bob Dylan, Elvis Presley y The Rolling Stones. Puede que Chuck Berry se haya ido, pero todavía nos queda su música.