Samsung ha presentado el primer smartphone que no quiere ser un smartphone. La compañía ha montado un evento por todo lo alto en Nueva York, lejos de los focos compartidos de grandes citas como el Mobile World Congress, para desvelar cómo es su nuevo terminal franquicia: el Galaxy S8.

El teléfono, a primer vista, luce muy bien. La pantalla infinita, como la ha bautizado el mandamás de la compañía, DJ Koh, es grande, y los bordes de esta pantalla curva están muy conseguidos. Apenas se nota el corte. En cuanto a las funcionalidades, casi todas las filtraciones han terminado por confirmarse. Tanto el Galaxy S8 como el S8+ llevan Android 7 y tienen una memoria RAM de 4 GB con 64 GB de almacenamiento interno que se puede ampliar hasta 256 GB con tarjetas SD.

La cámara tampoco presenta grandes novedades. En los dos terminales la posterior tiene 12 megapíxeles y la frontal 8 megapíxeles. Sin mucho alarde, lo que les va a dar problemas para competir con Huawei y Apple, cuyos dispositivos de gama alta cuentan con cámaras muy potentes.

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La batería es de 3.000 mAh en el caso del S8 y de 3.500 mAh para el S8+, algo escasa teniendo en cuenta que la versión anterior de la familia Galaxy ya tenía una duración similar. En ambos casos existe la posibilidad de usar un cargador sin cables, pero eso no va a satisfacer a aquellos que le den un uso muy intenso al teléfono. Tendrán que cargarlo cada día.

En la pantalla sí que nos hemos encontrado alguna sorpresa. Las filtraciones se han quedado un poco cortas y el terminal pequeño alcanza las 5,8 pulgadas, mientras que el mayor de la familia se irá hasta las 6,2 pulgadas, algo que sí que se sabía. Ahí está, precisamente, la prueba de que el Samsung Galaxy no quiere ser un smartphone.

Quiere ser una televisión. O un ordenador. O las dos.

Además de ser muy grande, la pantalla es la primera que puede presumir de ser Mobile HDR Premium. Es decir, la calidad es enorme y no anda tan lejos del famoso 4K. Es perfecta para ver series, películas o vídeos en las plataformas de contenidos en streaming o en webs como YouTube. De hecho, parece que está pensado para ello.

Samsung sabe que no hay tantos campos en los que el margen de mejora les permita avanzar con novedades cada poco tiempo, así que se han centrado en el diseño y en convertir el smartphone en una nueva televisión portátil. Nada de second screen, quieren que el Galaxy sea la primera pantalla para cuando estamos viajando o fuera de casa.

Además de la alta calidad que es capaz de reproducir, el terminal viene acompañado de una serie de accesorios que nos sirven para que no tengamos que sostener el teléfono o para facilitar que podamos ver nuestra serie favorita en el tren o el autobús de camino a casa. Con un móvil de 6,2 pulgadas, ¿quién necesita una tablet? Pues algo así han pensado en el cuartel general de la firma en Seúl.

Todo un ordenador

Además de ser protagonista cuando estamos fuera de casa, y por supuesto también dentro, Samsung pretende que el Galaxy S8 no sólo aseste un buen golpe a las tabletas, sino que también pueda pelear contra los ordenadores.

Para ello ha creado una herramienta a la que ha bautizado como DeX, que convierte el dispositivo en un ordenador de mesa con su propio escritorio. Está más enfocado a los usuarios profesionales, pero cualquiera puede sacarle mucho partido.

Conectando el móvil a través de una base enchufada a una pantalla con salida HDMI, DeX permite editar documentos, responder a mensajes o navegar con el teléfono armados con un ratón y un teclado, que se unen a la red a través de una conexión bluetooth o USB. Así, podremos acceder a todas las aplicaciones o consultar cualquier documento compatible con Office o Adobe. Es decir, podremos trabajar con Power Points, PDFs o páginas en Excel y sin sacarlas del teléfono.

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De esta manera, el móvil también puede ser un ordenador portátil. Además, los datos personales no se transferirán desde el móvil al escritorio que usemos, que además está protegido por el sistema Samsung Knox que lleva integrada la gama alta de la firma surcoreana.

El mejor Android

El Galaxy S8 es, sin duda, el mejor móvil Android del mercado. Pero eso no debe sorprender, casi se le tiene que exigir a Samsung. Sí está claro que tiene funcionalidades en las que se queda algo corto, seguramente porque los ingenieros de Seúl han decidido enfocarse en un par de funcionalidades novedosas en las que el dispositivo quiere marcar la diferencia.

Eso puede compensar, para el común de los usuarios, que en aspectos clave como la batería o la cámara no existe una innovación destacable. Tampoco en la memoria o en el recién presentado Bixby, el homólogo de la Siri de Apple, que parece que está algo apresurado. Samsung promete seguir desarrollándolo, pero de momento no va más allá de un asistente por voz que no parece mejorar en nada a la propia Siri o al Google Assistant que va a empezar a aparecer en más miembros de la familia Android.

Para todos aquellos a los que la presentación les haya bastado para saber que ése es su móvil, Samsung ya ha abierto un periodo de compra previa que permitirá a los que tomen este camino tener el Galaxy S8 en sus manos hasta nueve días antes de que se ponga a la venta en España y en Europa, el próximo 28 de abril. Eso sí, que preparen la cartera: el S8 cuesta 809 euros y el S8+ se va a los 909 euros.