Tener dinero puede ser un problema, especialmente, si no se quiere asumir riesgos a la hora de invertirlo. En un entorno de tipos de interés en mínimos históricos, los depósitos bancarios, el producto por excelencia del ahorrador español por su marcado perfil prudente, generan un beneficio cercano a cero. Literalmente.

Según los últimos datos del Banco de España referentes a junio, las entidades financieras ofrecieron a los particulares una rentabilidad media por el ahorro a plazo para periodos de hasta dos años del 0,14% TAE (Tasa Anual Equivalente), una cifra sin precedentes en la historia.

Ello significa que un ciudadano que coloque 10.000 euros en una imposición a plazo fijo durante 12 meses recibirá, al final de este periodo, 14 euros de intereses brutos. A este importe habría que aplicar una retención por rentas del capital del 19% (tipo vigente por plusvalías hasta 6.000 euros), es decir, 2,66 euros. En términos netos, el ahorrador ganará 11,34 euros, el equivalente a comprar un McMenú con patatas y bebida grandes con algún extra y un postre.

Para depósitos a más plazo, la banca abona un interés medio de 0,61% TAE a los particulares o, lo que es lo mismo, por cada 10.000 euros paralizados durante más de 2 años, el ahorrador recibe algo menos de 50 euros, una vez descontada la retención fiscal. Podría invitar a su familia al McDonalds.

Esta escueta rentabilidad está provocando que los ahorradores opten por movilizar su dinero de depósitos a cuentas, donde el dinero está siempre disponible aunque los intereses recibidos apenas den para un par de bolsas de pipas. 10.000 euros en una cuenta, cuyo tipo medio está en el 0,04%, da al año algo más de 3 euros.

En medio de este erial de rentabilidades, en el mercado se puede encontrar alguna oferta puntual con mayor atractivo. Es el caso del Depósito WiZink, la filial de tarjetas de Popular -ahora perteneciente al Santander- y el fondo americano Värde, que ofrece un 1,15% TAE para el plazo de 14 meses.

Casi 800.000 euros de familias sin remunerar

En total, las familias españolas tienen 789.938 millones de euros en el banco que no generan apenas rentabilidad. En concreto, los particulares tenían al cierre del marzo 528.747 millones en cuentas de ahorro y otros 261.192 millones en depósitos bancarios. Además, la cifra que las familias mueven en efectivo se situó en 63.780 millones, según los últimos datos del Banco de España al cierre de marzo.

En conjunto, el volumen de dinero que se maneja en efectivo y el colocado en productos de ahorro a plazo y a la vista representa algo más del 40% del total de la riqueza financiera de las familias (2,1 billones de euros).

Por qué la banca no paga por el ahorro

El BCE, con su política ultraexpansiva para estimular la economía y sus subastas de liquidez, ha llenado el mercado de dinero, por lo que el pasivo de los particulares, tan preciado durante los momentos más críticos de la crisis, ya no es un bien escaso para los bancos. Las entidades tienen barra libre de liquidez y ya no necesitan pagar a sus clientes un plus adicional sobre el precio oficial del dinero -en el 0%- para, como ocurrió en el pasado, equilibrar sus balances, es decir, para cuadrar activo y pasivo.

Lejos quedan los tipos de interés de hasta el 5% que las entidades -especialmente las cajas y grupos más débiles- llegaron a abonar por el ahorro a finales de 2008 cuando, tras la caída de Lehman Brothers, los mercados mayoristas de financiación se cerraron a cal y canto, y se vieron obligadas a recurrir al pasivo minorista para compensar sus cuentas.

Por otro lado, el BCE, con el ánimo de estimular el crédito, ha situado la llamada "facilidad de depósito" en terreno negativo (-0,4%). Ello implica que las entidades tienen que pagar este porcentaje sobre el volumen de excedente de liquidez que cada día depositan en la ventanilla del banco central, lo que les disuade a la hora de querer captar dinero de más.