Martín Zurbano no es una figura especialmente conocida. En Madrid su nombre se asocia a la calle que hay en su honor en el barrio de Chamberí, pero pocos madrileños pueden contar la vida de este riojano liberal que murió fusilado en 1845. La historia es tan azarosa como el marketing y su nombre es ahora el de un vino de crianza que elabora la Bodega Barón de Ley, casa de la denominación de origen de la Rioja que ocupa el monasterio que en su día Isabel II regaló a Martín Zurbano por su implicación contra las tropas carlistas.

El monasterio benedictino del siglo XVI -ubicado en el municipio de Mendavia (Navarra) y  dentro de la D.O. La Rioja- pertenece a Barón de Ley, una de las bodegas más grandes de esta zona vinícola. El edificio principal del monasterio fue convertido en vivienda con la llegada de Zurbano, su retrato ocupa el salón principal de unas dependencias que se muestran en visitas guiadas. Ahora ese retrato se ha convertido en la etiqueta de un vino de crianza con el que la bodega quiere conquistar el mercado nacional, empezando por hacerse fuerte en la restauración. 

La bodega que disfruta de un gran músculo exportador mira hacia el mercado interno del vino con este caldo pensado para abrirse paso, copa a copa, por las barras de los bares. La llegada a la bodega del enólogo Pablo Tascón ha servido para experimentar con las 600 hectáreas de viñedo propio. “Buscamos la disección de los distintos viñedos para hacer cosas especiales de viñedos singulares y otras enfocadas a ciertas demandas de mercados nuevos”, explica Tascón. Martín Zurbano es el primer crianza de esta bodega y su respuesta al crecimiento que han vivido los crianzas en el mercado español, especialmente en la hostelería donde los Rioja dominan. 

Martín Zurbano inició su carrera militar como guerrillero contra las tropas de Napoleón en la Guerra de la Independencia al sumarse al grupo liderado por Ignacio Alonso de Cuevillas. Tras la guerra volvió a sus labores como agricultor. Como buen liberal se sumó a las resistencia contra los absolutistas de los Cien Mil Hijos de San Luis, motivo por el que fue a la cárcel, pero pudo salir indultado.

En 1835 se sumó al conflicto carlista y tomó parte del bando isabelino, de carácter liberal frente al carlista, absolutista. Lideró el Batallón de Voluntarios de La Rioja-alavesa con el que volvió a emplear las tácticas guerrilleras que aprendió contra los franceses. Siendo regente de la reina Isabel II el general Espartero premió su papel en el conflicto con la finca Imaz, con el monasterio benedictino que había acabado en manos del Estado gracias a la desamortización de Mendizábal.  La reina Isabel II le concedió una o varias fincas propiedad del estado a elegir. Zurbano no podía quedarse con una propiedad que superara un valor mayor a 400.000 reales y tenía que estar ubicado en territorio carlista. El liberal eligió la finca Imaz con el monasterio-

Pero en aquella España cambiante, el triunfo del pronunciamiento contra Espartero de 1841 le empujó al exilio. Pudo volver a su monasterio convertido en vivienda, pero su compromiso con la causa liberal progresista le reclamó, una vez más, y se sumó en 1844 a una sublevación esparterista durante la que fue detenido y ejecutado por fusilamiento. El gobierno de Narváez incautó todos sus bienes y aunque su viuda pudo recuperarlo después no consiguió hacerse con la finca que ya había sido subastada.