Dos semanas han sido suficientes en este inicio de curso catalán para poner en evidencia la fragilidad de la coalición de ERC y JxCat al frente de la Generalitat. El proyecto de ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat primero y la mesa de negociación con el Gobierno después han vuelto a poner de relieve la falta de lealtad entre los socios. La crisis abierta por la delegación del Govern en la mesa de diálogo ha iniciado además una crisis de difícil retorno, por mucho que se esfuercen ERC y Junts en señalar que el problema lo tienen con la Moncloa.

Pere Aragonés fue investido el pasado 20 de mayo después de tres meses de negociaciones agónicas con JxCat. Una semana antes, apunto de agotar el plazo para la convocatoria automática de nuevas elecciones, el líder de ERC dio por rotas las negociaciones y anunció que se presentaría a la investidura para gobernar en solitario, retando a los de Puigdemont a investirlo para evitar una victoria del PSC.

Este martes, tras el órdago de Junts sobre la mesa de diálogo, alguno especulaba en los pasillos del Palau de la Generalitat, ahora tomados por Esquerra, con un gobierno en solitario. No era para menos. JxCat había retado a la autoridad de Aragonés como presidente de la Generalitat y el debate posterior sobre la existencia o no de un pacto verbal entre ambas formaciones no ha hecho más que ahondar en ese cuestionamiento.

Acuerdo verbal

Más allá de que Jordi Sánchez se hubiera comprometido o no, "verbalmente" con el presidente catalán a proponer una delegación integrada por consellers, Aragonés había hecho pública esa voluntad en repetidas ocasiones. Y sus socios de gobierno desoyen la petición para proponer dos indultados, sin representatividad institucional, y más representantes de Junts que de ERC para integrar la mesa de diálogo.

El partido de Carles Puigdemont ha dejado claro que no tiene ningún interés en la mesa de diálogo con el Gobierno, menos aún en que ese espacio permita proyectar la imagen de Aragonés como president y de ERC como partido de gobierno. Por eso ha sido más exigente incluso que los republicanos a la hora de reclamar que Pedro Sánchez participara en el encuentro celebrado ayer en Barcelona.

Cuando la semana pasada, Pere Aragonés preguntó a Jordi Sánchez quién representaría a su partido en la mesa, éste respondió que si Pedro Sánchez no participaba en ello sería poco menos que una Bilateral ampliada, y en esas condiciones, Junts no pensaba participar.

Pero el presidente del Gobierno cedió, y Junts contraatacó con su propuesta de delegación. Una señal de lo que puede ser la legislatura en la que ERC y JxCat aseguraban haberse "conjurado" para no repetir la exhibición de desavenencias del gobierno de Quim Torra. De momento, la opción de elecciones anticipadas está vetada, por lo menos, hasta final de febrero de 2022, cuando se cumplirá un año de los últimos comicios.

Va a ser difícil para republicanos y neoconvergentes justificar la continuidad de su coalición tras la imagen de los dos consejeros de Esquerra enfrentándose solos a los cuatro ministros del PSOE y Podemos. Pero es improbable que Junts abandone el poder para ceder toda la maquinaria de la Generalitat a sus socios de Esquerra, y no parece que los republicanos se sientan suficientemente fuertes como para echar a Junts del Govern. Por lo menos, hasta el próximo enfrentamiento.

Crisis de El Prat

En Junts siguen exhibiendo el fiasco de El Prat como el ejemplo de que no son ellos los más desleales del Govern. Entonces fue Aragonés quien provocó la ruptura del acuerdo alcanzado por el neoconvergente Jordi Puigneró con el Gobierno. Un acuerdo que devolvía a JxCat a la senda del partido útil que en su día fue Convergnecia.

Son las dos últimas deslealtades, no las únicas en los tres meses de vida del ejecutivo Aragonés. Ahora, Junts insiste en que el problema no lo tienen con ERC, sino con el veto impuesto por la Moncloa, para evitar focalizar el problema en el Govern. Y Aragonés concluía este miércoles el encuentro de la mesa de diálogo asegurando que dará cuenta a sus socios de los avances conseguidos. También "a las fuerzas parlamentarias con las que tenemos relación habitual". No parece que JxCat vaya a obtener trato de socio de coalición en ese reporte del encuentro.