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ERC y JxCat congelan la crisis por el caso Borràs con la amenaza de otro otoño caliente

Laura Borràs saluda a los docientos seguidores que acudieron a apoyarla a las puertas del Parlament el día de sus suspnesión como presidente EFE/Marta Pérez

ERC tuvo el jueves un papel fundamental en la suspensión de Laura Borràs, presidenta de Junts, como diputada y presidenta del Parlament. La decisión de los republicanos no ha hecho saltar la coalición de gobierno en la Generalitat, por lo menos de momento, como hubiera sucedido hace unos meses. Pero eso no significa que la herida esté cerrada.

El próximo septiembre, en el Debate de política general que abre el curso político catalán, las espadas seguirán en alto, advierten desde Junts, que suman a la cuenta de agravios de sus socios los acuerdos de la mesa de diálogo. El debate llegará además a las puertas del quinto aniversario del 1-O. Una fecha que el Consejo por la República (CxR) que lidera Carles Puigdemont quiere utilizar como palanca para reavivar al movimiento independentista.

Volverá a ser un otoño caliente, aunque en este caso la batalla no será en forma de manifestaciones contra instituciones del Estado, sino en el corazón del movimiento secesionista. Aunque Esquerra confía en que estas semanas sirvan para seguir reforzando el poder de Jordi Turull en la nueva ejecutiva de CDC y eso permita transitar la crisis abierta entre ambos partidos.

El Govern, a salvo

Lo único a salvo, de momento, parece la coalición de gobierno en la Generalitat. Vistos los resultados del último CEO -que otorga la victoria al PSC y retrocesos a ERC y JxCat- a ninguno le interesa un adelanto electoral. Sobre todo a las puertas de unas municipales de las que probablemente saldrán más pactos de Junts con el PSC de los que el sector de Laura Borràs, o Puigdemont, quiere imaginar ahora.

En JxCat apuntan con ironía que "en Esquerra sueñan con gobernar solos" como el mejor argumento para no dejar el gobierno de la Generalitat. Lo explicitaba esta semana el diputado Joan Canadell, alineado con el ala más dura del partido. Pero también advierten que en otoño tendrán que cambiar cosas para que todo siga igual.

Cierre de filas con Borràs

De entrada, Turull ha dejado claro que si Esquerra esperaba su complicidad en la caída de Borràs -su rival por el control del partido en el último congreso de Junts- no lo van a tener. Fue él quien el pasado martes cerró el debate abierto en la ejecutiva sobre una eventual dimisión de Borràs, para alinearse con la presidenta del partido.

El jueves, tras la votación de la Mesa, Turull compareció para dejar claro que Junts no va a sustituir a Borràs para conservar la presidencia del Parlament. Si es absuelta, Borràs podrá volver al cargo, por tanto la intención de Junts es esperar hasta que se haga el juicio y haya sentencia, avalando la interinidad que provoca esto en el Parlament.

La propia Borràs reconoció el perjuicio que su enrocamiento provoca a la institución, aunque ella responsabilizó a quienes la suspendieron. Lo hizo en una intervención que indignó a republicanos y antisistema por su dureza. Pero contaba con la aquiescencia, si no el aval, de la dirección del partido.

Insultos a una diputada de ERC

En Esquerra no ocultan que el discurso de Borràs, con ataques personales a los miembros de la mesa y dardos envenenados contra ERC y la CUP, dolió. Y apuntan que este estilo bronco solo sirve para agrandar la guerra interna del independentismo y los enfrentamientos entre sus bases.

El último ejemplo se vivió el mismo jueves, a las puertas del Parlament, cuando la diputada republicana Najat Driouech fue insultada por los seguidores de Borràs al grito de "mora de mierda". El líder de Junts en el Parlament, Albert Batet, condenó inmediatamente el ataque racista -condena que no solía producirse cuando los insultos se dirigían a miembros del bloque constitucionalista-.

Pero esa tensión entre sus filas abona la desconexión de una parte del electorado independentista, advierten desde Esquerra.

La mesa de diálogo en la diana

Junts no tiene ningún interés en cerrar, de momento, la herida abierta por el caso Borràs. Pero la diana del partido no está en el Parlament sino en la mesa de diálogo que comparte ERC con el Gobierno. Una mesa a la que han rechazado sumarse desde que es Esquerra quien preside la Generalitat, y en la que ahora sólo ven traiciones al ideario independentista.

El quinto aniversario del 1-O "puede ser caliente" si se confirma lo que desde Junts señalan como un "cambio de estrategia" de Esquerra en el diálogo con el PSOE. Quien más claramente lo ha denunciado es Puigdemont, que acusa a los republicanos de haber asumido como propia la retórica de los socialistas y denuncia que los acuerdos "arrancados" por ERC ya estaban en las declaraciones de Granada y Barcelona

Ya no se trata de amnistía ni autodeterminación, denuncian, sino de "salvar a nuestros soldados". Es decir, a los cuadros de Esquerra pendientes de juicio, que serían los primeros beneficiarios de la agenda de desjudicialización pactada con el Gobierno. "Si es así que se expliquen" apuntan, obviando que de producirse esos cambios, también beneficiarán a cuadros de Junts.

Los beneficiarios de la desjudicialización

Una acusación que duele especialmente en ERC. Tras el regreso de Anna Gabriel hace dos semanas para personarse ante el Tribunal Supremo, el entorno de Junts ha ligado la mesa de diálogo y la reforma del delito de sedición a un eventual retorno de Marta Rovira, secretaria general de ERC fugada en Suiza desde 2018. Se ha llegado a insinuar que buscaba colegio para sus hijos en Vic, su ciudad. Pero Rovira está acusada de rebelión, una reforma exprés del Código Penal no cambiaría su situación, aseguran los republicanos.

En este contexto, el Debate de Política General que tradicionalmente abre el curso político en Cataluña debe ser el punto de inflexión, apuntan unos y otros. Lo advirtió Batet en la última sesión de control parlamentaria. "Hasta el Debate tenemos unas semanas de vacaciones para reflexionar, el conjunto del Govern y del independentismo, para construir una estrategia ganadora que implique a todo el mundo".

Para Esquerra, puede ser el momento de reconducir la relación con los socios. Para Junts, el momento en el que Pere Aragonès deje claro hasta dónde llega el giro imprimido desde la mesa de diálogo. En ese debate se comprometió Artur Mas con el 9-N, y Carles Puigdemont a romper con España en 18 meses a cambio del apoyo de la CUP.

Las mociones que proponga Junts marcarán la estrategia a partir de otoño. Los de Turull presionarán a Esquerra con textos que se alejen de una mesa de diálogo en la que nunca han creído. Y esa será la "primera batalla" de un otoño que se presume complejo. Por el quinto aniversario del 1-O, pero también por la inminencia de las elecciones municipales.

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