Los socialistas creen haber dado con la tecla. Creen haber logrado encontrar la receta para erosionar a Alberto Núñez Feijóo, para agrietar su traje como hombre de Estado, para frenar, al menos por ahora, la senda ascendente que pintaban las encuestas. "Hemos pinchado un globo artificial", se congratula un ministro. Unas palabras que glosan las reflexiones de diversos cargos del Ejecutivo y del PSOE una vez que ha escampado tras la tormenta por la ruptura del acuerdo para la renovación del Poder Judicial. El Gobierno remarca que las tendencias se están revirtiendo y que el estallido de los puentes acabará siendo penalizado por los electores más templados que sí anhelan acuerdos entre los dos grandes partidos. Está convencido que el presidente del PP se ha descubierto como un líder que "no manda" ni en sus filas y que "ni es moderado ni pactista". La estrategia, a partir de ahora, no sorprende: "Seguir apretando a Feijóo". Quizá con más plenos frente a Pedro Sánchez en el Senado, aunque no hay una decisión tomada ni una fecha próxima a la vista.

El punto de inflexión se halla en las elecciones andaluzas del pasado 19 de junio. Ahí se sitúa el origen del vuelco táctico y estratégico operado por la cúpula socialista. Porque el descalabro en las urnas en una comunidad fetiche para el partido, la humillante derrota propinada por Juanma Moreno y su conquista de una histórica mayoría absoluta, despertó de bruces a la dirección y a la Moncloa, que ya daba por hecho el triunfo del PP, aunque no tan apabullante. El golpe había sido masivo. Sánchez dio orden inmediata de centrar el tiro en Feijóo, comenzó a reenfocar su discurso y se dispuso a pensar los relevos en su equipo a los que cuadros del partido le habían animado.

Las andaluzas obligaron al giro en la estrategia, que se visualizó en el debate de la nación y luego en el arranque de curso

La puesta de largo del giro a la izquierda llegó con el debate del estado de la nación, que fue sucedido por la dimisión de Adriana Lastra y la obligada recomposición del núcleo duro, en la que aupó a María Jesús Montero como vicesecretaria general y a Pilar Alegría y Patxi López como portavoces en el PSOE y en el Congreso. El propósito era nítido: conferir más músculo político a su círculo más próximo y morder más a Feijóo. Para entonces, en el partido había cundido la preocupación por un sucesor de Pablo Casado pujante en las encuestas. Había que detenerlo a tiempo, se convino, para salvar las autonómicas y municipales de mayo de 2023, puerta decisiva para las generales de fin de año.

El decreto ley de ahorro energético, muy criticado por el PP, ofreció, en verano, el primer escenario de combate entre Gobierno y oposición, pero a la vuelta del parón veraniego Ferraz desplegó artillería mayor. Actos en todo el territorio de Sánchez para espabilar a las bases y engrasar la maquinaria electoral y cuerpo a cuerpo con Feijóo. El 6 de septiembre, su primer duelo con él en el Senado, el del martilleo de la "insolvencia o mala fe". Un cara a cara que satisfizo a la Moncloa y a Ferraz (y desagradó, se supo después, a uno de los barones más visibles y alejados de la línea oficial, el castellanomanchego Emiliano García-Page). Y quisieron repetir un mes más tarde. El 18 de octubre. El presidente echó el freno en su tono agresivo contra el jefe del PP para preservar la negociación abierta hacía una semana para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), a raíz de la dimisión de Carlos Lesmes.

Las conversaciones estallaron apenas nueve días más tarde, el 27 de octubre. Los populares las suspendían por la futura reforma del delito de sedición, que Sánchez había comprometido desde el arranque de legislatura y sobre la que, según el Gobierno, no había ni hay "novedades". Ejecutivo y PSOE salieron en tromba contra el líder de los populares, a degüello.

"A veces basta con señalar"

Para entonces, las encuestas, CIS aparte, ya dibujaban una cierta desaceleración del efecto Feijóo. Tendencia que confirmaba Sigma Dos para El Mundo justo después de que el acuerdo para el relevo del CGPJ se derrumbara. Para el Gobierno, es un síntoma de que su estrategia ha funcionado y de que Feijóo está comenzando a abrasarse.

El liderazgo de Feijóo sale muy debilitado en asuntos sustanciales como si es él el que toma las decisiones, si es un líder responsable, constitucionalista, pactista", opina un ministro

"A veces basta con señalar", apunta un ministro. En eso se han empleado los socialistas en las últimas semanas, en demostrar que Feijóo es un líder "inconsistente", que pide "permiso" para mandar en su partido y tomar decisiones. Los ministros y los dirigentes del PSOE no han cesado de repetir que el jefe de los conservadores se ha arrugado ante la primera curva, sucumbiendo a las "presiones" del sector más "extremista" de la derecha, en su formación y fuera de ella. "El liderazgo de Feijóo sale muy debilitado en asuntos sustanciales como si es él el que toma las decisiones, si es él un líder responsable, pactista, constitucionalista —apunta un miembro del Gobierno del primerísimo anillo de poder de Sánchez—. Su imagen, al garete en un día. Contentó a los extremistas, sí, pero decepcionó al 90% restante. Un crack".

Para la Moncloa, la erosión que cree que sufre Feijóo es fruto de un golpe doble: el "acierto" en la estrategia socialista —ese "pinchazo" del "globo artificial"— y la concatenación de sus propios errores y los de su equipo. El último, que endosara a Sánchez la eliminación de la deducción por vivienda que él ahora quiere rescatar. Sin embargo, fue José Luis Rodríguez Zapatero quien limitó la desgravación para 2011, Mariano Rajoy la recuperó nada más llegar al Ejecutivo pero luego la suprimió por completo desde 2013. Miguel Tellado, hombre fuerte de Feijóo, matizó después que quería referirse a Sánchez como diputado, cuando apoyó la limitación de la deducción con Zapatero en la Moncloa.

"No hace falta que hagamos nada. Feijóo se está quedando bajo mínimos. Demuestra lo que es: un líder sin capacidad de decisión y que ahora ve cómo los mismos poderes que le auparon en el PP son los que le marcan el paso", valora Santos Cerdán, secretario federal de Organización del PSOE, en conversación con El Independiente. "Cada día que habla —continúa— erosiona su credibilidad, como cuando dijo este jueves, tras la exhumación de Queipo de Llano [de la basílica de la Macarena de Sevilla, obligada por la nueva Ley de Memoria Democrática], que hay que dejar a los muertos en paz".

"Incumplir la Constitución mina la credibilidad del PP y de su líder. Feijóo se ha mimetizado con Casado"

SANTOS CERDÁN, SECRETARIO DE ORGANIZACIÓN DEL psoe

Cerdán, en línea con lo que subrayan otros compañeros suyos del Gobierno y de la dirección, está convencido de que la ruptura del acuerdo para la renovación del CGPJ castigará a Feijóo. No es eso, sin embargo, lo que reflejaba el sondeo de Sigma Dos, que indicaba que los votantes del PP apoyan en masa la suspensión de las conversaciones con Sánchez por la reforma de la sedición. "Incumplir la Constitución durante cuatro años, para un partido que aspira a gobernar este país y que presume de constitucionalismo, mina la credibilidad de ese partido y de su líder, más allá de que los ciudadanos estén pendientes o no de una cuestión como esta. Feijóo se ha mimetizado con Casado", remata el número tres del organigrama socialista.

"Seguramente los ciudadanos no castigan el bloqueo del CGPJ. Pero sí castigan que no mande, que no pacte ni sea responsable", completa un ministro, que recuerda cómo Sánchez decidió los indultos a los cabecillas del procés aunque la opinión pública estaba inicialmente en contra de manera mayoritaria. Pero el clima político acabó girando a su favor. "Esa es la diferencia entre tener liderazgo y proyecto y estar al albur de otros", señala este miembro del Gabinete, que cree que los cuadros del PP, pese al cierre de filas con su jefe, "saben que el pacto le hubiera elevado más que el desastre que tiene ahora". "Los votantes partidarios más acérrimos no suelen valorar bien los acuerdos, pero los moderados sí —observa otro relevante ministro—. Y seguir la corriente más fuerte no suele denotar liderazgo".

Un clima distinto al gallego

Pero, ¿qué ha ocurrido con el jefe del PP? Los dirigentes socialistas consultados —del Gobierno, de Ferraz y de algunos territorios— estiman que le ha hecho daño la "buena estrategia" de la Moncloa, en palabras de una presidenta autonómica, y que haya permeado la sensación de que es un líder menos "sólido" de lo que proyectaba cuando gobernaba la Xunta de Galicia gracias a sus cuatro mayorías absolutísimas. "Incluso los suyos empiezan a decir que es muy flojo", asegura esta baronesa. Los socialistas vaticinan que el año que queda hasta las generales se le hará "muy largo" al jefe de Génova. Y Sánchez ha dado muestras de que no rendirá la plaza.

Los partidarios más acérrimos no suelen valorar bien los acuerdos, pero los moderados sí", señala un miembro del Gabinete

Un alto mando de la Moncloa relata cómo se fue cimentando esa operación desmontaje de Feijóo: "Nos vimos horas y horas de sus intervenciones en Galicia. Los nuestros dejaban que desear allí y él salía airoso sin despeinarse. Allí era un virrey. Se adueñó de la derecha, del galleguismo y de la ultraderecha. Unió a las dos facciones del PP gallego [los del birrete, los profesionales de las ciudades, y los de la boina, los cabezas del partido en el mundo rural], pero aquí no puede hacerlo porque si se va a la moderación, [Federico Jiménez] Losantos y la derecha mediática le comen. No le aceptan que sea como Mariano. No se lo acepta [Isabel Díaz] Ayuso. Por eso mismo cae Casado, porque no le dejan ocupar el centro. Y Feijóo allí en Galicia tenía una corte y aquí no tiene equipo. Y, a la vista está, no es muy trabajador".

Cerdán añade que en su comunidad gozaba de la "protección" de unos medios a los que la Xunta "alimentaba": "Tampoco está acostumbrado a la rapidez e inmediatez que exige Madrid ni trabaja como se hace aquí. Nadie ha dilapidado tan rápidamente un capital político como él". El secretario de Organización le reprocha asimismo que tire de los "comodines habituales del PP": sacar "los fantasmas de Cataluña y ETA para tapar sus vergüenzas, cuando ETA se acabó y el procés también".

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el primer ministro portugués, el socialista António Costa, durante la XXXIII Cumbre Hispano-Lusa, celebrada el pasado 4 de noviembre de 2022 en Viana do Castelo. EFE / EPA / ESTELA SILVA

En la Moncloa argumentan que a Feijóo se le han apreciado más sus "costuras" al gozar de mayor "exposición" y escrutinio. "El día en que Pedro le apretó en el Senado, puso el foco en la solvencia. Y eso ya Feijóo no se lo quita de encima. Y si sumas sus errores, pues ya nada. Algo tendrán que hacer porque se les cae el mito. Pierden un escaño semana a semana", analiza un líder territorial del PSOE. "Feijóo no se ha quitado la boina. Sigue pensando en Galicia. Y España le queda grande", remacha un ministro.

En el Consejo de Ministros hay quien avisa de que los 13 años de Feijóo en la Xunta no se borran tan fácilmente", y quien cree que no hay que abusar del careo en el Senado para no "devaluarlo"

Pese a que el PSOE parezca haber recobrado algo de oxígeno —aunque continúa por debajo del PP en estimación de voto, salvo en los pronósticos del CIS de José Félix Tezanos—, pese a que Feijóo no tenga "ni equipo ni liderazgo, y eso ya es difícil de remontar", en la cúpula dicen no confiarse. "Hay que seguir manteniendo la presión", recomienda un miembro del Gabinete cercano al presidente. "Que presente propuestas, que ahí se ve su falta de preparación", prescribe una presidenta autonómica. No cabe "relajarse", converge un secretario regional. "Feijóo está siendo un fiasco, pero creo que una gestión de más de 13 años en Galicia [2009-2022] no se borra tan fácilmente", advierte una ministra.

Sánchez, después de su primer duelo de primeros de septiembre, ya anticipó a los suyos que buscaría más careos con el jefe del PP en el Senado. Tras su cuerpo a cuerpo de octubre, ¿habrá más? "Ya veremos", responden en la Moncloa. Señalan que no hay decisión aún, pero que será complicado de aquí a final de año por la agenda nacional e internacional del presidente y por la tramitación presupuestaria, prioritaria en las Cortes. "Un poco sí tendremos que apretarle en el Senado, pero no se deben hacer muchos debates largos para no devaluarlos", opina un fiel consejero de Sánchez e integrante de su Gabinete.

El PSOE está seguro de haber ganado el primer gran round contra Feijóo, y en poco tiempo. Pero la situación podría revertirse y acechar de nuevo el peligro de un PP claramente al alza e imparable. "Eso es la política", resume un barón. Remar sin parar y golpear de vuelta al adversario. La pugna será encarnizada hasta el 28-M y, después, hasta las generales.