El ritmo del día a día (visitas a bases, expediciones a pie, sesiones de trabajo, ponencias científicas…) nos hacen difícil enviar nuestras observaciones a diario. Aprovechamos pues unos minutos de descanso casi nocturno para resumir las experiencias de los últimos días.

Base Palmer de EEUU

La Base Palmer es la más pequeña de las tres bases científicas que tiene EEUU en suelo antártico. En ella pueden convivir hasta 44 personas durante el verano, entre científicos y personal. Es durante esa época que el porcentaje de mujeres en la base alcanza el 35%. En contraste, solo unas 17 personas pasan el invierno en Palmer, con diferentes pequeños grupos de científicos realizando alguna investigación de pocas semanas aumentado ese número temporalmente. El número de mujeres en esa época decae a únicamente 3-4. Las investigaciones que se realizan en la base van desde estudios biológicos de invertebrados bentónicos marinos, aquellos animales como esponjas, estrellas de mar o pepinos de mar que viven en el fondo del mar, a estudios de artrópodos terrestres (parientes de los insectos). Dato curioso: no sólo hacen ciencia, tienen más de 30.000 dvds, un jacuzzi en la terraza y nos han hecho un brownie que ni Eva Arguiñano.

Visita a Isla Paulet

El día amaneció con el cielo claro, el mar en calma y una brisa suave. Todo lo contrario al día antártico promedio, que es tapado, húmedo, y con viento. Desembarcamos en Paulet, una isla volcánica en la entrada del mar de Weddell en la que anidan particularmente pingüinos Adelia. Su altura máxima es de 350 metros y tiene 1 km y medio de diámetro. Gracias a la bióloga Catalina Marchesi, a bordo del Ushuaia con nosotras como asistente de los líderes de la expedición, hemos aprendido que los Adelia son los pingüinos con el ciclo reproductor más corto de todos los de su género, y son los que se reproducen más al sur. Son fáciles de estresar, quisquillosos con sus lugares de anidación, y se alimentan principalmente de krill. Estos pingüinos están siendo muy afectados por el cambio climático dado que la cantidad de krill disponible durante el verano depende del área ocupada por hielo durante el invierno antártico y dicha área está en regresión. A menos hielo, menos krill. Científicos también están reportando que los pingüinos Adelia están siendo expulsados de sus colonias por los pingüinos Papua.

Isla Cuverville

En ella anida una colonia enorme de pingüinos Gentoo o ‘corona blanca’, hasta el momento los pingüinos menos tímidos de todos los que hemos conocido. Se han acercado a nosotras, curiosos, han investigado nuestros pantalones, nuestras chaquetas. Parecía que escuchaban como entendiendo cuando hablábamos entre nosotras. Los pingüinos ‘corona blanca’ pertenecen a la familia Pygocelidae. Se alimentan de krill y peces. Su hábitat se está extendiendo hacia al sur a medida que la Antártida se va calentando debido al cambio climático. Como resultado su población está creciendo. Estos pingüinos pueden anidar en la tierra, no necesitan nieve para anidar, de manera que se están adaptando mejor a los efectos del cambio climático que otros pingüinos, como los Adelia, que sí necesitan de nieve para poder anidar. Cuando las condiciones son favorables pueden tener hasta dos crías por temporada.

Después de dejar la Isla Cuverville atrás, la Antártida nos ha regalado otro momento mágico, una familia de orcas nadando entre las aguas en calma del Canal de Garlache mientras el sol se ponía detrás de los majestuosos icebergs.