Lejos de mostrar cualquier signo de debilidad, el volcán de La Palma ha entrado este lunes en su sexta semana de vida con una violencia y una actividad que no permiten ser muy optimistas con su final. El Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) ha informado a última hora de la tarde del lunes que el cono principal se ha partido, provocando desbordamientos de lava y desprendimientos.

En el vídeo publicado por Involcan se pueden observar violentas explosiones y enormes ríos de lava descendiendo por la ladera. "La actividad es muy violenta en la boca central", había advertido unas horas antes los técnicos del Instituto. De momento, se desconocen las consecuencias de la rotura del cono principal y del aumento del flujo de magma, pero podrían formas nuevas coladas que afecten a zonas a las que todavía no ha llegado la lava.

A primera hora de la tarde de este lunes ya se había abierto una nueva boca en el volcán, lo que había provocado un «impresionante desbordamiento de lava», de acuerdo a Involcan. Hasta ahora, se han abierto un total de diez bocas, de las que seis siguen activas a última hora del lunes.

Casi 1.000 hectáreas afectadas

Desde que entró en erupción el domingo 19 de septiembre, el volcán de Cumbre Vieja ha expulsado toneladas y toneladas de lava hasta cubrir 906,3 hectáreas de la isla canaria, según los últimos datos recabados por el satélite Copernicus. Además, ha destruido 2.162 edificaciones. Sin embargo, en estos datos no se incluyen los destrozos que se puedan causar tras la rotura del cono principal.

Esa rotura entraba dentro de los distintos escenarios que manejan desde hace día los expertos del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca). A mediodía del lunes y tras analizar todos los datos recabados, la portavoz del organismo, María José Blanco, había asegurado que no se podía descartar "la aparición de nuevos centros de emisión ni otra rotura parcial de la parte superior del cono".

Directora del Instituto Geográfico Nacional (IGN) en Canarias, Blanco ha aportado además dos datos que corroboran el vigor del volcán cinco semanas después de que comenzara a erupcionar: el domingo se registraron las mayores amplitudes de la señal de tremor en un mes, mientras que la tasa de emisión de dióxido de azufre medida fue de 53.600 toneladas.

El director técnico del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende, destacó al menos un aspecto positivo dentro de la fragilidad de la situación. Y es que la lava que sale de los nuevos centros de emisión surgidos entre el domingo por la noche y el lunes por la mañana (sin contar la última rotura del cono) ha tomado "la dirección óptima" para que no causen daños materiales.