Desde la ocupación talibán del pasado domingo 15 de agosto de la capital afgana, Kabul, nada ha vuelto a ser como antes. Tras las imágenes que ya se han hecho virales en la que los talibanes aparecen haciendo deporte en gimnasios o comiéndose un helado, se encuentra un régimen del terror con la estricta imposición de la ley islámica o Sharia. Su acatamiento afecta principalmente a las mujeres, cuyas libertades se ven drásticamente reducidas: la prohibición de trabajar fuera del hogar, de que su imagen sea grabada o la obligación de vestir con el burka hacen que la figura femenina quede relegada siempre a la del hombre.

Sin embargo, algunas excepciones aparecen entre las mujeres periodistas. El mejor ejemplo es Clarissa Ward, la corresponsal jefe de la sección de internacional para la cadena americana CNN que se encarga de contar al país los sucesos que están teniendo lugar en Kabul. Ward se ha convertido en los últimos días en todo un éxito de las redes sociales.

Aunque inicialmente un meme viral sobre lo que está ocurriendo en Afganistán puso el foco sobre la periodista, hoy se la considera un referente de la comunicación por su claridad para narrar la difícil situación que afronta el país, así como por conseguir -dentro de las limitaciones que se le han impuesto por su condición de mujer- presentarse frente a los talibanes y no dejarse atemorizar ante los peligros que enfrenta.

¿Quién es Clarissa Ward, la periodista de la CNN en Afganistán?

Esta periodista londinense de 41 años comenzó su andadura en el mundo periodístico en 2002. Tras licenciarse con honores en Yale, una de las universidades más prestigiosas del mundo, Ward entró como becaria en la redacción de la CNN situada en Moscú. Desde su estancia en el país euroasiático, la hoy corresponsal en Afganistán ha recorrido los países más peligrosos del mundo, donde el caos e inseguridad provocados por el conflicto requerían de ser contados de la forma más veraz posible.

Aunque también ha trabajado como presentadora de televisión en EE.UU. en la CBS, esta periodista ha demostrado sentirse más cómoda en la cobertura de guerras, terrorismo y catástrofes. Durante su paso por Fox News en Oriente Medio, Ward anunció la ejecución de Saddam Hussein; mientras que en ABC News estuvo destinada en Moscú y Pekín. Desde esta ciudad china la periodista se desplazó hasta Japón para informar en 2011 sobre el terremoto y tsunami que arrasó parte del país. Además, durante su carrera profesional en CBS News la comunicadora británica cubrió en 2014 los inicios de la guerra en Siria, donde se convirtió en la única periodista occidental en entrevistar a un soldado yihadista americano dentro del país asiático.

En 2015 se incorporó a la CNN, canal donde hoy continúa desempeñando su trabajo informativo. Durante estos seis años, Clarissa Ward ha trabajado en Siria, país en el que logró entrar de encubierto a zona rebelde para informar de los ataques rusos; o Arabia Saudí, desde donde logró obtener imágenes exclusivas sobre el caso Khashoggi.

También se ha encargado de informar acerca de la crisis entre EE.UU. e Irán de inicios de 2020 o sobre la pandemia de coronavirus. Más recientemente, la periodista ha sido la responsable de explicar a la audiencia de la CNN cómo ha sido el desarrollo de la segunda ola de Covid en India. Asimismo, durante estos últimos meses ha logrado ser la primera comunicadora extranjera en cubrir el golpe de Estado de Myanmar desde el propio país.

El arduo e insaciable trabajo de la londinense ha sido premiado en multitud de ocasiones. Series de reportajes como Undercover in Syria (Infiltrada en Siria), Shadow Over Europe (La sombra sobre Europa) o Putin's Private Army (El ejército privado de Putin) han supuesto que Ward haya recibido, entre otros galardones, dos premios George Foster Peabody, otros dos Alfred I. duPont-Columbia y siete Emmys. La corresponsal también ha recibido reconocimientos por su trayectoria profesional, como el premio Excelencia en Cobertura Internacional del Centro Internacional de Periodistas.

Un meme de la periodista en Twitter, el motivo de su fama internacional

Aunque la periodista inglesa ya era conocida por su trabajo como corresponsal en EE.UU. y Reino Unido, esta semana se hacía viral su imagen en redes sociales. Un usuario de Twitter comenzó a hacer circular dos fotos de Ward: una de ellas con la cabeza destapada y otra vestida con un hiyab y una abbaya (larga túnica que llega hasta los pies).

Con esta comparación de ambas imágenes, la cuenta pretendía demostrar la rapidez con la que los derechos de las mujeres se habían visto reducidos en Afganistán tras la ocupación de los talibanes de Kabul. Ante la rápida difusión que alcanzó este meme, la periodista decidió aclarar desde su cuenta de Twitter que el mensaje lanzado era incorrecto. «La foto de arriba es en una propiedad privada. La de abajo es en las calles de Kabul en poder talibán. Siempre he utilizado el pañuelo en las calles de Kabul, aunque sin el pelo totalmente cubierto ni con la abbaya. Así que hay una diferencia, pero no tan marcada», apuntó Ward.

Desde este momento, los usuarios de todo el mundo comenzaron a interesarse por la corresponsal, de quien se han compartido en miles de ocasiones sus coberturas en las calles de Kabul para la CNN. Su valentía por cubrir en directo y frente a los talibán la situación de incertidumbre que afronta el país, así como su continuo acercamiento a los soldados a pesar de lo que supone ser mujer en tal situación, han convertido a Clarissa Ward en todo un fenómeno de internet.

Su figura ha sido de igual forma tomada como referente por los periodistas del mundo, que alaban su capacidad de explicar de forma sencilla y muy clara qué está ocurriendo en el país. Su cobertura de los hechos no solo se limita a conocer qué está pasando en la zona - algo que, en cuestión, ya supone un gran peligro para los comunicadores en Kabul -, sino que Ward da voz a los ciudadanos afganos, que han sido silenciados desde la proclamación del Emirato Islámico de Afganistán.

En sus últimas conexiones en directo desde el aeropuerto de Kabul, Ward entrevista a los hombres que se arremolinan ante la presencia de las cámaras. Con gestos como este, en los que la corresponsal pregunta a los presentes acerca de cuál es su situación personal, la británica se aleja de las declaraciones oficiales y presenta el testimonio de los afectados a la audiencia. «Todo el mundo que se encuentra aquí quiere contar desesperadamente su historia. Quieren que los americanos sepan que no están siendo capaces de pasar los puestos de control, ni de escapar de los talibán», comenta la corresponsal a los presentadores del informativo en directo.

Clarissa Ward: aplaudida a nivel global, señalada en Afganistán

La valentía de la periodista y de su equipo, no obstante, no dejan de suponer un claro riesgo. Durante la grabación de unos reportajes en los alrededores del aeropuerto, uno de los soldados comenzó a disparar al aire ante la presencia de cámaras. Clarissa Ward tuvo que enfrentarse directamente a los talibán, quienes la amenazaron con azotarla por mala conducta al no dirigirse a uno de los soldados con la cara cubierta. El compañero de la comunicadora, el productor Brent Swails, también fue coaccionado.

Este nuevo contenido difundido por la CNN, en el que uno de los talibán se niega a contestar a las preguntas de la periodista por ser mujer, no ha tardado en posicionar la cobertura de Ward entre los temas tendencia en Twitter tras el polémico meme. Los mensajes de apoyo y admiración por la labor de la periodista no cesan en las redes, donde a ellos se unen las palabras de preocupación por la integridad física de la británica, que son multitudinarios.

Pero a ella no parece importarle todos estos comentarios. Su atención está completamente puesta en la realidad que vive la población de Afganistán: «He cubierto todo tipo de situaciones locas, pero esto ha sido un caos, una locura. Es imposible que un civil común pueda escapar del país incluso aunque tenga los papeles necesarios para ello. Es muy arriesgado, es muy peligroso, es completamente impredecible. No hay orden, no hay un sistema coherente para procesar a las personas», explica, devolviendo el protagonismo a las calles de Kabul y alejándolo de ella misma.