Su rastro se desvaneció hace meses hasta que su nombre apareció en una sentencia que pulverizó registros. Nourah al Qahtani cumple sus primeras semanas de los 45 años que le restan entre rejas, la mayor condena impuesta jamás a una mujer saudí por expresar sus opiniones en internet y censurar el reino que dirige “de facto” el príncipe heredero Mohamed bin Salman.

Un tribunal penal especial de Arabia Saudí, establecido para perseguir cargos relacionados con el terrorismo y usado ampliamente para reprimir a la disidencia interna, le impuso inicialmente 13 años de cárcel pero en la vista definitiva la pena se incrementó hasta los 45 años. Su mayor defensor reside en España, el también opositor saudí Marzoq al Otaibi. Ambos lideraban la Iniciativa Nacional para el Cambio, una organización saudí que aboga por el derrocamiento de la monarquía saudí.

“Era mi compañera de acción. Juntos y con otros saudíes asilados políticos en Alemania fundamos la iniciativa”, replica Marzoq con el castellano pulido por estos años de estancia en España. El activista quiebra años de silencio precisamente para denunciar la tragedia de Nourah, de 50 años y con cinco hijas, una de ellas con discapacidad.

Meses en paradero desconocido

No ha tenido noticias de Nourah desde que fuera detenida hace meses en la redada de su domicilio. Lo único que tiene como prueba de su destino es la sentencia dictada por un juez con una condena a décadas entre rejas, una pena que supone pasar el resto de su vida en una celda. “Fue un shock leer el veredicto. Sentí mucho dolor y tristeza”, replica el activista.

Meses antes de su sentencia, el silencio ocultó el sino de Nourah. Dejó de acudir a las reuniones virtuales de la Iniciativa. El fundador anticipó el escenario. “Luego supe que un grupo de agentes encapuchados de la Seguridad del Estado había entrado en su casa. Lo pusieron todo patas arriba y se la llevaron. Entre los cargos, también figura tener un libro de Salma al Ouda [un reformista musulmán también detenido]”, detalla el joven.

En sus mensajes en Twitter, Nourah al Qahtani -que se hacía llamar Najma en su cuenta de Twitter- denunciaba al príncipe heredero, el todopoderoso Mohamed bin Salman, y exigía la liberación de los presos políticos que padecen la campaña de represión del futuro rey.

Mujeres en Medina (Arabia Saudí).

Una condena récord

El tribunal especial que la juzgó la acusó de una larga retahíla de cargos: "difamar" al príncipe heredero y a su padre, el rey Salman; “alentar la participación en actividades que dañan la seguridad y la estabilidad de la sociedad y del Estado”; “apoyar” la ideología de quienes desean "desestabilizar" el reino; unirse a un grupo dedicado a estas causas en Twitter y seguirlos en YouTube; o “insultar” a símbolos y funcionarios del Estado, pedir la liberación de detenidos y obstruir la investigación sobre su uso de las redes sociales al "destruir y ocultar el teléfono móvil utilizado en el delito".

Supe que un grupo de agentes de la Seguridad del Estado encapuchados había entrado en su casa

Amnistía Internacional denuncia que la de Nourah es la condena más larga jamás impuesta a una mujer saudí por expresar pacíficamente sus ideas políticas en internet, un recordatorio de que el aperturismo que ha permitido a las saudíes conducir o reducido el poder del “mehrem” (el tutor varón que debía autorizar los viajes al extranjero, los estudios o la apertura de una cuenta bancaria) no ha llegado a las libertades de expresión o reunión.

A Nourah también se le impuso una prohibición de viajar durante cerca de medio siglo además de ordenar el cierre de su cuenta en Twitter y la confiscación de su teléfono móvil. Durante la misma jornada en la que fue anunciado el fallo, otra mujer, Salma al Shehab, fue condenada a 34 años de prisión por apoyar en público los derechos de mujeres como Loujain al Hathloul, uno de los rostros de la represión a los disidentes saudíes. Salma era estudiante de doctorado de la universidad británica de Leeds y tenía dos hijos.

Pertenece a la minoría chií de Arabia Saudí, especialmente castigada desde que en 2011, al calor de la Primavera Árabe, exigiera el fin de la discriminación. El Tribunal Superior de Apelación le castigó, además, con otros 34 años sin poder abandonar el país. Pasó 285 días de aislamiento, sin acceso de su abogado, hasta el veredicto.

Dos mujeres con niqab en la ciudad saudí de Medina.

Activismo pacífico, en el punto de mira

Según Amnistía, hasta 15 personas fueron condenadas en Arabia Saudí a lo largo de 2022 a penas de prisión de entre 10 y 45 años por su activismo político en redes. “Arabia Saudí tiene un largo e infame historial de represión de defensores de los derechos humanos, periodistas y miembros de la sociedad civil, y ahora sus objetivos incluyen a ciudadanos de a pie que ejercen pacíficamente su derecho a la libertad de expresión en Internet”, denuncia Philip Luther, director del Programa de Investigación e Incidencia Política para Oriente Medio y el Norte de África de la organización.

Arabia Saudí tiene un largo e infame historial de represión de defensores de los derechos humanos

El modo usado por las autoridades saudíes para llegar hasta Nourah es una de las incógnitas del caso. En su campaña de terror, el régimen llegó a infiltrarse en una empresa de redes sociales para lograr datos que ayudaran a los agentes del aparato de seguridad a identificar ilegalmente a opositores. “Estas espeluznantes sentencias envían un escalofriante recordatorio a todos los ciudadanos y residentes saudíes de que no se tolerará ninguna disidencia", advierten desde Amnistía.

En todos los casos, incluido el de Nourah, los condenados fueron procesados por el Tribunal Penal Especializado, instaurado originalmente para juzgar casos de terrorismo. La corte siguió un modus operandi idéntico: se emplearon disposiciones vagas de las leyes contra la ciberdelincuencia y el terrorismo que equiparan la expresión pacífica y la actividad en Internet con el “terrorismo”. Amnistía asegura haber documentado que “todas las fases del proceso judicial de la Sala Penal Especial están viciadas por violaciones de derechos humanos”.

Espionaje en Twitter

Entre los condenados, figura Saad Ibrahim Almadi, un estadounidense-saudi de 72 años, que fue puesto en libertad la semana pasada tras ser condenado a 19 años de cárcel por publicar tuits críticos con Riad, entre ellos, por el asesinato de Jamal Khashoggi. Según su familia, los cargos han sido retirados pero sigue pesando sobre él la prohibición de abandonar el país durante 14 años. Había sido detenido en noviembre de 2021 y pasó dos meses en régimen de aislamiento. Sus allegados denunciaron que había caído en coma durante su arresto y requería tratamiento médico con urgencia.

La tragedia de Nourah coincide con otro proceso judicial en Estados Unidos contra un ex directivo de Twitter Ahmad Abouammo por espiar para Arabia Saudí, al "acceder, vigilar y transmitir información confidencial y sensible que podría utilizarse para identificar y localizar a usuarios de Twitter de interés para la familia real saudí". Según el escrito de acusación, el ex ejecutivo proporcionó a Riad los nombres y datos de cuentas de Twitter que "publicaban información crítica con la familia real saudí y el gobierno de Arabia Saudí, o que les resultaba embarazosa".

La investigación judicial reveló, además, que un funcionario saudí había reclamado al ex empleado de Twitter la eliminación de una cuenta de un usuario de la red social que contenía información crítica sobre la vasta familia real saudí. "Las autoridades saudíes deben poner en libertad de inmediato y sin condiciones a todas las personas detenidas por ejercer pacíficamente su derecho a la libertad de expresión”, exige Luther.