La ausencia del presidente de Camerún, Paul Biya, de la vida pública durante un mes está provocando intensas especulaciones sobre su salud y aumentando los temores de una lucha de poder entre las facciones políticas del país centroafricano en caso de su muerte. Biya, que con sus 91 años ostenta el título del presidente más longevo del mundo, suele desaparecer durante semanas para luego reaparecer. Sus prolongadas salidas de escena afectan negativamente a la gestión diaria de un país que enfrenta múltiples desafíos, incluida una guerra secesionista en el oeste y un conflicto armado en el norte.
Su última aparición pública fue el 8 de septiembre en el foro de Cooperación China-África, junto a varios líderes del continente, en Pekín. Desde entonces, ha cancelado su asistencia a varios compromisos de alto nivel que tenía programados. Entre estos eventos se encuentran la Asamblea General de la Naciones Unidas, en Nueva York el pasado septiembre, y la XIX Cumbre de la Francofonía, celebrada el 4 de octubre en París.
Los grupos de la sociedad civil y los líderes de la oposición en Camerún han pedido que se aclare el paradero de Biya. Christian Ntimbane, un abogado y político que pretende presentarse a las próximas elecciones presidenciales de 2025, escribió una carta abierta a los funcionarios en la que decía: “Si está de vacaciones, díganlo. Si está enfermo, díganlo también”.
Los funcionarios del Gobierno camerunés inicialmente intentaron restar importancia a la ausencia de Biya de los eventos públicos, diciendo que se encontraba bien de salud y en Suiza, a donde se cree que había ido después del foro en Pekín. El ministro de Comunicaciones, René Sadi, afirmó en un comunicado a principios de octubre que las especulaciones y los rumores sobre la salud del presidente “no tienen relación con la realidad” y son “pura fantasía”. “El jefe de Estado se encuentra bien y regresará a Camerún en los próximos días”, añadió.
Sin embargo, esas declaraciones han surtido poco efecto. El 9 de octubre el ministro del Interior, Paul Atanga Nji, prohibió a los medios cameruneses “debatir” e informar sobre la salud de Biya bajo la premisa de que se trataba de un problema de seguridad y que “perturbaba la tranquilidad” de los cameruneses.
Los periodistas y los medios de comunicación del país y del exterior han condenado la prohibición como un intento de silenciar a la prensa. Aunque no resulta raro que los periodistas sean objeto de persecución o detención en el país, una norma específica que prohíba hablar de la salud de Biya es algo nuevo, según los analistas.
El caso es que si Biya hubiera fallecido se generaría un vacío de poder inédito desde que en 1975 fuera elegido primer ministro, siete años antes de asumir la presidencia del país. Su poder es tal y la falta de alternativas tan señaladas que el gobierno y sus pequeños partidos aliados han animado a apoyar una nueva candidatura de Biya en las elecciones de 2025. Si se presentara, lo haría con 92 años. Gobernaría hasta los 97, si la salud se lo permite.
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