Mucho antes de la creación de la propia Internet, en 1926, Nikola Tesla, fue capaz de intuir lo que llegaría a ser Internet de las Cosas. No en balde, fue una de las figuras más influyentes en la historia de la Ciencia y la Tecnología. Tesla anticipó de forma sorprendente, tanto el crecimiento de la conectividad a nivel global y la miniaturización tecnológica, como la interconexión de todo en lo que él denominó un «gran cerebro».

Años después, Alan Turing, precursor de la informática moderna también supo ver más allá de las limitaciones tecnológicas de su tiempo y ya en 1950 avanzó la necesidad futura de dotar de inteligencia y capacidades de comunicación a los dispositivos sensores.

Con el paso del tiempo, los avances en miniaturización y el abaratamiento de la tecnología, convirtieron en realidad sus predicciones. En los 90, los años de la revolución de Internet, surgieron los primeros “objetos conectados”. Pero no fue hasta comienzos del siglo XXI, gracias a la popularización de la conectividad inalámbrica (celular o WiFi), cuando se produjo la primera explosión en el crecimiento de los objetos conectados. En este momento, ya no se trataba de experimentos más o menos “frikis” de los departamentos de computación de tal o cual universidad. Empezaba la democratización de los “objetos conectados”. Éstos empezaron a formar parte de las vidas de los ciudadanos de a pie, no solo de forma colectiva, sino también como individuos.

Internet de las Cosas tiene el potencial de ayudarnos a gestionar lo colectivo, manejando ingentes cantidades de datos de todo tipo recogidos por infinidad de sensores; sin por ello perder la capacidad de dar respuesta a nuestros intereses individuales. Puede usarse para gestionar de forma más eficiente el tráfico en una ciudad, una flota de vehículos, o el consumo energético de un edificio. Pero también puede usarse para garantizar la seguridad de una instalación crítica, o de un evento público masivo, preservar monumentos arqueológicos o monitorizar un volcán. Al mismo tiempo, Internet de las Cosas te permite encontrar la ruta más rápida para llegar a tu destino, monitorizar tu salud, reducir tu factura de la luz gracias a los electrodomésticos inteligentes, o recibir una atención personalizada cuando entras en una tienda.

Todo esto es posible gracias a los sensores y dispositivos que en todo tipo de objetos, máquinas o lugares capturan los datos, a las redes NB-IoT o LTE que los conectan a la nube, y a las plataformas donde se procesan y convierten en información útil y clara. En esta etapa final, la fase de análisis, es donde entran en juego los algoritmos de inteligencia artificial. Éstos detectan patrones de comportamiento en los datos, a partir de los cuales se pueden crear modelos predictivos o de detección de anomalías.

Las mejoras en eficiencia, las predicciones, las capacidades de personalización etc., se basan precisamente en los insights o información que se obtiene a partir de estos modelos. Ya que, conectar el mundo físico con IoT, nos permite extraer el mayor potencial de los datos recogidos por los dispositivos, aplicando tecnologías basadas en Big Data e Inteligencia Artificial. De esta forma, podemos tomar las decisiones más inteligentes en cada momento y en cada circunstancia, basadas en datos.

Aunque a primera vista, este proceso parece muy abstracto y muy alejado de nuestras vidas, estas tecnologías se han incorporado con pleno derecho a nuestro día a día. Un ejemplo muy claro son los ascensores (inteligentes). Dotar a los ascensores y escaleras mecánicas de dispositivos de IoT conectados a la nube y aplicar técnicas de machine learning a las lecturas de los mismos permite predecir cuándo puede producirse una avería y enviar a los técnicos a repararla antes de que se interrumpa el servicio. Y no sólo eso. La aplicación de algoritmos de optimización también permite reducir tiempos de espera, tiempos de viaje y consumo energético. En definitiva, la Inteligencia Artificial, la Internet de las Cosas y los sistemas Cloud, no sólo van a impulsar nuestros negocios, mejorar la eficiencia industrial y energética y ayudarnos a cuidar del medio ambiente. También, nos hacen la vida más fácil, nos permiten ahorrar tiempo y dinero. Y nos permiten pensar que ya no es sólo “Internet de las Cosas”, sino también “Internet de Nuestras Cosas”


Paloma Recuero de los Santos es curadora de contenidos de la unidad de IoT y Big Data de Telefónica Tech.