El acuerdo alcanzado durante esta semana a punto de concluir entre el gobierno y los sindicatos en torno a la, tan acariciada y por fin materializada, subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), cierra uno de los caballos de batalla económicos que más se le habían ‘encabritado’ al Ejecutivo en los últimos meses. Supone además para su artífice, la vicepresidenta Segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, un éxito político de mayor calado incluso del que la crónica de urgencia del frenético día a día haya podido aún calibrar.

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