Alberto Núñez Feijóo no ha dicho nada que no sea comprobable por lo menos en lo que nosotros conocemos: que hace siglos que los cristianos no matan en nombre de su religión sean éstos católicos o sean protestantes. Y, sin embargo, hay otros pueblos que tienen ciudadanos que sí lo hacen.

Esto es impecable y no se comprende que la portavoz del Partido Socialista Pilar Alegría, diga que comentarios como éste se los podría haber ahorrado el dirigente popular. Pero es una evidencia que admite poco contraste.

Hay religiones que han declarado la guerra al infiel y que pueblan el mundo de atentados terroristas, también el mundo musulmán.

El sujeto que ha asesinado al sacristán de una parroquia en Algeciras era el clásico “lobo solitario” que, con el pretexto de que no estaba bien de la cabeza, se fue radicalizando a través de internet. Y no asesinó a más personas porque el destino no lo quiso.

Pero eso, con ser muy difícil de asimilar, no nos puede llevar a criminalizar a los miles de marroquíes, y de otros países también pero fundamentalmente marroquíes, que viven en Algeciras.

El planteamiento de Vox, que ya ha empezado a asomar con este desgraciadísimo episodio es el de expulsar a todos los inmigrantes ilegales, que son la mayoría, a sus respectivos países. 

“Entró ilegalmente en España, tenía una orden de expulsión, estaba vigilado por yihadismo, era okupa. ¿Cuántos habrá como él en España? Las mafias de tráfico de personas y los políticos que les abren las fronteras y los riegan a subvenciones no pueden ocultar su responsabilidad”, dice Santiago Abascal en twitter.

La inmensa mayoría de inmigrantes ilegales no están vigilados por yihadismo y son okupas porque no tienen a dónde ir. Pero eso no significa que todos sean delincuentes. Es verdad que este es un problema complicado y que ningún gobierno ha sabido resolverlo.

La solución no es devolver a miles de migrantes ilegales a sus respectivos países. Lo que sí se podría hacer es plantear este problema como propio de la UE con el sur

Pero la solución no es, no puede ser, devolver a miles de migrantes ilegales a sus respectivos países porque entre otras cosas, una de las cuestiones que se calla esta gente es su procedencia de nacimiento. De modo que no sería posible expulsarlos a Ninguna Parte. En el caso de este terrorista sí se conoce que era marroquí pero en muchos casos eso no sucede.

Lo que sí se podría hacer es plantear este problema como propio de la Unión Europea pero si España es frontera de Europa con el sur, e Italia lo es también, la mayor parte de los migrantes lo que desea es no permanecer en nuestro suelo y seguir camino a Alemania o al Reino Unido. Cada país tiene su porción de migrantes y el caso de Italia o de España no mueve a la solidaridad entre las naciones europeas. 

Es verdad que la explotación de la mano de obra barata, con sueldos misérrimos, se nutre de los migrantes ilegales y contra eso luchan las administraciones autonómicas y la policía en la medida de sus fuerzas.

Pero aquí han fallado los controles a un individuo que ya emigró a Gibraltar, fue devuelto a Marruecos y volvió a intentarlo pero esta vez a las costas españolas. No tenía antecedentes por delitos ni de terrorismo ni de ninguna otra índole ni en España ni en los países de la Unión Europea, pero la policía ya estaba al tanto de que se comportaba de manera irregular.

Pero las detenciones preventivas no son constitucionalmente admitidas. Así que desgraciadamente la policía lo identificó cuando ya era demasiado tarde para el sacristán David Valencia.

Que caiga sobre él todo el peso de la ley, pero no señalemos a todo el colectivo de ilegales como culpables porque no sería justo. La mayor parte de ellos sólo buscan una vida mejor, aunque muchas veces no la encuentren