Estos días España está en boca de toda Europa por dos hechos que marcan negativamente nuestra marca: el racismo en los campos de fútbol y la compra de votos para las elecciones. Nos alejamos de las democracias europeas y nos acercamos a los países norteafricanos o latinoamericanos donde una democracia débil y mal estructurada lo permite todo. Hasta golpes de Estado. Era el ex vicepresidente Pablo Iglesias quien auguraba uno de ellos en Madrid orquestado por la derecha contra Podemos y Bildu. La mala calidad democrática de personajes como él, Irene Montero o Ione Belarra, no augura buena salud de nuestro Estado que les ha permitido llegar tan lejos. Nunca ganaron las elecciones para llegar al Consejo de Ministros, pudieron hacerlo por la puerta de atrás porque nuestra legislación garantista parece que lo aguanta todo. Hasta permitir que asesinos que no podrían tener una licencia de taxista o llegar a ser funcionarios por sus antecedentes penales, lleguen a alcaldes, concejales o presidentes de una comunidad autónoma.

Esta falta de cultura democrática nos lleva a simular que somos un país protegido contra el racismo en el deporte, pero solo en la teoría, no en la práctica. Hace diecisiete años y tras el acoso que sufrió el jugador Samuel Eto´o en La Romareda, en Zaragoza, se creo por ley el Observatorio de la Violencia, el Racismo y la Intolerancia en el Deporte, que desde hace más de 9 años no se ha reunido ni una sola vez. Todo es apariencia, todo fachada. Como con la corruptela de la Federación Española de Fútbol o la compra de árbitros del Barça, todos sabemos lo que sucede y que nada va a cambiar.

Ha vuelto a suceder con la compra de votos en varios lugares de España, ¿cómo es posible que el último trámite, el más importante, entregar la papeleta con tu voto en Correos, no implique mostrar tu DNI? Hemos facilitado durante años que las mafias de algunos partidos manipulen los resultados electorales, en Melilla llevan décadas haciéndolo y los condenados a prisión por ello volvieron a cerrar acuerdos con el PSOE , antes lo hicieron con el Gil, porque lo importante es manejar el presupuesto público, no con qué compañeros de viaje se lleva a cabo la fechoría. Alcanzar el poder es el objetivo, no importa cómo.

La democracia española está con respiración asistida, emitir votos sin voz cada cuatro años no le hará revivir si no actuamos

En los últimos cinco años nuestro país se ha debilitado ante Marruecos, ante Europa y ante Estados Unidos. Hemos perdido la independencia de infinidad de instituciones públicas que eran del Estado y ahora son del Sanchismo, la lista es interminable: Tribunal de Cuentas, Abogacía del Estado, Fiscalía, CIS, Tribunal Constitucional, Sindicatos, RTVE, el Instituto Nacional de Estadística, Indra, Agencia EFE, CNMV…

Esta forma de actuar con los organismos públicos dinamita la base de la democracia, nunca estuvo tan herida de muerte la separación de poderes. El poder sin control de un Gobierno que lo fagocita todo provoca una sensación de impunidad a los que ostentan cargos públicos en él, por eso en Melilla quienes compraban los votos eran traficantes de droga que se movían entre los más desfavorecidos, mientras que en Mojácar, lugar de veraneo de Sánchez, eran los mismos cargos que iban en las listas del partido los que presuntamente ofrecían dinero, el pago del alquiler o empleos municipales a cambio de un puñado de votos. Y desde la sede del PSOE en el pueblo.

Lo peor es que posiblemente no pasará nada, no habrá sanción ejemplar con ninguno de ellos. Ya sucedió en la sentencia firme del Supremo que en 2021 condeno a dos años de cárcel al secretario general del PSOE de Melilla y al Presidente de Coalición por Melilla, ninguno pisó la prisión y Mustafá Aberchán sigue manejando hasta hoy los hilos en su partido y pactando con los mismos socialistas con los que amañó votos por correo, haciendo mítines con Errejón y Compromís y cerrando acuerdos con Yolanda Díaz. A todos les importa su legión de seguidores musulmanes, a nadie su pasado corrupto.

La democracia española está con respiración asistida, emitir votos sin voz cada cuatro años no le hará revivir si no actuamos los españoles con firmeza defendiéndola ante su destrucción. Va siendo hora de rebelarse, sin violencia pero con contundencia, para recuperar la España democrática que ya muchos ni recuerdan.