Adam Smith vivió y murió en Escocia entre 1723 y 1790. Las fechas importan, ya que vivió cómo su país transitaba, con bastante violencia y mucho dolor, del Antiguo Régimen, rural y feudalizante, hasta instalarse en la modernidad liberal y ya en la senda de la industrialización.

Todavía considerado como el padre del liberalismo moderno, la obra de Smith recogió sin duda algunos de los pilares básicos que todavía sostienen nuestra forma de vida. Y como todas las figuras totémicas, también ha sufrido la caricatura, la reducción al absurdo y la incomprensión incluso de sus partidarios.

En este podcast de Culturas Políticas exploraremos si su obra – o lo que es lo mismo, la génesis del liberalismo –, en toda su complejidad, sigue siendo útil en un momento, ahora, que como el que a él le tocó vivir, sufre un tránsito entre dos eras. Ahora nos movemos desde la modernidad que él vio nacer hacia la postmodernidad, postindustrial y globalizada que emerge, precisamente, tras el dominio abrumador de una versión de las ideas del propio Smith.

El Covid ha azotado un mundo todavía dominado por el liberalismo neoclásico simbolizado por el thatcherismo y el reaganismo económicos y que, o eso nos decían los economistas de Thatcher y Reagan, surgía de las propuestas de Adam Smith. La Gran Recesión hizo temblar los cimientos de ese consenso liberal neoclásico. Y las consecuencias de la Gran Pandemia nos abocan a un replanteamiento general de nuestro ordenamiento económico, social y político. ¿Sigue Smith vigente en ese contexto?

Para ayudarnos en esta tarea en este podcast contamos con, Enrique Feás, investigador principal en el Real Instituto Elcano.

De la 'mano invisible' al 'riesgo moral'

El punto de inicio más evidente para aproximarnos a Smith y a la lectura de Smith que se ha hecho desde la segunda mitad del siglo XX es su famosa metáfora según la cual una mano invisible hace que la suma de las decisiones tomadas por individuos egoístas actuando en el libre mercado resulten en una mejora de la situación económica de todos.

Smith usa la metáfora de un carnicero que, de forma egoísta, trata de vender la mejor carne al mejor precio o de un terrateniente que, también con motivos egoístas, termina distribuyendo el fruto de su tierra de una forma útil, si no equitativa, para poder seguir empleando a sus trabajadores. Smith opina que la interferencia del Estado en esas decisiones mediante impuestos o mediante regulación distorsiona la toma de decisiones y al final es contraproducente.

Smith ha sido caricaturizado como un defensor a ultranza del dejar hacer a esa mano libre - recogiendo la expresión de los fisiócratas franceses "laissez faire, laissez passer". Sin embargo, de la Gran Recesión de 2008 se salió gracias a un volumen de intervención pública extraordinario.

Vistas las medidas que se están tomando para afrontar la crisis provocada por el Covid, parece que también es el Estado quien tiene que sacarnos de ahí, vía un programa masivo de ayudas europeas en nuestro caso o del gobierno federal en Estados Unidos. La Gran Recesión y la crisis post-Covid son muy distintas en origen y en sus características: para empezar, por ejemplo, la primera fue el resultado de una burbuja, que se puede interpretar como un reajuste del mercado o una consecuencia de intervención estatal de mala calidad o la consecuencia, precisamente, de no intervenir, de desregular los mercados. La segunda, por otro lado, es un fenómeno absolutamente exógeno.

Por otro lado, aunque con frecuencia se olvida, Smith estaba bastante lejos de pensar que los Estados debían retirarse completamente de la economía. Observó, por ejemplo, que tenían una responsabilidad exclusiva en la emisión de moneda – que los europeos hemos cedido al Banco Central Europeo – y en la provisión de bienes comunes esenciales pero que ningún agente privado puede asumir, como por ejemplo ciertas infraestructuras. En este sentido, el efecto del Covid ha suscitado el ejemplo de la fabricación de material sanitario, que todo Occidente ha externalizado – o deslocalizado – a China.

En esta misma línea, Smith también otorgó al Estado una función correctora de los efectos sociales más lesivos de la expansión del sistema capitalista. Por ejemplo, garantizando el acceso universal a la educación, no solo para incrementar el valor del capital humano, también para paliar los malos efectos psicológicos de la especialización del trabajo en labores repetitivas.

Uno de los pilares del modelo smithiano más influyentes es la idea del "riesgo moral" según la cual los individuos tienden a ser más irresponsables cuando menos riesgo personal asumen. Este fue el argumento esgrimido en 2008 para dejar caer a Lehman Brothers. La idea entonces era disciplinar a la gran banca enviando el mensaje de que ningún banco era "demasiado grande para caer". Cuando cayó, el efecto contagio fue devastador, desencadeno la crisis y el resultado fue que buena parte de la banca occidental terminó siendo rescatada por los gobiernos: es decir, se consiguió lo contrario de lo que se perseguía.

Sin embargo, cuando se inició el proceso de negociación para el programa de ayudas europeas a los países más afectados por el Covid (Italia, España y Portugal), Mark Rutte, primer ministro de Países Bajos, recurrió a ese mismo argumento, pero aplicado a los gobiernos, para tratar de limitar esas ayudas. Irresponsables, nos llamó. Y en esas el Parlamento de España liberó al gobierno de controles internos sobre el plan de recuperación.

Por último querríamos cerrar este podcast con la obra menos conocida de Smith, que también se centra en la dimensión de su pensamiento a la que se presta menos atención y que, sin embargo, es donde se sostiene todo el edificio intelectual que desarrolla en La riqueza de las naciones. Hablamos, por supuesto, de La teoría de los sentimientos morales y la dimensión, precisamente, moral de la economía liberal.

Smith habla de la "simpatía", que nosotros llamaríamos hoy "empatía" y del "espectador imparcial" o lo que nosotros llamaríamos "conciencia" o capacidad de detectar comportamientos justos o injustos. Según Smith, esas son dos fuerzas psicológicas fundamentales para entender cómo operan las personas dentro del mercado.

Lógicamente, esas fuerzas se aplican a cómo enjuiciamos el comportamiento de los demás, el nuestro mismo y, también, el del Estado cuando éste regula los mercados y distribuye cargas y beneficios entre distintos actores.

  • ¿Permanece el pensamiento de Adam Smith? ¿es todavía relevante 200 años después? ¿Por qué?
  • ¿Son nociones como el "espectador imparcial" y la "simpatía" válidas todavía hoy?
  • Las decisiones de mala calidad por parte de los gobiernos – como restricciones mal justificadas o erráticas sobre la actividad económica o distribuciones de recursos difíciles de entender: ¿ponen en peligro la viabilidad del mercado libre?
  • ¿Sigue vigente la noción de riesgo moral? ¿Cómo se puede resolver este problema de cara a la implementación del plan de recuperación económica?
  • ¿Qué papel deben adoptar las administraciones públicas (inclusive a nivel europeo) en la gestión de los mercados en general y en el sector productivo en particular?
  • ¿Cuál ha sido el impacto del COVID sobre las asunciones básicas en cuestiones de gestión de la clase política y de los economistas profesionales?
  • ¿Supondrá el COVID una recuperación del dirigismo estatal sobre ciertos sectores estratégicos y, por tanto, una contracción de la globalización económica?