La escena se repite con demasiada frecuencia. Los datos revelan que cada semana en España fallecen tres presos de media en alguno de los centros penitenciarios de nuestro país. Sólo el año pasado murieron 147 reclusos, la mayor parte de ellos por causas naturales pero en cuatro de cada diez casos la muerte la provocó el consumo de drogas o el suicidio.

La fotografía de las cárceles permanece constante, sólo con ligeras variaciones, en la última década. En estos años la incidencia de los estupefacientes continúa siendo muy relevante. Así, desde 2006 y hasta finales del pasado año en las prisiones del Estado el consumo de algún tipo de droga estuvo detrás de 416 muertes, convirtiéndose en la segunda causa de fallecimiento en las cárceles. El suicidio, la tercera causa de muerte en prisión, provocó 266 fallecimientos en el mismo periodo.

Actualmente, según datos facilitados por el Gobierno, la población reclusa está compuesta por alrededor de 51.000 internos, distribuidos en el conjunto de cárceles españolas. El año pasado fue la prisión de Morón, en Sevilla, la que registró el mayor índice de fallecimientos: 10, la mayor parte de ellos a consecuencia del consumo de drogas (8). Tras Morón figura la cárcel de Albolote (Granada), con siete muertes, tres de ellas a consecuencia de las drogas, la de Murcia y la de Málaga con seis muertes cada una de ellas el año pasado.

Desde 2006 las muertes provocadas por consumo de drogas en las cárceles españolas han rebasado las 400

El Ejecutivo reconoce que además el pasado año seis reclusos murieron mientras cumplían condena en régimen de cerrado y de ellos cuatro lo hicieron por sobredosis, según detalla en una respuesta facilitada al senador de EH Bildu, Jon Iñarritu. Sucedió en las prisiones de Castellón II, Alicante II y en dos ocasiones en la prisión pontevedresa de A Lama.

Menos droga y más adulterada

Además de las muertes por causas naturales, que se encuentran detrás del 53% de los fallecimientos carcelarios, las drogas (21%) y el suicidio (18,3%), el resto de fallecimientos responden en mucha menor incidencia a causas como el Sida, los accidentes o las agresiones.

En muchos casos las muertes en el interior de las cárceles se producen no sólo por el consumo excesivo o adulterado de alguna sustancia estupefaciente sino también por la mezcla de éstas con otro tipo de pastillas como los barbitúricos. Cerca de la mitad de los pacientes padecen patologías duales, en muchos casos por problemas ocasionados por el alcohol, el consumo durante años de drogas o incluso derivados de problemas de carácter psiquiátrico. Una población enferma que requiere el tratamiento diario con pastillas y que convierte en muchos casos a los centros penitenciarios en lugares en los que la circulación de determinados fármacos deriva en una suerte de mercado sin pleno control. Entre ellos, la metadona, empleada como tratamiento para consumidores de drogas.

Los funcionarios denuncian falta de medios para una adecuada atención médica a los reclusos

A todo ello se añade que pese a los controles carcelarios, la entrada de droga en el interior de las prisiones continua produciéndose, aunque en menor intensidad que hace unos años. Al tratarse de una menor cantidad de droga la que circula por el interior de las cárceles -fundamentalmente hachís y cocaína-, ésta suele estar más adulterada y por tanto incrementa el riesgo para quien la consume.

Es el análisis al que apuntan las fuentes del colectivo de funcionarios de prisiones consultadas por El Independiente. Reconocen que en el interior de los centros penitenciarios la entrada de drogas se ha logrado reducir pero no del todo. Denuncian que el recorte de medios y personal se viene arrastrando en los últimos años y que se ha dejado sentir negativamente en la situación de algunos reclusos. Señalan que falta personal médico en muchos centros penitenciarios, así como personal especializado como los técnicos en radiodiagnóstico. “Tenemos máquinas para hacer rayos X pero no al personal para poder utilizarlas”. Una circunstancia que en muchos casos provoca que no se pueda evaluar a un sospechoso de portar drogas en su interior, bien por vía anal o vaginal: “Eso nos obliga a tener que pedir agentes de la guardia civil, una ambulancia y que lo envíen a un hospital para una radiografía. Un proceso complicado al que en muchos casos debes desistir por ser imposible al carecer de medios suficientes”, asegura un representante de los funcionarios de prisiones.

Problemas psiquiátricos

Insisten en que las condiciones en las que hoy se atiende a los presos son peores que las de hace unos años. Un deterioro que se viene detectando desde hace cinco o seis años por el recorte de medios y personal.

Otra de las denuncias que vienen tiempo haciendo hace referencia al elevado índice de suicidios que se dan en las cárceles españolas. Entre la población reclusa los problemas psiquiátricos son frecuentes, patologías que requieren una atención especializada que en muchos casos no se brinda. “Las cárceles en muchos casos están haciendo las veces de psiquiátricos. Aquí hay muchas personas con muchos problemas mentales y no se han puesto los medios necesarios”.

Los funcionarios de prisiones han visto cómo las plazas para personal médico apenas se cubrían y las que lo hacían era por poco tiempo. En los últimos cinco años se han convocado 30 plazas y sólo se cubrieron 17. De ellas hoy sólo once tienen un médico. “Es lógico, los facultativos no quieren trabajar en las cárceles en las condiciones en las que lo hacen y sin una carrera profesional, no es un puesto atractivo para un médico”.